- La Revista Anfibia cuenta en este reportaje quiénes se oponen a la medida, con el pañuelo celeste como símbolo, en contraposición al pañuelo verde de las activistas por el aborto legal
Cuando Giselle escuchó el primer comentario contra su pañuelo verde, hubo una fracción de segundo en la que pensó: ‘Bueno, debatamos’. Porque los vio venir a los dos tan pibes, tan jóvenes. Hasta menuditos. Pero fue eso: una fracción de segundo. Enseguida sintió el tirón sobre su pañuelo por el aborto legal, seguro y gratuito. El empujón. El grito de ‘¡Asesina, por qué no te morís vos!’. Corrió tan rápido como pudo. Se ‘despertó’ recién a las dos cuadras, cuando pudo frenar y llamar a una compañera. En la zona de la estación de Carupá, en el límite entre San Fernando y Tigre, con pocos días de diferencia hubo por lo menos cuatro ataques como el que sufrió Giselle. Todos después de que el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo obtuviera media sanción en Diputados. Ese fue el punto de inflexión: a partir del 13 de junio los sectores antiderechos redoblaron la apuesta. La Iglesia entró en una posición beligerante, las ONG confesionales activaron grupos en los medios, acrecentaron su presión sobre el Gobierno y sobre los bloques opositores, y potenciaron la agresión en la calle, contra locales partidarios del proyecto, periodistas y escritoras. Y empezaron a verse más pañuelos celestes con el lema “Salvemos las dos vidas”.
“Yo me metí muy para adentro, me saqué el pañuelo y tengo debates con muchas compañeras. Lo llevo adentro de mi mochila, pero no puedo sacarlo. No estoy con las energías como para confrontar y todos los días voy a ese lugar. No dejé de usarlo, dejé de visualizarlo: cambio de cartera y me lo pongo. Lo llevo desde el Encuentro de Mujeres de San Juan (en 2013). A veces, cuando estamos en manada, me siento segura y lo vuelvo a sacar afuera”, cuenta Giselle, de 31 años, militante en un bachillerato popular de Las Tunas y feminista.
Una semana después de los ataques se organizó un pañuelazo en Carupá. Las referentes de género de la zona hicieron hincapié en la defensa colectiva, en la importancia de interceder ante episodios de agresión a chicas (y chicos: en la región detectaron al menos un caso contra un varón de 15 años) con pañuelo verde. “Tenemos que ir por nuestra autodefensa porque el Estado no va a estar ahí”, dice Victoria Aguiló miembro de la Regional Norte de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal y de la Campaña contra las Violencias hacia las Mujeres. El caso es solo una de las reacciones contra el movimiento de mujeres.
La reacción antifeminista comenzó con los primeros avances del movimiento de mujeres a nivel internacional, a fines de los sesenta. Su nombre en inglés “Pro life” fue traducido literalmente en nuestro país. Una de las primeras ONGs de Estados Unidos fue el Comité Nacional por el Derecho a la Vida (NRLC, según sus siglas en inglés). Según el politólogo Pablo Gudiño Bessone, esta entidad intentó plantearse como aconfesional e independiente de la Iglesia Católica. Y como otras transformó su discurso en argumentos que se parecen más a la ciencia que a la moral, sin borrar el dogma. La Human Life International (HLI), al igual que la NRLC, crearon filiales en otros países. En la Argentina, son la ONG Pro Vida de Roberto Castellano (quien califica al aborto como “un acto de terrorismo”), Familias del Mundo Unidas por la Paz (FAMPAZ) y la Red Federal de Familias.
Pese a que en esta última etapa de la discusión de la ley de interrupción voluntaria del embarazo las ONG antiderechos se centraron en denunciar influencias foráneas, lo cierto es que utilizan materiales creados en Estados Unidos como “El Grito Silencioso”, el “documental” producido por la NRLC y dirigido por el obstetra Bernand Nathanson. Allí muestran un feto gritando por su vida mientras es abortado. Ese video se reproduce hace décadas en colegios católicos.
