El 15 de abril estallaron los combates en la capital sudanesa entre tropas del Ejército y miembros de las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), dando comienzo a un conflicto que ya ha causado más de 700 muertos y 5.000 heridos, y más de un millón de desplazados internos y refugiados. Las Embajadas extranjeras, incluida la española, no tardaron mucho en evacuar a su personal y sus nacionales, pero no se llevaron los documentos de los sudaneses que habían solicitado un visado e, incluso, los destruyeron de acuerdo con los protocolos de seguridad.
Es el caso de Estados Unidos que, una semana después del estallido de la violencia, abandonó la sede diplomática y destruyó los documentos que contenían información sensible, incluidos los pasaportes de muchos sudaneses, que ahora se encuentran atrapados en el país en guerra. Otros han tenido más suerte, como Maher Elfiel, que había dejado su documento en la Embajada de España unos 20 días antes de que el personal diplomático y ciudadanos españoles residentes en Sudán fueron evacuados en un avión del Ejército del Aire.
El joven sudanés relata a elDiario.es que, cuando empezaron los choques armados, no pensó que fuera el comienzo de una guerra. No se preocupó por su pasaporte hasta que saltaron las noticias de los preparativos para las evacuaciones de extranjeros; entonces intentó contactar por teléfono y correo electrónico la Embajada española sin éxito. Otras personas que estaban en su misma situación sí obtuvieron una respuesta poco satisfactoria: les comunicaron que la legación estaba cerrada y no podían recuperar sus pasaportes, y que solicitaran unos nuevos a las autoridades locales, ocupadas en una sangrienta lucha por el poder. “¿Te lo puedes creer? Nos pareció una respuesta poco responsable”, afirma Elfiel desde una localidad fronteriza de Sudán con Egipto, adonde han huido más de 113.000 sudaneses desde mediados de abril hasta mediados de mayo.
“La Embajada había sido saqueada”
Muchos residentes de Jartum han abandonado la ciudad, donde se concentra la violencia, que ha afectado también a las embajadas extranjeras, como la de Qatar, asaltada y saqueada. Según Elfiel y otro ciudadano sudanés, también irrumpieron en la legación española. “Nos enteramos a través de las redes sociales que habían entrado en la Embajada y encontrado nuestros pasaportes. Me puse en contacto con un tipo (un sudanés, que no vestía uniforme ni estaba aparentemente afiliado a ninguno de los dos bandos en conflicto) que accedió a devolverme el pasaporte por una pequeña cantidad de dinero (unos 28 euros)”, detalla el joven. “Estoy muy contento de haber recuperado mi pasaporte”, asegura, aunque sus planes de viajar a España en julio para unas vacaciones han cambiado. Se siente doblemente bendecido porque ha recuperado su pasaporte y tiene un visado egipcio válido hasta agosto: ahora solo necesita encontrar un billete de autobús para llegar a Egipto.
Fuentes del Ministerio de Exteriores no pueden confirmar que la Embajada española en Jartum haya sido asaltada y los documentos, sustraídos, ya que no queda personal diplomático sobre el terreno que pueda constatarlo. Las fuentes agregan que el correo electrónico de la Embajada en Sudán sigue operativo y, a través de esta vía, “se está ofreciendo toda la ayuda necesaria a los sudaneses cuyos pasaportes se quedaron dentro” de la legación en Jartum. “Se están emitiendo certificados que acreditan las solicitudes de visados que se quedaron pendientes, a todos aquellos que lo están solicitando”, afirman a elDiario.es las fuentes, que no pueden revelar el número de solicitudes que estaban siendo tramitadas en Jartum.
“Entiendo totalmente que hay cosas que no están en manos de las autoridades españolas, pero no respondieron a mis peticiones de información, no se molestaron en prestarme ningún tipo de atención”, denuncia Elfiel. “Lo que me ha decepcionado es que las autoridades españolas no priorizaron la seguridad de los ciudadanos sudaneses, como la de los españoles, y de hecho nos privaron de un derecho básico, que es el derecho al movimiento”, ya que sin pasaporte él y otros se quedaron bloqueados en Jartum. El joven agrega que, después de esta mala experiencia, no va a volver a confiar en ninguna Embajada. “No sé si voy a solicitar otro visado, voy a guardar mi pasaporte en mi bolsillo las 24 horas”, dice nervioso entre risas.
