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OPINIÓN | Rusia, Ucrania y la guerra del Peloponeso, por Enric González

Qué pasa en Ucrania: del 'plan para la victoria' de Zelenski a la contraofensiva de Putin en Kursk

Con información a cuentagotas, cuatro palabras resuenan cada vez con mayor fuerza en Kiev: “Plan para la victoria”. Sin negociaciones de paz a la vista, mientras sus tropas intentan contener el avance de Moscú en el este y mantener posiciones en territorio ruso, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, tiene la intención de presentar a su homólogo Estados Unidos, Joe Biden, una propuesta con la que busca “obligar” a Rusia “a poner fin a la guerra”.

Zelenski dice que expondrá el plan a Biden en una reunión este septiembre. También pretende hacérselo llegar a los candidatos presidenciales Kamala Harris y Donald Trump. Según el medio RBC-Ucrania, posteriormente, revelará lo planeado a otros socios. Se prevé que el presidente ucraniano viaje a EEUU a finales de este mes para asistir a la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.

Más que una mayor disposición a entablar conversaciones de paz con Rusia, el actual impulso diplomático de Zelenski parece tener que ver con moldear el campo de batalla a su favor con vistas a reforzar su posición negociadora. Pero, en estos momentos, intentar desgranar en qué consiste el llamado 'plan para la victoria' es una suerte de rompecabezas, ya que los detalles aún se desconocen y las autoridades ucranianas han sido crípticas al respecto. 

Kiev comenzó a hablar de él al calor de la ofensiva sorpresa de sus tropas sobre la región rusa fronteriza de Kursk –Zelenski aseguró que esta operación era parte del plan, pero que incluye otras medidas–. “El punto principal de este plan es obligar a Rusia a poner fin a la guerra”, dijo el 27 de agosto a la prensa en la capital ucraniana.

“Espero que el plan llegue pronto. En mi opinión, debería ser un documento importante, que esbozara no solo la visión ucraniana de la victoria, sino también el plan para conseguirla, junto con un mapa de los recursos necesarios”, dice a elDiario.es Olena Halushka, cofundadora del Centro Internacional para la Victoria de Ucrania. José Antonio Sanahuja, catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, cree que de las palabras de las autoridades del país se desprende que puede tratarse “de reforzar la posición negociadora de Ucrania de manera decisiva”. “Aunque de momento solo podemos hacer conjeturas, puede referirse a un importante salto cualitativo en la capacidad militar de Ucrania, sea ofensiva o en términos de disuasión; o bien a una extensión de las garantías de seguridad respecto a establecido en los acuerdos que Ucrania ha ido firmando con más de 30 países, incluidos Estados Unidos o España”, agrega.

En cuanto a la mención a Kursk como parte del plan, Sanahuja sostiene que Ucrania podría contar con “una importante baza negociadora frente a Rusia”. “Si el planteamiento de Putin hasta ahora era 'paz por territorio', ahora es también 'territorio por territorio' para alcanzar la paz”.

El viernes, en una conferencia internacional en Kiev, Zelenski afirmó que su propuesta contendrá “un sistema de soluciones interconectadas que dará a Ucrania suficiente poder para encauzar esta guerra hacia la paz”. También señaló que puede convertirse en la base para una “paz confiable” y la aplicación de su fórmula de paz, el decálogo que recoge los principales términos de Kiev para el fin de la guerra. Asimismo, aseguró que no tiene “muchos puntos”. “Y cada punto dependerá de la decisión de Biden. Por eso creo que ayudará. No puedo garantizar al 100% que detendrá a Putin, pero hará a Ucrania más fuerte. Empujará a Putin a pensar en cómo poner fin a la guerra”.

“No está claro cómo será el plan, pero la oficina del presidente ha insinuado que incluirá componentes económicos, políticos y diplomáticos”, dice Halushka, quien cree que la parte económica “debería evaluar la eficacia de las sanciones y trazar un mapa de las inversiones en las industrias de defensa ucranianas para reducir a largo plazo nuestra dependencia de la ayuda exterior”. “El componente político se refiere a la futura arquitectura de seguridad y al lugar de Ucrania en la OTAN, y el diplomático, a la presión sobre Rusia”, agrega.