Si bien las primeras ONG antiaborto surgieron en la Argentina a mediados de los ochenta, ya existían antecedentes de la utilización de un discurso anti aborto durante la dictadura por parte de la Iglesia. Según la historiadora Karina Felitti hubo un uso estratégico contra el Nunca Más y las Abuelas de Plaza de Mayo. En 1979 ante la visita de la CIDH, el rector de la UCA Octavio Derisi llamó a los emisarios de la OEA que visitaban las cárceles argentinas a “estudiar el problema del aborto en tanto violación de derechos”. En 1978 el obispo de La Plata Antonio Plaza -denunciado por su activa colaboración con el aparato genocida- cuestionaba: “¿En post de qué normas se inmiscuyen en otros países pretendiendo controlar la natalidad?”. Y la revista SOMOS decía en 1979: “¿Cómo puede hablar de derechos humanos Estados Unidos, un país que ha tenido un millón de abortos en un año?”.
Ya en democracia surgen grupos pro-familia en el contexto de las discusiones por el divorcio. En los noventa se consolidan con la instalación del debate por el aborto. En 1994 participan en la disputa en la Constitución para intentar poner una cláusula anti aborto. “El contexto de los noventa es central para entender el surgimiento del movimiento pro vida: un mayor protagonismo de los grupos religiosos para frenar la agenda por los derechos sexuales y los derechos de género”, explica Gudiño, quien los investigó desde su conformación hasta la actualidad.
El carácter reactivo de estos grupos no es una novedad. Son organizaciones que aparecen y acrecientan su actividad cuando hay algún avance en los derechos de las mujeres o las disidencias sexuales al que oponerse e intentar resistir. “Funcionan como un movimiento en contra de la agenda de género”, dice Gudiño.
La mayor reacción antiderechos se da en momentos clave como en 2010 cuando se discutió la Ley de Matrimonio Igualitario, la política de educación sexual y el crecimiento de la Campaña Nacional por el Aborto. Las organizaciones se volvieron a agrupar contra la Ley de Identidad de Género en 2012 y en las discusiones por el nuevo Código Civil en 2014.
Durante esos hitos se agruparon. En 2010 crearon la Red Federal de Familia para impedir que las parejas homosexuales se casen (otras redes que ya funcionaban son la de Universitarios por la Vida y el Congreso Nacional Familia y Vida). Y este año, con la discusión por el derecho al aborto, surgió Unión PRO Vida que agrupa a unas 150 organizaciones.
Hay que decirlo: es un muñeco enorme de un feto. Visto de cerca se parece más a algo salido de los Expedientes X que al bebé tierno que los grupos quieren mostrar. Lo llevan a todas las movilizaciones frente al Congreso. En esta en particular el orador -camisa abierta y transpirada pese al frío, una cruz decididamente asomando- intenta ponerle picante a la manifestación con un cantito de tribuna:
- No queremos el abortooo / no queremos el aboooo / acá están los que pedimoooos por la vida de los dos.
Entre los manifestantes hay más hombres que mujeres. Algunos llevan pancartas que muestran situaciones sangrientas. Una lleva en brazos un bebé de plástico. También hay banderas argentinas, como en los cacerolazos o los actos “del campo”. El estilo se repite en otras manifestaciones como en la liturgia religiosa.
Navegar entre los distintos sellos que tienen los grupos antiderechos puede resultar confuso: +Vida, Centro de Asistencia a la Vida Naciente (GRAVIDA), Asociación Civil CULTIVIDA, Pro Vida Déjalo Vivir, La merced Vida, Elegimos la Vida (Buenos Aires), Argentinos Alerta, Fundación Argentina del Mañana, Frente Joven, son algunos de las decenas de nombres que aparecen. Lo primero que hay que advertir es que existen jerarquías y diferencias que pueden escapar a quien los observe como un bloque homogéneo.
