La Izquierda alemana (Die Linke) ha ganado las elecciones regionales de Turingia (este de Alemania), aupada por el voto útil y como contrapeso al empuje de la ultraderecha en esa zona del país, cuyo electorado castigó de nuevo a la coalición de la canciller, Angela Merkel.
El partido izquierdista del primer ministro del “Land”, Bodo Ramelow, ha mejorado tres puntos sus resultados de 2014 y ha logrado un 31 % de los votos, según los datos de la autoridad electoral, escrutados 2.961 de los 3.017 colegios electorales. La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) se ha disparado al 23,5 % -más del doble que lo obtenido cinco años atrás- comandada por Björn Höcke, representante del ala más radical y cercana al neonazismo.
La conservadora Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel, primera fuerza en el “Land” durante años, cayó al 21,8 % -un desplome del 11 %- y el Partido Socialdemócrata (SPD), el socio de gobierno de la canciller en Berlín, quedó en el 8,2 % -cuatro puntos menos respecto a entonces-.
Compleja tarea para formar gobierno
Para La Izquierda es un éxito, cinco años después de haberse colocado por primera vez al frente de un gobierno regional, aliado con socialdemócratas y verdes. Ahora agrandó esa victoria, lo que se atribuye a la buena gestión de Ramelow, pero también a la movilización del voto contra la AfD.
El líder izquierdista tiene ante sí una compleja tarea para formar gobierno, debido a la debilidad del SPD y a que los Verdes no lograron despegar por encima del 5,1 % -dos puntos por encima del Partido Liberal (FPD), que quedaría finalmente fuera de la cámara.
No hay una mayoría clara para otras constelaciones, por lo que probablemente Ramelow deberá gobernar en minoría. Lo único categóricamente descartado es una alianza o cooperación externa con la AfD, partido al que el resto de formaciones del espectro parlamentario alemán mantienen políticamente arrinconado.
Las regionales de Turingia cerraron un año electoral en que los partidos de la coalición de Merkel, tanto conservadores como socialdemócratas, han sufrido duras pérdidas, mientras que la ultraderecha ha arrollado en su versión más radical y en el este.
En los comicios celebrados el pasado septiembre en Brandeburgo, el “Land” que envuelve Berlín, los socialdemócratas se mantuvieron por poco como primera fuerza, mientras que la AfD se alzó con un 23,5 %. También en septiembre, pero en Sajonia, la CDU sufrió para conservar el primer puesto ante una extrema derecha comandada por su ala más radical, que logró un 27,5 %. Estos resultados en esos “Länder” del este contrastan con la media de la AfD a escala nacional -un 12,6 % en las generales de 2017 o un 10,2 % en las europeas del pasado mayo-.
Son un toque de alerta sobre el descontento en esa mitad del país, a punto de cumplirse 30 años de la caída del muro de Berlín, en noviembre de 1989, y la posterior incorporación de lo que fue territorio comunista en la República Federal de Alemania (RFA).
El reverso de la moneda al debilitamiento entre la coalición de Merkel fueron, hasta ahora, los Verdes. Quedaron en segunda posición en las europeas, tras los conservadores, y fueron subiendo puestos en el este, territorio que les había sido adverso.
En Turingia no han logrado mantener esa tendencia, en medio de la polarización del voto entre izquierdistas y ultras, lo que además de complicar las cosas a Ramelow deja en suspenso al ascenso verde.
Brandeburgo y Sajonia quedaron abocados a tripartitos entre la CDU, SPD y Verdes -sea de liderazgo conservador o socialdemócrata-, fórmula conocida como “coalición Kenia” por identificarse a esos partidos con los colores de la bandera del país africano.
A escala regional, Alemania ofrece un rico repertorio de constelaciones que en el pasado parecían impensables, como la que en el próspero Baden-Württemberg lideran los Verdes con la conservadora CDU como socio menor.
Son muchas las variedades y denominaciones -Jamaica, Semáforo o la mencionada Kenia, alusivas todas a los colores de los partidos-. Tal vez de Turingia surja la nueva alianza inexplorada o un gobierno en minoría. La única formación no presente en ninguna variante es la AfD, excluida como aliado a escala federal como regional.