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El líder de la oposición portuguesa, tras su éxito viral en España: “No coopero con el Partido Socialista, coopero con el Gobierno del país”
“Yo no estoy cooperando con el Partido Socialista, estoy cooperando con el Gobierno de Portugal, en nombre de Portugal”. Es Rui Rio, líder de la oposición conservadora lusa y ahora famoso fuera de su país, incluso revolucionario, por haber decidido enterrar el hacha de guerra mientras golpee el COVID-19.
Como en volandas han viajado sus declaraciones durante la pandemia -que deja en Portugal 435 fallecidos y más de 15.000 contagiados-, sobre todo en la vecina España, donde muchos “han comenzado a suspirar por Rui Rio”, comentan algunos diarios lusos.
El motivo: su apoyo cerrado al Gobierno del socialista António Costa, al que hace unos días, en el Parlamento, le deseó “coraje, nervios de acero y mucha suerte”. “Porque su suerte es nuestra suerte”, remató el presidente del Partido Social Demócrata (PSD), de centroderecha.
Unas palabras que se han hecho virales en España, donde las relaciones entre Ejecutivo -también dirigido por socialistas- y la oposición -también conservadora- son cada vez más tensas en lo referido a la gestión del coronavirus.
Y mientras corría como la pólvora en redes sociales la intervención de Rio, en Portugal los informativos dedicaban espacio, algo perplejos, a hablar de la nueva notoriedad del líder de la oposición.
Ajeno a la sorpresa general e incluso a ser mencionado como ejemplo por el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, Rio, un austero economista de 62 años, continúa profundizando en su estrategia durante la pandemia.
“Portugal está en el punto de mira”
Rio ha prometido no crear “dificultades al país solo para crear dificultades al Gobierno” y en una entrevista anoche en la cadena SIC enfatizó su respaldo al gabinete de Costa.
“Yo no estoy cooperando con el Partido Socialista, estoy cooperando con el Gobierno de Portugal, en nombre de Portugal. Es Portugal el que está en el punto de mira”, apuntó.
Fue una conversación trufada de manos tendidas. “Sensato”, dijo sobre la decisión del Gobierno de que los menores de 16 años no vuelvan a tener clases presenciales este curso; se mostró disponible para hacer viables unos Presupuestos complementarios y prometió no “abandonar el interés nacional ni la colaboración”.
Apenas dejó un matiz: El PSD no votará “a favor de todo”. “Yo antes no decía 'voto contra el Presupuesto' antes de conocerlo. Tengo que conocerlo. Ahora tampoco digo lo contrario, 'voto a favor antes de conocerlo'. Tendré que conocerlo”, avisó.
La única cesión sin condiciones que ha hecho es renunciar a su defensa de la bajada de impuestos, uno de los caballos de batalla de la derecha portuguesa. Ahora admite que será “casi imposible de cumplir” porque “la mayor parte de las personas no están trabajando” y tras el coronavirus “lo que el país tenía, no existe”.
Río, el moderado
La posición de Rio, aunque pueda ser llamativa fuera de Portugal, no es excéntrica en su trayectoria al frente del PSD, con cuyas riendas se hizo en febrero de 2018.
Venía de Oporto para suceder al exprimer ministro Pedro Passos Coelho, agotado tras dirigir al país durante los años del rescate y austeridad impuesta por la troika (2011-2015) y de ver desde la oposición como el socialista António Costa lideraba la remontada portuguesa.
Rio miraba más allá de la capital y defendía una descentralización. También huía de las estridencias que se veían en la oposición de otros países europeos. Las despreciaba como medio para subir en los sondeos.
Pero su estrategia de oposición útil -disponible para pactar con Costa- no se entendió entre determinados sectores conservadores, que veían impotentes como el PSD perdía terreno donde ha sido tradicionalmente fuerte, la economía, ante la sucesión de éxitos macroeconómicos del Gobierno de Costa.
Costa fue reelegido en las elecciones legislativas del pasado octubre, en las que quedó a ocho escaños de la mayoría absoluta y Rio, golpeado, perdió doce diputados y obtuvo los peores resultados del PSD desde 1983.
En los mismos comicios entró la ultraderecha por primera vez en el Parlamento, con un diputado para Chega, y los democristianos del CDS-PP tuvieron un bajón histórico que provocó un cambio de liderazgo, ahora con un discurso más áspero y bronco. Rio, sin embargo, sigue sin estridencias y con la mano tendida.
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