La socióloga e investigadora del Conicet en el Programa Sociedad Cultura y Religión (CEIL) Gabriela Irrazábal advierte que hay distintas facciones: por un lado, las ONG cuyo accionar es “más performativo”: actos, marchas, campañas en redes sociales, uso de escarpines, canciones de cuna o hasta bebés gigantes. Esos grupos tienen un componente importante católico de base. Se destacan los evangélicos, que suelen ser quienes más aportan número en la calle. Una de las organizaciones principales de los evangélicos es ACIERA, que se disputa el mayor número de asistentes a las marchas con la ONG cristiana +Vida, de Raúl Magnasco.
Hay un segundo grupo que intenta tomar distancia discretamente de los manifestantes “arroja nenucos”. Se trata de cuadros médicos y del derecho de la UCA y la Universidad Austral que participaron del debate en el Senado. Este sector se suele observar las acciones colectivas y más emocionales como contraproducentes o de baja efectividad. Ellos tiene otro capital simbólico: son jefes de servicio de un hospital, abogados, especialistas en bioética. “Difieren en las estrategias de su participación en el espacio público: unos funcionan como expertos, otros hacen acciones performativas, revolean bebotes, etcétera. Este último sector estudia en universidades en Estados Unidos. Y muchos se especializan en tener al feto como paciente”, explica Irrazábal. “La diferenciación entre los sectores es su preparación académica y les resulta frustrante la participación de sector más performativo”.
A un diputado macrista que estuvo durante todo el debate y votó a favor de la ley le llamó la atención el discurso unificado de los expertos católicos. Hasta repetían los mismos videos. En cambio, los evangelistas presentaban argumentos más variados e intensos.
El núcleo básico de coincidencias entre católicos y evangélicos, entre manifestantes y expertos, es una misma idea: existe vida desde la concepción. Eso surge de “una alianza de la Iglesia católica con la embriología del siglo XIX. Pasó al dogma y no ha cambiado. Dentro de todas las teorías tomaron esa e incluyeron algunos avances de la genética: dicen que si hay ADN humano hay persona humana”, cuenta Irrazábal. Entre los grupos especializados en bioderecho está la ONG cordobesa Portal de Belén, que frenó la aplicación del protocolo de aborto con un amparo y se prepara para litigar en caso de que salga la ley.
A pesar de las diferencias de estrategia las ONG se unieron ante el avance de la ley en Unión Pro Vida. Hay sectores que se declaran aconfesionales y otros que no lo ocultan, grupos de médicos y militantes de partidos de ultraderecha. A la vanguardia está el Frente Joven. Sus referentes son Gustavo Mellado y Leandro Flocco. “Lo que le falta a la gente es información. Los medios hacen lo suyo y siguen repitiendo ciertas cosas para legitimar el proyecto”, dice Flocco. La principal actividad del Frente Joven es salir a informar en las calles, mostrarse con los pañuelos celestes y abordar a la gente en el transporte público y las plazas: cara a cara encuentran buenas respuestas. Se organizan por Facebook y Whatsapp y no tienen más financiamiento que los aportes individuales (en la web de Unión Pro Vida figuran opciones por 300, 600 y 900 pesos).
Otra de las ONG de la red es la Fundación CONIN de Abel Albino, que recibe financiamiento estatal: el año pasado fueron 52 millones de pesos y este año tiene previsto 121 millones en subsidios, según informó el jefe de Gabinete, Marcos Peña, al Congreso.
Hay ONG que tienen décadas, como la Fundación Gospa de Alejandro Geyer, que coordina la llamada “Marcha por la Vida”. Se reúnen en fechas ya tradicionales como el Día del Niño Por Nacer (25 de marzo). Otros grupos se crearon después de la votación en Diputados, como la Comisión Federal de Abogados Pro Vida. “Tratamos de lograr en lo posible que se unifiquen algunas marchas. Hay sectores que se quieren mostrar fuertes como los cristianos evangélicos que van a marchar el 4, pero hay otra marcha el 5 en todas las provincias. Lo que les dijimos es que hagan las marchas que quieran pero el 1° de agosto y el 8 sobre todo, que estemos todos”, dice Elías Natanael Badalassi, representante del grupo de abogados. A las distintas movilizaciones, no siempre coordinadas, el Frente Joven sumó una frente a la Quinta de Olivos.