¿Por qué Kiev está redoblando esfuerzos en esta línea? “El factor tiempo es importante”, responde el catedrático de la Complutense. “La estrategia de Rusia pasa por una victoria republicana en las elecciones presidenciales de noviembre. En las declaraciones de Trump o Vance se plantea abiertamente que Estados Unidos está dispuesto a abandonar a Ucrania, y al privarla de apoyo militar clave, forzarla a una negociación desigual que favorece a Rusia. Ante ese posible escenario, y también en el caso de una victoria demócrata, Ucrania debe moverse rápido para situarse en la mejor posición posible”. Asimismo, Sanahuja subraya que “a sabiendas de que la negociación es inevitable, quizás a finales de este año o principios de 2025, es perentorio situarse en la mejor posición posible”.  

La semana pasada, el Wall Street Journal informó, citando diplomáticos europeos, de que es posible que Ucrania tenga que presentar a Occidente un plan “más realista, al menos para el próximo año de guerra”. Algunas fuentes del diario estadounidense afirman que Ucrania debe ser más pragmática en sus objetivos y estrategia bélicos y eso, dice el artículo “podría ayudar a los funcionarios occidentales a defender ante sus respectivos votantes la necesidad de canalizar armas y ayuda al país”. 

El viernes, horas antes de la reunión de Joe Biden y el primer ministro británico, Keir Starmer, el presidente ucraniano volvió a pedir que se permita a su país emplear misiles de largo alcance suministrados por los aliados occidentales para atacar objetivos dentro de Rusia. Un día antes, el presidente ruso, Vladímir Putin, dijo que si los aliados de la OTAN conceden esta autorización a Kiev significará que estarán en guerra “directa” con Moscú. Los expertos consideran que este tipo de comentarios no son nuevos y están destinados a influir en la toma de decisiones en Occidente. Entretanto, Washington acusó a Irán de enviar misiles balísticos a Rusia y afirmó que su uso en Ucrania “constituiría una escalada dramática”.

Cumbre de paz en noviembre

En paralelo a la presentación del 'plan para la victoria', Ucrania ha reiterado que su objetivo es organizar en noviembre una nueva cumbre internacional de paz en la que quiere que participe Moscú, que no fue invitada al último encuentro en Suiza el pasado junio –Berna explicó entonces que los representantes rusos habían indicado anteriormente que no tenían “interés en participar”–. Hasta ahora, el Kremlin ha mantenido sus reservas sobre una eventual participación.

En este contexto, algo se mueve en Berlín. “Creo que ahora es el momento de hablar de cómo podemos salir de esta situación de guerra y lograr la paz más rápidamente”, dijo el canciller Olaf Scholz a la cadena pública ZDF en una entrevista reciente, en la que también apoyó la idea de que Moscú participe en la próxima cumbre de paz. El telón de fondo es el batacazo de los socios de la coalición gubernamental en las elecciones regionales en el este de Alemania el pasado 1 de septiembre. En medio de un creciente hastío de la opinión pública con la guerra, los partidos que se oponen en mayor o menor medida a la entrega de armas a Kiev cosecharon buenos resultados, principalmente la ultraderechista AfD, que aplaudió las palabras de Scholz, interpretándolas como una señal de que está cediendo a sus demandas. Se prevé también un avance ultra en la cita electoral en Brandeburgo el próximo 22 de septiembre.

Mientras tanto, el medio italiano La Repubblica publicó el pasado lunes, citando una fuente parlamentaria, que el canciller alemán está trabajando en un plan de paz que llama “una especie de ‘Minsk 3’, incluyendo la hipótesis de ceder una parte del territorio ucraniano a Moscú”. Dos días después, en la tribuna del Bundestag, Scholz volvió a echar mano de una frase recurrente de los aliados occidentales, asegurando que hará “todo lo posible” por lograr “una paz justa que no sea una paz dictada, que no sea una rendición, que respete la integridad y la soberanía de Ucrania como país invadido”. 

