Paro nacional en el Ecuador: un día más sin diálogo

Isabela Ponce

Quito (Ecuador) —

A las 11 de la mañana de este miércoles, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) tenía programada una rueda de prensa para hablar de las “recientes decisiones colectivas en el marco de la movilización nacional”. La expectativa era alta porque hasta el martes ni el presidente Lenín Moreno ni el movimiento indígena habían retrocedido en sus posturas. Por un lado, Moreno insistió que las medidas económicas –que incluyen la eliminación del subsidio a los combustibles– se mantenían; y por otro, la Conaie insistió que mantendría el paro y no dialogaría si no se derogaba el decreto 883. Pocos minutos antes de la hora, la rueda de prensa se canceló. En lugar de la conversación con los medios, los líderes indígenas se sumaron a las miles de personas que llegaron a Quito, la capital del Ecuador, desde diferentes provincias de la Sierra y la Amazonía. La marcha arrancó en el parque El Arbolito –donde los indígenas se han ido asentando conforme llegan– y siguió la ruta tradicional de las manifestaciones en Quito: avanzó por la avenida 10 de agosto y entró al centro histórico por la calle Venezuela. Según un vocero de la Conaie, la idea era llegar hasta la Plaza Santo Domingo y regresar al parque El Arbolito para tener una asamblea popular allí. Pero la ruta planificada no se cumplió.

En medio de multitudes pacíficas que caminaban sosteniendo la bandera arcoiris –símbolo del movimiento indígena– había manifestantes con sus rostros cubiertos con pañuelos y palos en sus manos. Más de una vez se produjeron enfrentamientos entre ellos y los policías que custodiaban el casco histórico. Cerca de las dos de la tarde, en la entrada al centro, un grupo de al menos siete policías cruzaron en medio de la protesta en moto mientras manifestantes les tiraban piedras y les gritaban “¡Lárguense!”. A diferencia de otras marchas que siguen la ruta únicamente por una calle, la Venezuela, esta tuvo varios desvíos por vías perpendiculares y paralelas. Las intersecciones de al menos una docena de calles del centro estaban bloqueadas con fogatas de palos y llantas quemadas, y manifestantes que hacían pausas de la caminata.

Al igual que los otros días de paro, este miércoles los policías reprimieron a los manifestantes con balas de goma y gas lacrimógeno. La violencia en los siete días de paro nacional ha dejado 86 policías heridos y 766 personas detenidas, según dijo la ministra de Gobierno, María Paula Romo, en una rueda de prensa la noche de este miércoles. En ese lapso también ha habido 360 atenciones médicas tanto a civiles como a policías, por problemas respiratorios o golpes. En la misma rueda de prensa Romo dijo que había manifestantes infiltrados. “Las organizaciones indígenas tomaron una ruta distinta para que su entrada y salida al centro se haga de manera pacífica, tranquila...pero no fue el comportamiento de todos los sectores involucrados”, dijo y agregó que hubo manifestantes “tremendamente violentos” como quienes lanzaron una bomba molotov a un carro blindado de la Policía.

El desplazamiento de policías y militares a nivel nacional ha aumentado. Según Romo hay 50 mil policías en todo el país y más o menos 24 mil militares. A pesar del despliegue, en algunas ciudades fuera de Quito manifestantes se tomaron edificios públicos como en el caso de la gobernación de las provincias Napo –en la Amazonía– y de Cañar –en la Sierra–. El peor incidente de este miércoles, sin embargo, fue la fuga de presos de la cárcel El Rodeo, en la ciudad de Portoviejo, en la costa del país. Hasta este miércoles por la noche no era preciso el número de fugados pero sí el número de recapturados: 72.

Sobre otros actos vandálicos, el vicepresidente Otto Sonnenholzner se refirió a los detenidos a nivel nacional. Dijo que había ciudadanos extranjeros que habían declarado haber recibido entre 40 y 50 dólares por asistir a las manifestaciones. “Ciudadano extranjero que se preste para el caos y la delincuencia en un territorio que ha sido hospitalario, no podrá seguir en el Ecuador”, dijo. Y agregó que se iniciarán las deportaciones a quienes tengan ese tipo de comportamientos.

La fuerza del movimiento indígena

Aunque la Conaie había calculado que llegarían 20 mil indígenas de todo el país, este miércoles dijeron que estaban, por lo menos, 50 mil. A lo largo del día el movimiento indígena y el Gobierno se contradijeron. Mientras que Sonnenholzner dijo que se había iniciado un diálogo con los indígenas con la ONU de mediador, la Conaie lo desmintió en un tuit. A pesar de la falta de diálogo, al final de la tarde, el Gobierno, a través del secretario general de la Presidencia José Augusto Briones presentó una serie de propuestas –enfocadas la mayoría con la agricultura y economía solidaria– como medidas conciliatorias para acabar el paro. Entre ellas están la reestructuración de las deudas para las organizaciones que no están al día para el financiamiento de sus predios, condonación al 100% de multas impuestas por la Secretaría del Agua, kits tecnológicos, centros de acopio –para papa, cebada, quinua y chocho–, y agrovías rurales. La Conaie negó nuevamente que haya llegado a algún acuerdo o negociado con el gobierno.

Más allá de la turba en la capital, en otros puntos del país como Guayaquil, ciudadanos se convocaron para marchar bajo el lema Ecuador, país de paz. A la manifestación de la segunda ciudad más grande del país, asistieron miles de personas vestidas de blanco. En la tribuna de los Shyris –al norte de Quito y lejos del humo y las turbas del centro– también hubo una manifestación pacífica bajo el mismo lema.

La noche de este miércoles terminó con una entrevista al presidente Lenín Moreno hecha por el periodista de CNN Fernando Rincón. En la entrevista, que fue transmitida como cadena nacional por los canales oficiales del Estado, Moreno se mostró conciliador con el movimiento indígena felicitándolos por la manifestación pacífica. Dijo que identificaron grupos “terroristas de afuera y grupos criminaloides” y, como quien insiste en llegar a un acuerdo con ellos, concluyó:“así no es el comportamiento de nuestros hermanos indígenas que reclaman con energía pero con la altura que les caracteriza”.