La ONG GRAVIDA busca el “rescate” de mujeres embarazadas y su contención hasta el parto, algo que el senador Federico Pinedo propuso como política de Estado. Tienen “centros de asistencia a la vida naciente” en Bahía Blanca, Morón, Rosario, San Nicolás, Corrientes, San Juan, Salta, entre otros. En la misma línea la Fundación La Merced repartió folletos en los que se manifiestan contra el uso de métodos anticonceptivos y comparan los abortos con el genocidio nazi en colegios católicos.
Esta mañana algunos diarios provinciales amanecieron con avisos de páginas enteras que interpelan a los senadores que están a favor bajo el hashtag #ConAbortoNoTeVoto. Todas llevan la firma de la CitizenGo, una organización de origen español que se opone al matrimonio igualitario y al aborto.
Tradicionalmente la Iglesia ha dejado actuar a estos grupos sin involucrarse abiertamente con sus acciones. Pero en las últimas semanas algo cambió. En un comunicado oficial dijeron: “Apoyamos y animamos a participar a quienes deseen manifestarse públicamente como ciudadanos responsables para testimoniar el respeto por la vida en el marco del derecho de expresión propio de la democracia”. La socióloga Sol Prieto, autora del libro El fin del mundo sobre el Papa Francisco, explica son las organizaciones ‘pro vida’ quienes van a discutir, no los obispos. No es habitual que hayan ido sacerdotes (como el padre Pepe). “Bergoglio tuvo una posición muy fuerte a posteriori de la media sanción. El 16 de junio se juntó con el Foro por los Derechos de la Familia (una ONG católica mundial). Ahí dijo lo del aborto como nazismo con guantes blancos. También lo hizo luego del referendum por el aborto en Irlanda. Es probable que los sectores más conservadores de la Iglesia consideren un fracaso a este Papa: en los países más asociados al catolicismo -como Irlanda- y en el propio país de él avanza el aborto”, dice Prieto.
El mismo 13 de junio, cuando se debatía el proyecto en Diputados, varias mujeres que militan la causa verde fueron agredidas con agua hirviendo y luego amenazadas a través de las redes sociales. Así consta en el relevamiento de agresiones de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito: tras la media sanción se incrementó la violencia, dice la referente Laura Salomé.
Giselle, la chica atacada en Carupá logró escapar. Otra de las chicas, no. La tumbaron a los golpes y terminó en el piso, escupiendo sangre. Está aterrada y no quiere hablar.
Micaela tiene 20 años, estudia y milita en la universidad. La atacaron por llevar pañuelo verde en Godoy Cruz, Mendoza. “Me empujaron, me tiraron al piso, me dieron patadas para sacarme la mochila con el pañuelo. Eran dos varones y dos mujeres, tenían 18 años aproximadamente. Fue en la calle y nadie me ayudó”. Le gritaron: “estamos a favor de la vida”, “ojalá algún día te violen”, “puta”, “asesina”. En la comisaría local le pidieron que los describiera y le tomaron los datos, pero nunca más la llamaron. Ella tampoco insistió con la denuncia. Después de unos días, volvió a llevar el pañuelo verde a la vista.
Los ataques se repiten en otros lugares del país. También en Mendoza, tres casas aparecieron pintadas con mensajes antiaborto el 9 de julio en el barrio Cano. Diez días antes a Alicia Maldonado, referente local, una vecina la pateó y golpeó al grito de “abortera, chilena, puta”. En en San Rafael pintaron “viva la patria”, “no al aborto, sí a la vida” y “no adoctrinen” en la fachada del Instituto de Educación Superior de Atuel.
