Alexei Navalny cree que ha sido envenenado. Así lo ha escrito en su blog el opositor al Kremlin, insistiendo en el mismo argumento que ya esgrimió su médico personal en Facebook el domingo: el activista ruso habría sido intoxicado por “un agente químico” durante su estancia en prisión. Pese a la negativa de la doctora, Navalny fue devuelto el lunes a la cárcel, donde cumple condena por liderar manifestaciones que piden una mayor apertura del régimen.
Su estado de salud mejora y parece que su vida no corre peligro, sin embargo, el gobierno de Vladimir Putin carga a sus espaldas con una larga lista de acusaciones por la supuesta vinculación del Kremlin con la muerte de opositores y críticos, algunas de ellas producidas por el efecto de sustancias químicas. “Puede ser que me hayan envenenado”, escribía Navalny desde la celda, y recordaba el caso de Vladimir Kara-Murza, opositor político que murió el domingo tras una larga enfermedad y que aseguraba haber sido envenenado hasta en dos ocasiones, o las convulsiones que sacudieron a Pyotr Verzilov, integrante de las Pussy Riot que fue atendido en un hospital de Alemania.
“Nadie está buscando la causa (de su enfermedad), a los médicos se les niega el acceso. Hay mentiras por todas partes. El paciente se quejó de que tenía dolor en un ojo y le contestaron que no necesitaba a un oftalmólogo, 'deja que te duela', le dijeron”, denunciaba Anastasia Vasilyeva, oftalmóloga, que ya había atendido al líder opositor en 2017 cuando casi pierde la vista de un ojo porque le lanzaron gas en una manifestación.
No le fue permitido el acceso a la misma habitación del hospital a la que Navalny fue trasladado el domingo, y fue a través de la puerta como pudo comprobar que tenía un ojo hinchado que supuraba y que padecía erupciones e inflamación en la piel del cuello, espalda, pecho y muñecas.
El opositor fue devuelto de nuevo a prisión el lunes, tras una valoración “satisfactoria” de los médicos que le habían atendido, que consideraron que sufría de una “dermatitis de contacto” provocada por “una reacción alérgica”. “Nunca he tenido alergias”, contradecía el propio paciente. Su médico personal no recomendaba la vuelta del opositor a prisión, donde presuntamente podía encontrarse el agente infeccioso sin, además, haber podido comprobar los resultados de las pruebas médicas, como ha criticado su asistente de prensa, Kira Yarmysh.
El opositor comenta que en la tarde del sábado comenzó a sentir los primeros síntomas, cuando sus compañeros de celda le señalaron durante el paseo por el patio de la cárcel que tenía el cuello rojo. Posteriormente comenzó a sentir escozor en la frente y alrededor de los ojos.
Vasilyeva apuntaba a más motivos de sospecha como que al menos cinco personas más habrían tomado la misma comida sin que se registrasen síntomas parecidos. Además, el hospital no ha dado a conocer el diagnóstico ni al propio Navalny ni a su círculo cercano, que han tenido que enterarse a través de la agencia de noticias Interfax.
“La ropa de cama es mía. Es de mi bolso para la cárcel, que siempre está listo. También guardo ahí el jabón, la pasta de diente y lo demás. Utilicé todo eso hace dos semanas” cuando cumplía una condena de 10 días. Su jefe de campaña, Leonid Volkov, ha restado importancia a lo ocurrido y ha pedido una “inspección seria” de las condiciones sanitarias de la prisión. Él también cumplió condena en la misma celda el mes pasado y tuvo una “reacción” similar, ha contado en su cuenta de Twitter.
Sin embargo, tanto el opositor como su círculo cercano han pedido acceso a las cámaras de seguridad para comprobar si alguien más habría accedido a la celda e insisten en el envenenamiento. Las sospechas empezaron la noche del sábado, cuando empezó a sentir dolor en la piel como si le hubiesen “frotado con lana de vidrio”, cuenta Navalny. Fue un compañero de celda quien por la mañana le alertó de la hinchazón en la cara, y al verle una enfermera llamó directamente a una ambulancia.
“No podemos excluir que el daño tóxico en la piel provocado por químicos haya sido provocado por 'una tercera persona'”, insistía la médico personal del opositor tras observar los síntomas el domingo. Efectivamente, Navalny es quizá la única figura capaz de disputar el poder a Putin, y no sería la primera vez que el líder ruso es acusado de utilizar medios similares para quitarse de en medio a la disidencia.
