En Nueva York, una de las ciudades más caras del mundo, tanto las pruebas de diagnóstico de la COVID-19 como las de anticuerpos son gratuitas. Los neoyorquinos y visitantes pueden saber si tienen o han tenido el coronavirus en improvisadas carpas en medio de los parques, clínicas, hospitales y hasta farmacias que están distribuidas por los cinco distritos de la Gran Manzana.
“Me vine a hacer el test gratis con mi hermana porque vamos a viajar y nos piden las pruebas”, comenta a elDiario.es Luis, un ecuatoriano que hace décadas que reside en Brooklyn, quien está casi seguro de que su resultado será positivo en anticuerpos contra el virus SARS-CoV-2 y negativo en la COVID-19, pues en abril estuvo enfermo y en mayo una clínica privada le dijo que tenía anticuerpos.
“No quisimos ir al hospital, nos curamos en casa”, dice. Cuenta que la enfermedad no sólo le afectó a él sino también a sus compañeros de piso y a su hermana, que es vecina suya.
Luis, que lleva una mascarilla con el logo de su salón de belleza y que no da los datos de su seguro en el formulario que tiene que rellenar para hacerse la prueba “por si acaso” le hacen pagar algo más tarde, señala que el virus no entiende de fronteras, pues también afectó a su familia en Ecuador causando la muerte de uno de sus hermanos.
El caso de Mark, quien también hace la cola en uno de los centros del sistema de atención médica pública de NYC Health + Hospitals (Salud y Hospitales de la ciudad de Nueva York), es similar al de Luis, pero cuando él se hizo el test de anticuerpos dio negativo.
“Hace poco fui a México, tuve que coger un avión y pensé que sería una buena idea hacerme un test. No tengo ningún síntoma, hace un mes que vine de viaje y me siento bien, pero es mejor saber que no saber”, dice a elDiario.es.
El positivo de la COVID-19 del presidente Donald Trump no le afectó a la hora de tomar su decisión, pero sí lo hizo el de su hermano, quien es “extremadamente cuidadoso”.
El neoyorquino, que trabaja desde hace meses desde casa, agradece estar en Nueva York y poder ir a este tipo de centros donde profesionales se encargan de llevar a cabo las pruebas, ya que su hermano, que vive en Pensilvania, tuvo que adquirir el test en una farmacia y hacerse el hisopado nasal a sí mismo.
Decenas de miles de test al día
Luis y Mark no son casos excepcionales, cada día el NYC Health + Hospitals realiza entre 20.000 y 40.000 exámenes en toda la ciudad, lo que se traduce en 3,9 millones de test desde que empezó la iniciativa.
Nueva York es una de las ciudades que ha conseguido controlar la epidemia este verano tras sufrir una dura primera ola con más de 23.000 muertos en primavera. La ciudad de Nueva York tiene ahora un incidencia de 46 casos por 100.000 habitantes en la última semana.
“El departamento de Salud e Higiene Mental de la ciudad de Nueva York ha respaldado lo que llamamos la prueba de la COVID universal, lo que significa que no hay restricciones. Queremos que todos los neoyorquinos vengan y entiendan sus resultados de la COVID”, apunta a elDiario.es el doctor Andrew Wallach, director de cuidado ambulatorio de la agencia de Salud y Hospitales de la ciudad que supervisa los test.
Esta prueba, universal y gratis, viene sin letra pequeña, pues pueden acceder a los centros tanto las personas que tienen seguro médico como las que no. El único requisito es mostrar una identificación con foto, por lo que los inmigrantes indocumentados y los menores de edad también pueden tener acceso a estas pruebas.
“Queremos que todo el mundo venga y sea analizado sin miedo a posibles repercusiones. No le preguntamos a nadie por su estado migratorio y si la gente no tiene seguro médico, no pasa nada, no hay costes por los test. Si tienen seguro le haremos una factura al seguro, pero el paciente no tiene que pagarla”, subraya.
En los más de 200 centros que la Salud y Hospitales de la ciudad de Nueva York tiene repartidos por el Bronx, Brooklyn, Manhattan, Queens y Staten Island se hacen varios tipos de pruebas. Por un lado, la serológica -que muestra si ha habido una infección de SARS-CoV-2, que es lo que causa la COVID-19- y, por otro, la de diagnóstico -que señala si hay una infección del coronavirus activa-.
La primera se realiza mediante un análisis de sangre y su precio de mercado es de unos 75 dólares (63,93 euros). “El test indica si un cuerpo tiene la proteína para anticuerpos y si ha pasado la COVID. Pero no te puedo decir basándome en ese test que una persona está protegida del virus o que no es probable que lo tenga de nuevo o que su cuerpo sea inmune. Esas son todas hipótesis que esperamos sean verdad, pero que aún no tenemos los datos científicos para decir eso”, explica Wallach.