En Corrientes una joven denunció que una mujer con la cara tapada con una bufanda negra les tiró agua a ella y a otras personas que llevaban el pañuelo verde. “A mí me saltó en la boca, no fue mucho pero sentí el sabor a pimienta y me comenzó a arder, me dolía y no sentía la boca”, contó. En Salta la coplera Mariana Carrizo no salió de su casa durante unos días por las agresiones que recibió luego de declararse a favor de la IVE. En Río Negro a un joven lo apedrearon en una plaza y a una chica la emboscaron entre tres para arrancarle el pañuelo de la mochila.
En Tucumán atacaron a Fabiana Reina, una médica que hizo un aborto no punible a una nena de 12 años abusada, algo que está contemplado en el Código Penal desde 1921. La escracharon y difundieron sus datos. En Santa Fe una enfermera propuso “hacer sufrir” a las mujeres que aborten en un posteo en Facebook. El caso llegó a la Unidad Especializada en Violencia Contra las Mujeres (UFEM). Allí también recayeron las denuncias contra el médico riojano que propuso hacer abortos sin anestesia y contra la página de Facebook Argentinos por la Patria.
En la Ciudad de Buenos Aires un grupo “pro-vida” que portaba una gran cruz de madera amenazó a Carla C., una abogada de 33 años que caminaba a media mañana en la zona de Tribunales. “Salí de un bar sobre Riobamba y caminé por Santa Fe hacia Callao. Iba con mi pañuelo en la cartera, con los auriculares puestos y mirando el celular. No me percaté de que había un grupo manifestándose. Serían 12 o 15, frente a un edificio donde supuestamente se practican abortos clandestinos. Entre ellos había uno tipo con una cruz de madera como de un metro. Pasé por ahí como paso por cualquier tumulto, pero uno de ellos se me cruzó, se me paró adelante y me empezó a insultar. ‘Asesina, morite’. Me siguieron insultando hasta que llegué a Callao. Dos o tres de ellos me seguían, casi apoyándome la cruz de madera en la espalda”, relató. “La gente miraba, pero nadie hizo nada”.
Por lo menos cuatro locales de Nuevo Encuentro en la ciudad de Buenos Aires fueron vandalizados con amenazas en letras de aerosol rojo. Tres casos a principios de julio, el cuarto algunas semanas después. Todos con la misma inscripción: “Abortistas, se la vamos a cobrar”.
La Coordinadora argentina por los Derechos Humanos (CADH) denunció amenazas a Natalia Montero, del Movimiento feminista MUMALA en San Martín. “El domingo 24 de junio del corriente año, siendo aproximadamente las 22 horas, mientras Natalia estaba mirando la televisión, escuchó una serie de fuertes piedrazos que caen sobre el ventanal del balcón de su departamento, donde tiene colgado un pañuelo verde de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito; mientras se escuchaban voces masculinas que gritaban ‘asesina’, y otra serie de insultos”, según consta en la denuncia y publicó Tiempo Argentino.
A partir de las denuncias, en la Campaña por el Derecho al Aborto Legal multiplicaron las reuniones de autocuidado.
La ausencia de banderas partidarias en las marchas contra el aborto legal es una de las características que destacan los referentes “pro-vida”. Sin embargo, hubo una que sí flameó entre bebitos de cotillón y pañuelos celestes: la de Bandera Vecinal. La agrupación neonazi que comanda Alejandro Biondini estuvo en manifestaciones porteñas y en Salta y Santa Fe. En Santiago del Estero aplaudió a los alumnos del colegio San Miguel Arcángel de Suncho Corral que marcharon a paso militar con pañuelo celeste al cuello. “Santiago del Estero: La otra Juventud que viene marchando para construir una Nueva Argentina”, escribió Biondini. Los militantes de su partido son fácilmente identificables entre quienes defienden el aborto clandestino: llevan el pañuelo celeste atado un poco más arriba del codo, como brazalete.