Otro ciudadano sudanés, Ashraf Malik, también pudo recuperar su pasaporte de entre los abandonados en la Embajada española, corroborando la versión ofrecida por Elfiel. “Alguien posteó en Facebook (la red social más popular en Sudán) que la Embajada había sido saqueada y las puertas estaban abiertas, y que los pasaportes estaban tirados allí”, relata a elDiario.es. Su pasaporte le fue devuelto por la misma persona, pero Malik no quiere revelar cuánto pagó por él. Se siente afortunado porque su documento estaba entre los 400 que acabaron en manos de esa persona, según él mismo le dijo, pero “algunos pasaportes no fueron encontrados y se perdieron”.
Bloqueados y desesperados
No todos han tenido la misma suerte: otros sudaneses están desesperados porque no tienen en sus manos los pasaportes que les permitirían abandonar el país y ponerse a salvo, y no saben cuándo van a poder hacerlo. Toda la familia de Abdelazim Abdelgadir se ha quedado bloqueada en Sudán, después de que el personal de la Embajada estadounidense triturara sus pasaportes, antes de abandonar la sede diplomática a bordo de helicópteros. Muchos documentos fueron destruidos, incluidos pasaportes de empleados sudaneses de la propia Embajada que iban a viajar a EEUU o que prefirieron guardarlos en ese lugar seguro antes que en sus viviendas, tal y como informó el New York Times.
“Nuestros pasaportes no son documentos sensibles o de inteligencia, no hay razones para destruirlos, no es lógico”, se lamenta Abdelgadir desde EEUU, donde trabaja como ingeniero en una empresa del sector inmobiliario desde hace seis años. Su mujer y sus cuatro hijos habían solicitado un “visado de reunificación familiar” en marzo, explica a elDiario.es, y estaban terminando los trámites en abril. “El proceso había empezado hacía unos 25 días cuando estallaron los choques, mis hijos estaban haciendo los análisis médicos y vacunas que les pidieron en la Embajada”, cuenta.
“Mi hijo mayor (de 19 años) llamó y le dijeron que nuestros visados no eran urgentes, lo urgente era evacuar a los ciudadanos y al personal estadounidense”, dice indignado el hombre. Él mismo se puso en contacto con la Embajada, mandó varios emails, y con el Departamento de Estado en Washington, pero solo ha obtenido “respuestas vacías y sin sentido” a través del correo electrónico. Admite que es “muy frustrante” esta situación porque la única solución que les han ofrecido es viajar a Egipto y continuar el proceso en la legación diplomática en El Cairo. “En la frontera puedes obtener un documento para cruzar pero mi hijo no puede”, porque los varones entre 16 y 49 años necesitan un visado de Egipto, agrega el padre desesperado, afirmando que continuará luchando hasta que EEUU le dé una alternativa a su familia.
En una situación similar se encuentra Alhaj Sharaf, un estudiante sudanés de 25 años que estaba esperando un visado para cursar un máster de Informática en EEUU. “Tenía que recoger mi visado el día 16 y el 15 cerró la Embajada” estadounidense por los fuertes combates. “Me informaron del cierre, pero durante una semana y media no obtuve ninguna respuesta” sobre el paradero del pasaporte. Casi un mes después, el 17 de mayo, recibió una respuesta automática por email: “Es un procedimiento estándar en una operación de retirada no dejar atrás ningún documento, materiales o información que puede caer en las manos equivocadas y ser mal empleados”. “Nuestra embajada en Jartum tenía pasaportes de ciudadanos sudaneses y de terceros países que estaban tramitando sus solicitudes de visado, y de ciudadanos estadounidenses que solicitaron servicios consulares. Debido a que las condiciones de seguridad no permitieron devolver esos pasaportes de forma segura, seguimos nuestro procedimiento para destruirlos, antes que dejarlos atrás sin seguridad”, reza el texto, que ha podido ver elDiario.es.
Ahora, “todos mis pensamientos están centrados en buscar soluciones y un plan B”, afirma el estudiante, que no ha podido comenzar su máster a principios de mayo pero la Universidad le permitirá hacerlo en agosto, siempre y cuando obtenga un nuevo pasaporte. Si finalmente consigue salir de Sudán, tendrá que acompañar primero a su padre -“que es mayor y no puede moverse”- hasta Dubái o Doha, en el Golfo Pérsico, donde residen otros miembros de su familia. Tanto para Sharaf como para la familia Abdelgadir, disponer de los medios económicos y de la posibilidad de huir de la guerra no lo es todo, porque sin un documento no pueden irse a un país seguro.