Contra la disidencia
El caso de Sergei V. Skripal ha sido uno de los más mediáticos. El exespía ruso y su hija fueron envenenados con un “agente nervioso” en Reino Unido en marzo de 2018 y, aunque la Policía británica identificó a los sospechosos, Rusia sigue negando su participación. Una mujer inglesa que habría tenido contacto con el químico falleció. El caso desató una oleada de crítica internacional, Reino Unido expulsó a decenas de diplomáticos rusos y Estados Unidos impuso una batería de sanciones contra el país.
Y hay una ristra de opositores que se han visto envueltos en casos similares: los ya mencionados Vladimir Kara-Murza y Pyotr Verzilov, pero también Alexander Litvinenko, Boris Nemtsov, Sergei Magnitsky, Anna Politkovskaya o Yuri Shchekochikhin, como recuerda The New York Times. El último en ser encarcelado por investigar la corrupción en el país fue el periodista Iván Golunov, que fue liberado tras una intensa campaña de presión y movilización social.
Vladimir Kara-Murza, activista del partido Open Russia falleció el domingo después de una larga enfermedad a los 59 años, como han informado sus familiares. En 2017 cayó en enfermo por segunda vez con el mismo diagnóstico: “influencia tóxica de una sustancia desconocida”, explicó su esposa.
Kara-Murza era muy cercano a Boris Nemtsov, el que fuera vicepresidente de Rusia en los años noventa hasta en dos ocasiones, que fue asesinado a tiros en pleno centro de Moscú, a pocos metros del Kremlin, en 2015. En este caso, fueron procesados varios líderes chechenos, aunque no se llegó a esclarecer las causas ni quién dio las órdenes del asesinato.
También fueron condenados los autores, de origen checheno, del asesinato de la periodista Anna Politkovskaya, muy crítica con el Kremlin. Su círculo cercano y la dirección del medio de comunicación en el que trabajaba denunciaron la falta de transparencia en la investigación oficial.
Alexander Litvinenko era, como Skripal, un antiguo espía y también fue asesinado en Reino Unido. Falleció en 2016 tras ser intoxicado con polonio 210. El Kremlin se desvinculó de ninguna sospecha de responsabilidad y criticó que el caso estuvo “politizado”.
El caso de Sergei Magnitsky causó tanta condena internacional que hasta Estados Unidos creó una ley con su nombre, por la que se prohibía la entrada en el país a sospechosos de estar relacionados con su muerte. El abogado falleció en prisión en 2009 en circunstancias que todavía no se han aclarado.
Aunque aparentemente no esté relacionado con el Kremlin, merece ser recordado el reciente asesinato de Yelena Grigórieva. La joven activista por los derechos de las personas LGBTI, un colectivo fuertemente criminalizado por el régimen ruso, murió apuñalada. Su pareja criticó la falta de protección por parte de las fuerzas de seguridad, que ya habían sido avisadas de las crecientes amenazas de muerte que recibía Grigórieva.
Manifestaciones en Moscú
Alexei Navalny fue una de las aproximadamente mil detenciones que tuvieron lugar el sábado 20 de julio en Moscú. “¡Rusia será libre, esta es nuestra ciudad!”, coreaban los miles de manifestantes que protestaban por la falta de transparencia en el proceso electoral de la alcaldía de la capital. Las marchas no fueron autorizadas por las advertencias de la Comisión Electoral, que alegó que se podría generar un clima de violencia.
La misma institución es la que ha dejado fuera de la carrera a la alcaldía al resto de los 57 candidatos independientes que pretendían presentarse. Para ser autorizados, los candidatos debían recoger 5.000 firmas de apoyo, lo que en la práctica “significa ofrecer información personal de forma voluntaria para la base de datos de partidarios de la oposición del gobierno”, advirtió el fallecido Kara-Murza en The Washington Post.
Lejos de rectificar, el fiscal general de Rusia, Yuri Chaika, insistía el martes en “reprimir con dureza las violaciones [de la ley que prohíbe manifestaciones no autorizadas], utilizando todos los instrumentos” a su disposición para evitar incidencias durante la jornada electoral del próximo 8 de septiembre.
Tras las detenciones del pasado sábado, varios líderes de la oposición extraparlamentaria rusa, entre los que se encuentran Iliá Yashin, Iván Zhdánov, Konstantín Yankauskas, Vadim Korovin, Vladímir Mílov y Alexandr Soloviov, fueron condenados a penas de arresto de entre 7 y 30 días. Un total de 61 personas recibieron sanciones administrativas y otras 161 fueron multadas, informaba el martes el Tribunal de Moscú.