Así lo llevaba el joven que escribió con aerosol negro “asesina” sobre un pañuelo verde pintado en Plaza Moreno, La Plata. “Nacionalista, hincha de Racing, hincha de Chevrolet, presidente de la directiva Patriota Soldado Voluntario. BV, nacionalismo, única solución”, se describe a sí mismo en las redes sociales. Al ser filmado arruinando el pañuelo verde, a fines de junio, le gritó a la chica que lo escrachaba: “¡No van a ganar!”.
En el conurbano norte, tras la seguidilla de ataques en Carupá, también apuntaron contra neonazis. “Son grupos que entran en acción ante determinados casos. Son los mismos que saltaron contra el matrimonio igualitario y tuvieron confrontaciones con grupos anarquistas de la zona”, dice Victoria Aguiló, militante en la Regional Norte de la Campaña. Y señala que todos los ataques fueron en torno a la estación, un lugar lleno de cámaras y con presencia de personal del Centro de Operaciones Tigre (COT).
“Por ahora no tenemos vínculo (con Bandera Vecinal)”, asegura Badalassi, representante de la Comisión Federal de Abogados Pro Vida. “Si comparás nuestras marchas con el sector verde, te das cuenta que nosotros somos un grupo de familias y del otro lado hay banderas políticas, escenario, carpas. Más allá de lo que se diga en los medios, sí vimos muchas banderas políticas”, dice. Flocco, referente del Frente Joven y uno de los principales voceros del sector celeste, plantea que “reducir la defensa de las vidas a una cuestión partidaria parece poco serio, de un lado y del otro. Es no ver el tema a nivel social. Los muchachos de Bandera Vecinal se manifestarán y se harán presentes porque quizás hay ciertas cosas que comparten, pero así y todo no hay vinculación partidaria y me parece que es una manera de desacreditarnos el vincularnos con estos partidos”. Flocco fue quien propuso hacer “cacerolazos en las casas de los senadores” en un acto “pro-vida” en Ferro.
Banderas al margen, en las manifestaciones contra el aborto legal no sólo se vio el “grupo de familias” que describe Badalassi. En la masiva misa realizada en Luján estuvieron los hermanos Jorge y Marcelo Gristelli. Los mellizos, amigos del genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz, oficiaron de custodios voluntarios del represor cuando era juzgado en los Tribunales de La Plata. También en 2006 fueron agentes de seguridad del obispo Antonio Baseotto, representante de la derecha católica. En Luján –según consignó el medio local El Civismo- se los vio con pecheras celestes con la inscripción “Defensa. Seguridad. Por las dos vidas”.
Además de figurar en la agenda de Etchecolatz secuestrada en Marcos Paz, los Gristelli estaban a cargo de la librería Santiago Apóstol, donde se vendían títulos como Conversaciones con Mussolini y Papeles de Seineldín. En 2004 fueron noticia por irrumpir en una muestra del artista León Ferrari, dañando varias obras, y en 2011 aparecieron pintadas firmadas por Custodia, la agrupación que representaban, en las sedes de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y del Instituto de Pensamiento Socialista Karl Marx.
Una de las primeras militantes “pro-vida” en darle visibilidad a la postura celeste fue Mariana Rodríguez Varela. Más conocida como “la loca del bebito”, hija de Alberto Rodríguez Varela, ministro de Justicia en la dictadura cívico militar durante el gobierno de facto de Jorge Rafael Videla y defensor del genocida. El abogado Nicolás Márquez también está entre quienes se oponen férreamente a la legalización. Incluso fue convocado a dar charlas en colegios, como el Instituto San Alberto de Mar del Plata, donde terminó siendo abucheado. Márquez es autor de los libros La mentira oficial – El setentismo como política de Estado y La otra parte de la verdad – La respuesta a los que han ocultado y deformado la verdad histórica sobre la década del 70 y el terrorismo. Negacionismo y antiabortismo, en estos casos, van de la mano.
