La Organización Mundial de la Salud (OMS) tratará por primera vez a partir de junio el trastorno por videojuegos o juegos digitales como una enfermedad y específicamente como una enfermedad mental, al incluirlo en la undécima versión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11).
“El trastorno por videojuegos será añadido en la versión que será publicada en junio” del CIE-11 tras un largo proceso en el que trabajan diferentes expertos y que lleva desde 2005, señaló el portavoz de la agencia de la ONU Tarik Jasarevic en la rueda de prensa bisemanal de la ONU en Ginebra.
La inclusión del trastorno se da por hecho, ya que “hay un consenso” de los expertos para ello, recalcó.
El ICD contiene muchos capítulos y el trastorno por videojuegos figurará en el de “salud mental”, recalcó el portavoz de la OMS.
El comportamiento de las personas hacia el videojuego -en cuanto a las horas que le dedican o la frecuencia con la que juegan por ejemplo-, puede traer consigo una serie de consecuencias mentales o físicas, como perjuicios en la vista o una falta de actividad física, dijo.
En una “pequeña porción de personas, sin embargo, puede llevar a un trastorno”, entendido como un comportamiento adictivo, recalcó.
Aunque faltan datos epidemiológicos sobre el trastorno por videojuegos, al tratarse de un concepto relativamente nuevo, se calcula que puede afectar a entre un 1 % y un 10 % de la población general adulta, explicó Jasarevic.
El portavoz opinó que se puede tratar sobre todo de personas jóvenes, pero que es una consideración no establecida.
El trastorno está definido en el borrador del CIE-11 como un “patrón de comportamiento ante el videojuego o juego digital que se caracteriza por un control disminuido sobre el juego y el hecho de que se da cada vez más prioridad al juego por encima de otras actividades, hasta el extremo de que el videojuego es más importante que otros intereses y actividades diarias”.
También se refleja en “una escalada” del tiempo dedicado al juego pese a la aparición de efectos negativos.
Para que un trastorno por videojuego pueda ser diagnosticado, “el patrón de comportamiento tiene que ser lo suficientemente severo como para resultar en una disfunción importante en el funcionamiento familiar, social, educativo, laboral u otras áreas significativas y debe manifestarse durante al menos 12 meses”, señaló.
“Las personas que participan en juegos digitales o videojuegos deberían vigilar el tiempo que les dedican, particularmente cuando se puede atribuir a esta actividad el abandono de otras labores diarias, y monitorear cualquier cambio en su salud física o psicológica, así como su funcionamiento social”, añadió.
Jasarevic quiso recalcar que el CIE “no habla de prevención y tratamiento”, sino que únicamente establece una condición como una categoría en el documento de clasificación, por lo que no emite recomendaciones a padres, profesionales, gobiernos o instituciones.
La inclusión de un trastorno en el CIE permite a los países tenerlo en cuenta a la hora de tomar decisiones sobre la provisión de cuidados médicos y la designación de recursos para su prevención, tratamiento y rehabilitación.
La decisión de incluir el trastorno por videojuego o juegos ditigales se apoya en revisiones de evidencias disponibles y refleja el consenso de expertos en diferentes disciplinas y regiones geográficas que están involucrados en un largo proceso de consulta técnica liderado por la OMS.
Al dar este paso, la OMS espera que este problema atraiga cada vez más la atención de profesionales de la salud sobre el riesgo de que pacientes desarrollen este trastorno y, como consecuencia, apliquen las medidas relevantes de prevención y tratamiento.