Los palestinos de Gaza no son marionetas ni cómplices de Hamás
Sin piedad y sin remordimientos. El presidente de Israel sabe a quién culpar por el asalto de Hamás del 7 de octubre que mató a 1.300 israelíes, de los que un millar eran civiles. “Es toda una nación la que es responsable. No es cierta toda esa retórica de que los civiles no lo sabían, que no eran responsables. No es cierto en absoluto. Podrían haberse alzado, podrían haber luchado contra ese régimen maligno que se hizo con el control de Gaza en un golpe de Estado”, dijo Isaac Herzog.
De forma mucho más agresiva, otros políticos israelíes han hecho la misma afirmación en las últimas semanas. Todos los gazatíes son culpables de esa matanza. Por acción u omisión. Hamás ganó las últimas elecciones palestinas hace diecisiete años y eso convierte a todos ellos en culpables o cómplices. Por tanto, podrían ser castigados con la misma dureza que la cúpula política y militar de Hamás. Es una forma de justificar la campaña de bombardeos indiscriminados en la que han sido eliminados miles de civiles o de volcar toda la culpa en el enemigo por la muerte de 3.826 niños y adolescentes palestinos.
Una televisión israelí convirtió ese razonamiento en un gráfico sobre el número de bajas en la guerra de Gaza. Lo hizo al definir los 7.546 palestinos muertos hasta ese momento como “terroristas”. Nadie que haya cubierto el conflicto desde hace décadas se sorprenderá por esa definición. La ha visto muchas veces.
Todos esos mensajes tienen consecuencias. Una encuesta reciente muestra que el 83% de los israelíes judíos no cree que se deba considerar el sufrimiento de la población civil de Gaza al planificar las operaciones militares.
Los hechos desmienten las afirmaciones de Herzog y otros, incluso teniendo en cuenta los resultados de las elecciones de 2006 en Gaza y Cisjordania. En esos comicios, Hamás obtuvo el 44% de los votos, frente al 41% de Fatah, el partido que controla la Autoridad Palestina en Cisjordania. Los islamistas recibieron 74 escaños, Fatah 45 y otros partidos 13. Excepto en el caso del núcleo duro de sus votantes, la mayoría de los apoyos que recibió venía de gente para la que un voto a Hamás era un voto contra Fatah y la decepción acumulada a lo largo de años.
“En su mayor parte, estaban votando con la oposición y contra Fatah, contra la corrupción, contra el nepotismo, contra el fracaso del proceso de paz y contra la falta de liderazgo”, dijo entonces Mustafá Barguti, que fue uno de los delegados palestinos en la Conferencia de Paz de Madrid de 1991 y que no pertenecía a ninguno de los dos partidos.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces. En torno a la mitad de los residentes de Gaza tienen menos de 18 años y obviamente no votaron en 2006. La evolución de la opinión pública ha experimentado distintos cambios, pero cuenta con una característica clara en la última década. El nivel de apoyo a Hamás ha ido descendiendo, porque los gazatíes hacen responsable al movimiento islamista de muchas de las carencias económicas y políticas que sufren.
Una encuesta reciente hecha antes del inicio de esta guerra lo confirma. El 67% de los palestinos de Gaza tiene poca o ninguna confianza en el Gobierno de Hamás (el 44% no tiene ninguna confianza). Sólo el 29% tiene mucha o bastante confianza en los islamistas que controlan el poder sin dejar ningún espacio a la disidencia política.
El sondeo, que forma parte del Barómetro Árabe que se lleva a cabo desde 2006 en 16 países de Oriente Medio y el norte de África, muestra una población totalmente decepcionada con el Gobierno de Hamás y también con el Gobierno de la Autoridad Palestina que preside Mahmud Abás, de 87 años y sucesor de Yaser Arafat al frente de Fatah.
El aumento de la pobreza es una de las principales razones de la pérdida de prestigio de los gobernantes. El 75% de los encuestados afirma que en los treinta días anteriores se quedó sin comida suficiente o carecía de dinero para comprarla. Es un incremento de 24 puntos con respecto al sondeo de 2021. La mayoría achaca esa situación a problemas internos –tanto la incompetencia del Gobierno como la inflación– más que a las sanciones externas, fundamentalmente el bloqueo israelí.
Durante unos años, la existencia de los túneles por los que pasaban todo tipo de suministros desde Egipto contribuyó a aliviar esa situación de penurias constantes. Cuando el Gobierno egipcio bloqueó esa entrada, Gaza quedó abandonada a su suerte. La población culpa al Gobierno de Hamás por no haber hecho nada por revertir sus malas relaciones con el régimen del general Sisi.