Dentro de los grupos que se oponen a la ley, la lectura de lo ocurrido en Diputados no fue homogénea. Algunos consideraron que habían perdido una batalla en la opinión pública por presentar voceros que no hacían otra cosa que caer en lugares comunes misóginos y plantear disparates ante los diputados. A la vez que se acrecentaba la campaña sobre los senadores y las agresiones en la calle, un grupo de personas que trabajan en los medios preparó videos con un tono menos agresivo y más positivo.
El articulador de ese grupo fue el periodista de La Nación Mariano Obarrio, cuya presencia pública contra la ley fue in crescendo en estos meses, tanto que fue uno de los oradores en el Senado. Obarrio creó un grupo de Whatsapp con distintas figuras de los medios, que van del periodista deportivo Toti Pasman a la modelo Amalia Granata.
“Obarrio me comentó que estaban haciendo un grupo porque en los medios se veía poco a la gente que estaba en contra”, contó Granata. En esos videos intentaron reunir la mayor cantidad de figuras públicas en contra de la ley. Hay que decirlo: la cosecha es magra. Los periodistas Gastón Solanges y Bernardo Magnaco, los peronistas Julio Bárbaro y Eduardo Menem, la modelo Nicole Neumann, la conductora Maru Botana y el historietista Enrique Breccia (hijo) pusieron la cara contra el aborto. “Buscamos un mensaje distinto al que predomina en los medios. Sabemos que hay muchos que piensan como nosotros pero pocos lo dicen”, dice Obarrio.
Los últimos videos sorprenden por la dureza que eligieron para tratar al Gobierno de Mauricio Macri. “Arrancamos la campaña con un tono pensando que iba a haber libertad de conciencia. Pero en el transcurso de este tema, y después de la votación de Diputados, nos enteramos de lo que fue pasando: no hubo libertad de conciencia. Para nosotros, que exponga (el ministro de Salud Adolfo) Rubinstein es una intervención del Poder Ejecutivo”, dijo el periodista de La Nación. “Buscamos general valores como la familia, la disciplina, la autoridad dentro de la familia. Son cosas que a veces se olvidan”.
En el grupo de Whatsapp no solo hay periodistas. También participan consultores en comunicación (como Rodrigo Fernández Madero, de la consultora Open Group, Matías Szapiro, gerente de Relaciones Públicas de Exxon, o Gustavo Pedace, gerente de Relaciones Institucionales del Grupo Roggio, que tiene la concesión de Metrovías), empresarios (como Hernán Maurette, presidente del Centro Azucarero Argentino), médicos, abogados y publicistas. Entre estos últimos, se pusieron al servicio de la campaña contra la ley Diego Albé –creador del fallido personaje de “Tipito”, un ícono antiderechos– y Patricio Torena. Ellos diseñaron el eslogan “Cuidemos las dos vidas” y el logo de corazón, intentando dar un mensaje positivo. Pero tras la votación en Diputados, la retórica cambió.
Los últimos videos fueron en colaboración con la productora Faro Films, que viene impulsando la campaña. Los responsables de esa productora son Patricio Dondo y Nicolás Canale, militante del Frente Joven. Canale atendió brevemente a Anfibia, se excusó y luego no volvió a atender su celular (el mismo que figura en el Facebook de Faro Films). En ese breve diálogo, confirmó que la productora no tiene existencia previa, que fue creada para oponerse a la ley en marzo de este año y que no figura con ese nombre inscripta ante la AFIP. La única empresa con esa razón social tiene el CUIT suspendido y era una distribuidora de películas creada en 1986.
Desde esta productora fantasma –su dirección la ubica en una casa en venta- salieron la mayoría de los videos antiderechos. El último que hicieron sobre Rubinstein, no obstante, no contó con el apoyo del grupo de mediáticos, que se abrieron de ese ataque abierto al Gobierno de Macri.