El Partido Socialista (PS) del primer ministro António Costa ha dado la sorpresa en las elecciones de Portugal de este domingo y ha obtenido 117 escaños que le dan una mayoría absoluta pese a que las encuestas pronosticaban un empate técnico con los conservadores. El PS solo había logrado este hito una vez en toda su historia desde el final de la dictadura. En total, el país ha vivido cinco mayorías absolutas, siendo esta la sexta. “Mayoría absoluta no es poder absoluto”, ha afirmado Costa con tono conciliador.
El PS ha obtenido el 41,68% de los votos, seguido del conservador Partido Social Demócrata (PSD), con un 27,8% y 71 escaños. El partido de extrema derecha Chega se convierte en la tercera fuerza política con el 7,15% y 12 diputados, por delante de Iniciativa Liberal, con 8 representantes (4,98%); Bloco de Esquerda, 5 (4,46%); y la alianza entre comunistas y verdes, con 6 diputados (4,39%). La participación en los comicios también ha aumentado por primera vez desde 2005.
En las elecciones de 2019, el PS ganó las elecciones con el 36,34% de los votos y 108 escaños, seguido del conservador Partido Social Demócrata (PSD) con un 27,76% y 79 diputados. El Bloco de Esquerda quedó en tercer lugar con el 6,3% (19), seguido de la alianza ente el Partido Comunista y los Verdes, que consiguió el 6,3% y 12 escaños. El conservador CDS-PP consiguió cinco diputados e Iniciativa liberal, uno. El partido ultra Chega solo entró con un representante al Parlamento.
“Lo positivo es que Chega será tercera fuerza política y el resultado menos positivo es que António Costa podrá renovar como primer ministro y seguir gobernando”, ha afirmado André Ventura, líder del partido de extrema derecha.
Catarina Martins, líder del Bloco de Esquerda ha reconocido que el resultado es “malo” para su formación y ha culpado al primer ministro de “crear una crisis artificial para lograr una mayoría absoluta”. “El voto útil penalizó a los partidos de izquierdas”, ha añadido.
Suena el 'Grândola, Vila Morena' para celebrar la victoria
Eran ya las 23.30 de la noche cuando los más jóvenes militantes socialistas se arrancaron a cantar, sucesivamente, la Internacional y el ‘Grándola, Vila Morena’, el himno de la Revolución de los Claveles de Zeca Afonso. Empezaba a hacerse patente a esa hora que el Partido Socialista, en contra de lo que habían indicado las encuestas, estaba a las puertas de la mayoría absoluta.
En el salón subterráneo del hotel Altis, habitual lugar de encuentro del PS en las citas electorales, los primeros gritos de victoria se habían oído tres horas antes, con la publicación de los sondeos a pie de urna que anunciaban el triunfo de los de António Costa, pero no su magnitud. El ambiente era festivo y relajado, tras un campaña complicada, en la que el partido de Gobierno llegó a aparecer en algunas encuestas como segundo en intención de voto. Luis Teixeira, de 56 años, que desde 1984 hace de chófer de los socialistas en periodo electoral —pide vacaciones en el trabajo para tener tiempo— contaba que este año le tocó llevar al director de campaña, Duarte Cordeiro, que también es secretario de estado de relaciones parlamentarias. “Temblaba, cuando salían las encuestas, temblaba”, contaba ahora alegre, dos semanas y 6.000 kilómetros de carreteras después, tras comprobar que las pastas se habían acabado en la sala contigua.
A medida que las perspectivas para el PS mejoraban, el murmullo de los militantes iba aumentando, también su número, que culminó en el paroxismo de la entrada de Costa, hechas ya las cuentas que garantizaban la mayoría absoluta. Sonó por megafonía el ‘Nessun dorma’ del Turandot de Puccini, aunque no parecía que nadie estuviese muy cansado, y el candidato victorioso, tras dar los agradecimientos de rigor, llamó a “reconciliar a los portugueses con las mayorías absolutas” y apuntó que los ciudadanos “sacaron tarjeta roja a las crisis políticas”, en referencia a los partidos a su izquierda, que votaron en contra del presupuesto el año pasado y han sido penalizados por el electorado. El Bloco perdió más de la mitad del apoyo y el Partido Comunista, casi una tercera parte. Eran la tercera y cuarta fuerza y ahora pasan a ser la quinta y sexta, respectivamente.
La derecha tradicional del PSD es la principal derrotada, sin embargo. Pese a mejorar ligeramente su resultado de 2019, no llegó al 30% de los votos, y se enfrenta a un futuro competido en su campo ideológico, tras las notables subidas de los ultras de Chega —con un porcentaje de voto inferior al de las elecciones presidenciales de 2021, no obstante— y la Iniciativa Liberal, partidaria de privatizarlo casi todo. El candidato, Rui Rio, que había tratado de transmitir una imagen de moderación durante la campaña, apuntó que probablemente dimitiría si se confirmaba la mayoría absoluta de los socialistas. Cuando un periodista le volvió a preguntar por lo mismo, le dio la misma respuesta, ya de guasa, en alemán. El CDS, muleta histórica del PSD, se queda fuera del parlamento y corre peligro de desparecer.
Los demás partidos pequeños, que en un escenario de empate aspiraban a ser decisivos e imponer sus agendas, quedarán relegados a un papel parlamentario menor. Los animalistas del PAN solo consiguieron su único diputado al final del recuento, el mismo resultado que Livre, escisión del BE que había estado ausente del parlamento y ahora vuelve. “Las victorias nunca las olvidamos, las derrotas nunca nos tumban”, acertó a decir el líder comunista, Jerónimo de Sousa, que quiso al menos mostrar orgullo por los avances de la ‘geringonça’ que se atribuye su formación, como la gratuidad de los libros de texto en las escuelas. En el hotel de los socialistas, los militantes no estaban a esas horas ya para prestar mucha atención a los discursos de los rivales. “El pueblo votó y el PS ganó”, coreaban, eufóricos.
De la 'jerigonza' a la mayoría absoluta
Desde la caída de la dictadura y el regreso de la democracia solo cinco de 15 primeros ministros han logrado llegar al final de su mandato. En 2015, la izquierda portuguesa rompió una barrera histórica al llegar a un acuerdo que permitió al Partido Socialista (PS) gobernar en minoría con el apoyo del Partido Comunista Portugués (PCP) y el Bloco de Esquerda pese a no haber ganado las elecciones. Este acuerdo expulsó del poder al conservador Pedro Passos Coelho tan solo 27 días después de haber sido nombrado por el presidente de la república.
Aquello fue apodado despectivamente como 'jerigonza' (chapuza), pero acabó sirviendo de ejemplo para otras fuerzas progresistas europeas y fue uno de los pocos gobiernos de Portugal que logró terminar la legislatura sin tener mayoría absoluta. En 2019 el PS se convirtió en la fuerza más votada, pero sin llegar a la mayoría absoluta. La jerigonza no se repitió, aunque sus antiguos socios le permitieron gobernar en minoría hasta que el pasado mes de octubre se rompió el bloque progresista.
Estas elecciones anticipadas se convocaron en noviembre tras la ruptura del bloque de izquierdas en la votación de los presupuestos generales, de especial importancia este año por la llegada de los fondos europeos Next Generation. Durante la campaña, Costa apostó por una estrategia maximalista pidiendo una mayoría absoluta para el Partido Socialista y evitando pronunciarse sobre posibles acuerdos con sus antiguos socios pese a las previsiones de las encuestas.