La portada de mañana
Acceder
Feijóo confía en que los jueces tumben a Sánchez tras asumir "los números"
Una visión errónea de la situación económica lleva a un freno del consumo
OPINIÓN | La jeta y chulería de Ábalos la paga la izquierda, por Antonio Maestre

Ortega, paro y lucha por los derechos laborales: las mujeres tras el estallido de violencia en Nicaragua

“El pasado 19 de abril el Gobierno de Ortega anunció un decreto de reforma de la Seguridad Social que el pueblo no recibió con agrado e hizo que la gente saliese a la calle a oponerse”, la voz que inicia este relato en la sede de Oxfam Intermon, la de Martha Sandino del Movimiento de Mujeres María Elena Cuadra (MEC), suena cansada. Probablemente Sandino haya narrado cientos de veces cómo en la última primavera el caos y la violencia azotaron el corazón de Managua y cómo la represión se ha perpetuado hasta la fecha.

Al día siguiente, se produjeron los primeros muertos (muchos de los asesinados fueron estudiantes), los disturbios entre los autoconvocados, la policía y los paramilitares se prolongaron durante días y, hace un mes, quedó confirmado que el Gobierno de Ortega utilizó armas de guerra contra los manifestantes. Disparos certeros de francotiradores o el uso de rifles de asalto se han saldado con más de 300 víctimas –de ellos, 22 eran policías–, 2.000 personas heridas y miles de desplazados.

Pero la violencia, las detenciones y la persecución no han sido las únicas consecuencias que ha vivido la población, recuerdan desde este movimiento. Además de esto, miles de personas se han visto obligadas a huir del país tanto por miedo como por la falta de trabajo rumbo Costa Rica y Europa. Un total de 200.000 trabajadores han perdido su empleo, apuntan desde la organización, y la precaria situación laboral del país no augura soluciones a corto plazo para los jóvenes que ya salieron en masa para decir no al retraso en la edad de jubilación y no al aumento de las cotizaciones a la Seguridad Social.

Lo que se cuenta en las calles de Managua es que de ninguna manera el país tendrá suficiente dinero para pagar las pensiones futuras y que afrontar una subida en las cotizaciones o retrasar la edad de jubilación no eran soluciones justas. Finalmente, el Gobierno de Ortega y Murillo [Rosario Murillo, vicepresidenta y esposa del presidente] no implementó la nueva medida, pero en la calle la semilla de la indignación ya había rebrotado.

“El país quedó semiparalizado, la gente salió a los tranques a hacer presión […] El 19 de julio, fecha que conmemora la Revolución Sandinista, el Gobierno procedió al desalojo de los tranques y despejó las principales vías del país. En ese momento, el país comenzó a retomar su actividad”, continua Sandino.

Pero para entonces, el escenario de juego ya había mutado. La lucha de este colectivo de mujeres se remonta a muchos años atrás, pero son conscientes de cómo el repunte de violencia y la posterior represión pueden incidir directamente el la lucha por los derechos laborales de las mujeres. Según recuerdan desde el MEC, Nicaragua es el país centroamericano con la mano de obra más barata y los trabajos con menores sueldos, que suelen ocupar las mujeres, son las labores domésticas y el trabajo en las maquilas.

Despidos, salarios bajos y enfermedades

“Primero fueron los 200.000 despidos, gran parte son del sector maquila y del doméstico. Después, muchas mujeres se vieron obligadas a migrar y habría que tener en cuenta que muchas de nosotras somos mujeres cabeza de familia, madres solteras que hemos tenido que separarnos de nuestras parejas por casos de violencia”, confirma Cony Velásquez, también del MEC.

Las condiciones laborales en las maquilas, grandes empresas de capital extranjero que se instalan en países como Nicaragua y México para conseguir mano de obra a muy bajo coste, ya eran pésimas antes del levantamiento contra Ortega. “Por fuera, son edificios con apariencia americana. Por dentro no cumplen las condiciones ergonómicas necesarias”, denuncia Sandino. En las maquilas se produce hacinamiento, hay zonas en las que por ejemplo se trabaja con tabaco en las que no existe ventilación, no hay regulación en torno al ruido y, en la mayoría de ocasiones, no disponen de comedores para sus trabajadores.

“Con lo que ganamos en las maquilas, en torno a 150 euros mensuales, no llegamos ni a la mitad de la cesta de la compra”, protesta Velásquez, que también recuerda que otra de las luchas de las mujeres es conseguir mejoras sanitarias. “Hay mujeres en las maquilas que desconocen que están enfermas y que se dan cuenta tiempo después”, asegura.

Esta organización de mujeres lo tiene claro: la salida de la crisis debe pasar por la celebración de unas nuevas elecciones. Pero, lo que se preguntan fuera y dentro del país es quién podría plantarle cara al Gobierno de Ortega. Ante la falta de oposición política en el Parlamento, lo que muchos sectores sociales nicaragüenses esperan es que la alianza cívica que actuó en la calle prospere y se defina en ente político.

Sin embargo, desde Amnistía Internacional alertaron este mismo mes que en el país existe “un debilitamiento institucional que hace que la participación política sea prácticamente nula”, dijo a eldiario.es Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional. “Existen partidos políticos que son anulados por el aparato estatal; el poder Ejecutivo se ha hecho con los otros dos poderes. De esta manera, se deja muy poco espacio para la participación de otros partidos”, concluía.