La tasa de pobreza de Gaza creció del 39% en 2011 hasta el 59% en 2021, según el Banco Mundial.
En el plano político, los gazatíes saben que es muy difícil manifestar sus discrepancias. El 68% cree que el derecho a participar en una manifestación no está protegido por Hamás o sólo lo está hasta cierto punto.
Una vez que Fatah fracasó en su intento de un levantamiento armado contra Hamás en Gaza con el apoyo de la Administración de George Bush, Hamás se hizo con el control total. Los islamistas saben que Fatah sigue contando con apoyos. No busca detenerlos a todos, pero cuando intentan reanudar su actividad política son rápidamente reprimidos.
Más allá de los asuntos económicos, los habitantes de Gaza no comparten elementos esenciales del ideario de Hamás. No están de acuerdo con su carta fundacional que predica la eliminación del Estado de Israel, un asunto que no estaba en su programa de las elecciones de 2006. La encuesta les ofrece tres opciones para el conflicto con Israel. El 54% está a favor de la solución de los dos Estados que es rechazada por Hamás. Sólo un 9% apoya la idea de un Estado único para israelíes y palestinos.
Otras encuestas han ofrecido datos diferentes en el pasado. Es habitual que Hamás o incluso Yihad Islámica, un grupo más extremista y sin otro programa político que continuar la lucha contra Israel, disfruten de un aumento de su apoyo en sondeos después de una ofensiva israelí contra Gaza con un alto número de víctimas. En la encuesta del Barómetro Árabe, un 20% apoya la continuación de la resistencia armada contra Israel rechazando la idea de los dos Estados. Un 20%, aun siendo significativo, no es la mayoría de la población.
En 2014, cuando los bombardeos mataron a 2.200 palestinos en 49 días, un 79% de los habitantes de Gaza y Cisjordania opinaba que Hamás había salido triunfadora del conflicto. El porcentaje de los que se oponían al desarme de las milicias palestinas de Gaza aumentó en veinte puntos en relación a otro sondeo hecho meses antes.
Cuanto más hace Israel por destruir a Hamás, más la refuerza a ojos de la opinión pública palestina. De ahí que esa encuesta de 2014 dijera que Ismaíl Haniye, entonces primer ministro de Gaza, hubiera obtenido un 61% de los votos en unas elecciones presidenciales, frente al 31% de Mahmud Abás. Haniye encarnaba en ese momento el espíritu de resistencia. Hoy, no sacaría una cifra tan alta al vivir en Qatar desde donde dirige la Oficina Política de Hamás. De hecho, en la última encuesta sólo recibe el 11% de los votos.
En muchos aspectos, la visión de los gazatíes se asemeja a la de los habitantes de Cisjordania. A pesar de que no ha habido negociaciones efectivas por la paz en los últimos veinte años, continúan dispuestos a aceptar un desenlace que consista en la creación de un Estado palestino y la firma de la paz con Israel. Se oponen a la desaparición de los grupos armados, porque la consideran equivalente a una rendición y al fin de sus aspiraciones de autogobierno. Su nivel de apoyo a los gobiernos dirigidos por Fatah y Hamás es muy bajo. Rechazan su incapacidad de asegurar el bienestar económico de la población o de controlar la corrupción.
Todos estos hechos han significado muy poco para los políticos israelíes en las últimas semanas. El ambiente de guerra y el dolor por tantas víctimas asesinadas el 7 de octubre han hecho que algunos hagan declaraciones difíciles de aceptar en cualquier democracia. Meirav Ben-Ari, diputada del partido centrista Yesh Atid, llegó a decir en un intenso debate en el Parlamento que “los niños de Gaza han sido responsables de lo que ha ocurrido”. Somos un país amante de la paz, dijo, y las otras víctimas no están en la misma posición que las nuestras. Es difícil no interpretar estas palabras como un llamamiento a favor de la eliminación sistemática de la población civil del enemigo.
Amaney Jamal, una de las coautoras del Barómetro Árabe, recuerda en el podcast de Ezra Klein, las palabras de la reina Rania de Jordania, que es palestina, en una reciente entrevista en CNN. “Básicamente, su mensaje era: quiero que Occidente recuerde que somos personas, somos seres humanos. Ellos son sólo seres humanos. Cuando cualquier líder dice sólo eso, vemos cambios en la opinión pública (de los países occidentales) que son mucho más favorables. Los palestinos están frustrados por la falta de humanización de sus propios hijos, de sus propias vidas”.
Son sólo seres humanos, también los ciudadanos de Gaza que ahora sufren una tragedia de dimensiones inconcebibles. No son marionetas de Hamás ni cómplices de sus actos.
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