“A menudo se define a Turetta como un monstruo, pero monstruo no es. Un monstruo es una excepción, una persona ajena a la sociedad, una persona de la que la sociedad no debe responsabilizarse. En cambio, esa responsabilidad existe. Los ”monstruos“ no son enfermos, son hijos sanos del patriarcado, de la cultura de la violación”. Son las palabras con las que comienza una carta publicada esta semana por el Corriere del Veneto y que ha sacudido Italia en los últimos días. El texto lo firma Elena Cecchettin, que lo escribió un día después de que el cuerpo de su hermana Giulia, desfigurado por 26 cuchilladas, fuera encontrado en un canal después de una semana de búsqueda. Su asesinato ha despertado una ola de indignación en un país que se descubre sin los anticuerpos suficientes para combatir la violencia de género por la que han muerto 105 mujeres en los últimos once meses, una cada tres días.
El asesino de Giulia es su exnovio al que Elena Cecchettin menciona en la carta por el apellido. Filippo Turetta es un joven de la misma edad de su víctima a la que mató en la misma semana en la que ella tenía que licenciarse en Ingeniería Biomédica. “Ha sido vuestro buen chico”, escribió Elena en su perfil de Instagram, reproduciendo la definición que durante días repetían familiares y amigos. Según contó, Turetta no podía soportar que su exnovia se licenciara antes que él. A medida que se han ido conociendo los detalles de cómo la secuestró y la mató, las reacciones se han multiplicado en la calle y también en los palacios de la política. Elena invitó en su carta a no hacer minutos de silencios para su hermana sino a “quemarlo todo”, a hacer mucho ruido. Y el miércoles los vídeos con el estruendo de los aplausos de los estudiantes fuera de las aulas en los institutos italianos se hicieron virales, en lo que pareció ser un ensayo general de las manifestaciones convocadas para este sábado.
Mientras tanto el Senado italiano aprobaba, en vía definitiva y en un inusual voto por unanimidad, la nueva ley sobre la violencia machista que prevé un endurecimiento de las penas y de las modalidades de aplicación de medidas coercitivas como la orden de alejamiento y el brazalete electrónico.
“La movilización de estos días llega, por una parte, porque el asesinato de Giulia se suma a una lista que este año ha sido muy larga y en un momento en el que en Italia hay una disminución de los asesinatos relacionados con el crimen organizado y de cualquier tipo de forma violenta de hombres hacia los hombres, mientras que la cifra de feminicidios se mantiene constante, si no es que crece. El fenómeno no retrocede y es estructural. Además se trata de una serie de feminicidios atroces. Antes del caso de Giulia, hubo el caso de [Giulia] Tramontano, apuñalada cuando estaba embarazada de siete meses. Este último asesinato entra en una dimensión que parece decirnos que hasta aquí hemos llegado”, comenta a ElDiario.es Celeste Costantino, vicepresidenta de la Fundación Una Nessuna Centomila, dedicada a la prevención y a la lucha contra la violencia de género.
Salir de la lógica de la emergencia
El caso de Tramontano fue el que aceleró la propuesta de ley aprobada por el Senado y que había sido ratificada por la Cámara de los diputados en julio. Costantino reconoce que la ley es un avance, pero lamenta que no aborde realmente el tema de la prevención en un país en el que, según un informe publicado este miércoles por el Instituto Italiano de Estadística, uno de cada cinco hombres considera que la manera de vestir de las mujeres puede ser una causa de violencia sexual y casi el 40% cree que una mujer puede evitar una relación sexual si realmente no quiere tenerla. “Falta toda la parte relativa a la formación, a la educación a la afectividad en las escuelas y al aumento de fondos para los centros anti-violencia, cuya financiación sigue dependiendo de la presentación de proyectos que cada año tienen que ser aprobados por las regiones”, explica. Fue ella hace diez años, como diputada, quien presentó la primera propuesta de ley para la educación sentimental en las escuelas. Entonces como ahora, dice, lo que falta es salir de la lógica de la emergencia.
“Los que siempre se han ocupado de estas cuestiones, sienten la necesidad de dar respuestas que no sean de emergencia, porque estamos ante un fenómeno que no puede compararse con una catástrofe natural, con un acontecimiento extraordinario. En cambio, los que están menos acostumbrados a asumir estas tareas tienden a gritar, ante una muerte como la de Giulia, que hay que tomar medidas inmediatamente porque hay una emergencia. Pero desgraciadamente no es así. Se trata de un fenómeno estructural”, añade Costantino para quien no intervenir en la prevención “es una ocasión perdida” en un momento en el que hay tanta sensibilidad e indignación en la sociedad.
Un plan con polémica
Lo más lejos que ha ido el actual Gobierno liderado por la ultraderechista Giorgia Meloni ha sido un plan para “la educación a las relaciones”, presentado este miércoles por el ministro de Educación, Giuseppe Valditara, y que prevé que, de manera voluntaria, las escuelas puedan organizar debates sobre estos temas, siempre y cuando cuenten con el consentimiento de los padres. Un plan que se empezó a gestar en septiembre y que ha estado envuelto en las polémicas. El ministerio lo había encargado a un asesor, Alessandro Amadori, autor de un libro titulado La guerra entre los sexos, en el que enmarca la violencia machista en una genérica “maldad”. “Pero entonces, hablando del mal y de maldad, ¿debemos centrarnos sólo en los hombres? ¿Y las mujeres? ¿También son malvadas? Nuestra respuesta es 'sí', que las mujeres también pueden ser malvadas, más de lo que pensamos”, se lee en uno de los pasajes del libro citados por la prensa italiana.
“Si realmente el coordinador del plan era Amadori como ha salido en la prensa —comenta Costantino— sería algo grave, sobre todo viniendo de parte de quienes dicen que no se puede hacer educación a la afectividad en las escuelas por no ideologizar a los jóvenes a una presunta ideología de género”.
Un 25N con una inmensa movilización
La indignación, que en los últimos días se transformó en iniciativas de movilización en todo el país, llenó este sábado, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, las calles de las principales ciudades italianas. La manifestación más grande fue en Roma, donde la marcha que salió del Circo Massimo reunió a más de medio millón de personas, convocadas por el colectivo “Non una di meno” (Ni una menos). En las consignas que se escucharon estaba muy presente el recuerdo de Giulia Cecchettin: “Somos el grito muy fuerte y feroz de todas aquellas mujeres que ya no tienen voz”.