La prueba de diagnóstico se realiza mediante un raspado profundo con un hisopo en la cavidad nasofaríngea y también hay dos tipos: la genética o molecular y la de antígeno o rápida. La mayor diferencia entre las dos es el tiempo en el que se conoce el resultado. En el caso de la molecular, como tiene que ser analizada en un laboratorio, se sabe en unas 24 horas y su precio oscila sobre los 200 dólares (170,48 euros). Mientras que el otro test es casi instantáneo, con sólo 15 minutos de espera y su precio de mercado oscila entre los 20 y 50 dólares (17,05 y 42,62 euros).
“El problema con las pruebas de antígenos es que no son tan exactas como las moleculares”, explica Wallach. No dan falsos positivos, pero sí falsos negativos, razón por la que normalmente suelen mandar las muestras también al laboratorio para volver a analizarlas.
Test rápidos, avisos de rastreadores y ayuda para aislarse
No todas las clínicas cuentan con la opción de saber si hay una infección en un cuarto de hora. De momento, este modelo sólo está disponible en los barrios de Brooklyn y Queens, en los que en los últimos días han aumentado los casos de coronavirus. “La razón por la que hacemos eso es porque sabemos que esos barrios tienen un riesgo más alto, por lo tanto, son los lugares donde queremos apuntar para identificar a positivos inmediatamente”.
Además, en estas zonas hay un equipo de “rastreo de contactos” que se encarga de avisar a las personas con las que ha estado el paciente diagnosticado con la COVID-19. Sin desvelar su identidad, avisan a ese círculo que alguien con quien han estado en contacto en los últimos días ha dado positivo y que deberían hacerse la prueba inmediatamente y confinarse.
En el caso del paciente con el resultado positivo, NYC Health + Hospitals y los responsables de rastreo piden a la persona que se aísle totalmente y le proporcionan: un medio de transporte para volver a casa, un servicio de reparto de comida y medicinas a su domicilio y, en el caso de que el paciente no pueda aislarse en su casa, un hotel.
“La mayoría de la gente coopera con nosotros, pero no hay una ley en Nueva York que permite arrestar a alguien o tenerle encerrado sin su consentimiento si no quieres participar”, dice el médico.
También en farmacias
Además de en los centros de Salud y Hospitales de la ciudad, los neoyorquinos también pueden hacerse estos exámenes gratis en diversas clínicas privadas y farmacias, pues la medida está regulada por una legislación del Gobierno de los Estados Unidos. Aunque esto no significa que el sistema es igual en todo el país, por ejemplo en Nueva York no se permite que los pacientes se hagan la prueba por sí mismos, como le pasó al hermano de Mark, que vive en Pensilvania.
Pese a que sabe que no es imparcial, Wallach cree que Nueva York está manejando el sistema de pruebas mejor que otros estados. “Si miramos objetivamente a nuestros resultados de principios de junio, que es cuando implantamos el dispositivo de rastreo, hemos tenido un resultado de 1% o menos [de casos] hasta hace un par de semanas y creo que eso es por la infraestructura que hemos construido”.
Le preocupa conseguir que la comunidad ultraortodoxa -que vive mayoritariamente en Brooklyn y vuelve a estar afectada por el virus tras las recientes celebraciones del Año Nuevo judío y el Yom Kippur- se haga más pruebas. “Contactamos con los líderes de su comunidad o los rabinos para tener apoyo, sobre todo, les indicamos lo importante que es llevar mascarillas y mantener el distanciamiento social”.
Con respecto al panorama de futuro, el médico dice ser “optimista” y señala que el aumento de los casos que se están viendo en la ciudad no le han pillado por sorpresa. Esta semana se ha decretado el cierre de los centros educativos, los restaurantes y tiendas de servicios no esenciales en los nueve barrios donde los test positivos están por encima del 3% del total de pruebas.
“No tengo una bola de cristal sobre una segunda ola, pero toda la infraestructura que hemos creado va a ayudar a prevenirla. No obstante, si llega una segunda ola creo que no sería para nada como la que vivimos en marzo y abril [cuando la ciudad era uno de los epicentros de la pandemia]. Hemos tenido varios meses para prepararnos para el peor caso posible, tenemos mucha más capacidad en nuestros hospitales, tenemos respiradores y ,si nos hace falta, tenemos 90 días de suministros de equipo de protección individual para los trabajadores”.