En los últimos días también ha vuelto a cobrar vida el debate sobre el plan de seis puntos que China presentó junto a Brasil en mayo, durante los preparativos de la cumbre de Suiza –a la que Pekín no asistió y Luiz Inácio Lula da Silva envió a un representante que solo estuvo en calidad de observador–. El documento exige una conferencia de paz internacional “reconocida tanto por Rusia como por Ucrania” y pide “a todas las partes” la “no intensificación de los combates y la no provocación”, pero no contiene referencias a la integridad territorial de Ucrania ni a la retirada de tropas, elementos claves para Kiev. En una entrevista con un medio brasileño publicada la semana pasada, Zelenski expresó su frustración por la propuesta chino-brasileña, la cual tildó de “destructiva”. “O apoyas la guerra o no la apoyas. Si no la apoyas, entonces ayúdanos a detener a Rusia”, dijo el mandatario ucraniano.

Contraataque ruso en Kursk

En el campo de batalla, las fuerzas rusas han hecho retroceder a las unidades ucranianas varios kilómetros en la región de Kursk. Las tropas de Putin lanzaron un contraataque mecanizado, logrando algunos avances. El Ministerio de Defensa ruso anunció el jueves que sus soldados habían recuperado 10 localidades al sur y suroeste de la ciudad de Korenevo.

Al final de ese día, los expertos del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), un think tank con sede en Washington, evaluaron que Moscú había avanzado en áreas que las fuerzas ucranianas aún no controlaban por completo ni intentaban controlar, y adelantaron que es probable que los militares rusos afronten más dificultades cuando intenten adentrarse en zonas donde Kiev sí tienen control, con posiciones mejor preparadas. De momento, estos investigadores señalan que no han observado operaciones de combate a gran escala que indiquen que las fuerzas rusas hayan iniciado una operación de contraofensiva a gran escala para expulsar por completo a las tropas de Zelenski.

La situación en la zona es volátil y aún no está clara la magnitud de la operación, ya que el Ejército de Kiev continúa con sus ofensivas. Pero el contraataque de las fuerzas rusas asesta un golpe a Ucrania, que ha estado controlando partes de la región rusa desde el inicio de su operación a principios de agosto. El 6 de septiembre, Zelenski reivindicó el control de más de 1.300 kilómetros cuadrados y alrededor de 100 localidades en esta zona rusa. 

El presidente ucraniano ha reconocido que Rusia ha lanzado una contraofensiva en Kursk, pero asegura que todo va “según el plan”. Los dirigentes ucranianos han explicado que la incursión tiene como objetivo evitar nuevos ataques transfronterizos rusos desde esta región, así como desviar las fuerzas rusas de otras partes del frente, en particular del Donbás, en el este. Pero, de momento, los rusos no parecen haber mordido el anzuelo: expertos destacados creen que aún no han alejado muchas fuerzas de la línea principal en Donetsk, donde, por el contrario, han elevado la presión para acercarse a Pokrovsk un centro logístico clave para el Ejército ucraniano. También están avanzando en Chasiv Yar, próxima a Bajmut y una zona donde tres trabajadores del Comité Internacional de la Cruz Roja murieron la semana pasada cuando un proyectil de artillería alcanzó su camión. La organización humanitaria, como es habitual, no hizo mención explícita a la autoría, pero Kiev culpó a Moscú del ataque.

Otra explicación que ha dado Ucrania para su ofensiva en Kursk es la posibilidad de capturar prisioneros de guerra rusos para recuperar a sus soldados en cautiverio. Moscú y Kiev han vuelto a efectuar un intercambio recientemente. Este sábado, se ha hecho público que cada parte ha liberado a 103 personas con la mediación de Emiratos Árabes Unidos –el ministerio de Defensa ruso dice que sus soldados habían sido capturados en Kursk–. Un día antes, Zelenski anunció el regreso de 49 prisioneros ucranianos.