Persecución interna, aranceles o inmigración: qué se puede esperar en EEUU y el mundo con la victoria de Trump

María Ramírez

6 de noviembre de 2024 09:46 h

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Donald Trump ha vuelto a ser elegido presidente de Estados Unidos para un segundo mandato en un mundo más peligroso y con menos frenos a su alrededor. Los estadounidenses tenían que elegir entre dos realidades muy diferentes para su país con consecuencias para el resto del mundo.

¿Qué se puede esperar de la victoria de Trump? ¿Cómo pueden virar cuestiones como los derechos de las mujeres o las guerras de Gaza y Ucrania con el cambio de gobierno?

Inmigración: promesas de “deportación masiva”

Trump ha prometido deportar a millones de personas aunque lleven viviendo años en Estados Unidos y poner en marcha un plan para hacerlo “el primer día” utilizando una ley de 1798 que permitía detener y limitar hasta la libertad de expresión de cualquier extranjero independientemente de su estatus.

También amenaza con anular el derecho a la ciudadanía estadounidense que tiene cualquier persona que nazca en Estados Unidos, por ejemplo dejando de emitir pasaportes y tarjetas de la seguridad social a grupos de ciudadanos. Ha hablado de hacer “exámenes de ideología” a los inmigrantes musulmanes que intenten mudarse o pidan asilo en Estados Unidos. Y sugiere que retomará la prohibición de entrada para ciudadanos de países de mayoría musulmana, como ya hizo en su primer mandato (los tribunales pararon parte de este decreto, que fue anulado por Joe Biden nada más llegar al poder en 2021). 

El nacionalismo cristiano blanco que promueve Trump imita hasta los eslóganes de Ku Klux Klan como “América para los americanos”. En campaña, ha dicho que los inmigrantes tienen “genes malos” y el mitin en el Madison Square Center en Nueva York hace unos días fue un despliegue de insultos contra puertorriqueños, judíos y palestinos, entre otros. 

Varias veces durante la campaña ha insistido en difundir la mentira de que los haitianos de Springfield, Ohio, comen mascotas pese a que sus colegas republicanos le han pedido que deje de hacerlo para no provocar la violencia en sus comunidades. Para Anne Applebaum, la historiadora y experta en el autoritarismo de Europa central y del este, la insistencia en la mentira de que los haitianos comen “gatos” simboliza también el abrazo del autoritarismo de sus seguidores.

“Todo el mundo se reía… Y eso me llamó la atención como un ejemplo de la gente mintiendo de una manera en la que, aunque todo el mundo sabe que están mintiendo, el propósito de la mentira era demostrar poder. ‘Podemos mentir. Podemos hacer lo que queramos. Podemos decir lo que queramos sobre estas personas, y no nos afecta”, explica Applebaum en un podcast en el Atlantic, sobre su serie titulada “Autocracia en América”. 

“Vamos a arreglar nuestras fronteras, vamos a arreglar todo en nuestro país, es el día en el que los estadounidenses recuperan el control de su país”, ha proclamado Trump en su primer discurso tras la noche electoral.

Ucrania y la OTAN

Trump ha expresado admiración por Putin, Viktor Orban y Kim Jong-un, sus referentes como políticos autoritarios. Pero en el caso del presidente ruso, la relación va mucho más allá de unas palabras provocadoras. 

Desde que perdió las elecciones en 2020, Trump ha hablado hasta siete veces con Putin, según el nuevo libro de Bob Woodward. La oposición a la ayuda militar a Ucrania ha sido liderada por los republicanos más fieles a él y Trump sugiere que acabaría con la guerra “en 24 horas”, es decir, aceptando las condiciones que quiera imponer Putin. El elegido como vicepresidente, JD Vance, lleva meses repitiendo los argumentos del Kremlin contra Ucrania. 

En este contexto, los aliados europeos tendrán poco margen de maniobra, entre otras cosas porque la seguridad europea puede quedar en manos de Francia y Reino Unido, las únicas potencias nucleares en Europa y con recursos mucho más limitados de los que tiene el Pentágono. 

“La gran diferencia entre Harris y Trump sería en relación con la OTAN y a otros aliados como Japón y Corea”, explicaba hace unos días en una charla en el centro de estudios americanos de la Universidad de Oxford Peter Feaver, profesor de Políticas de la Universidad de Duke, especialista en las relaciones entre la sociedad y el ejército y ex asesor durante el Gobierno de George W. Bush. “Trump tiene pocas ideas en las que realmente crea, y una de ellas es que los aliados se aprovechan de Estados Unidos”. 

De hecho, ya en 1987, durante su primer coqueteo con la idea de presentarse a las elecciones presidenciales, Trump puso un anuncio en el New York Times denunciando el supuesto abuso de los aliados. 

Trump ha insistido en que los aliados tienen que subir su presupuesto militar e incluso ha animado a Putin a invadir países que no gasten más (España es el que menos porcentaje de su PIB invierte en gasto militar y uno de los pocos que sigue por debajo del objetivo del 2%). Pero una nueva presidencia de Trump puede ir tan lejos como sacar a Estados Unidos de la OTAN sin que haya una estructura alternativa para defender a los países europeos más vulnerables a los ataques de Rusia. 

Según Feaver, “a corto plazo importaría menos de lo que te podrías imaginar. A largo plazo, importaría… por ejemplo si hay un ataque en los países bálticos”. La diferencia esencial, como en cada apartado del nuevo mandato de Trump, es que ya habrá líderes para frenar sus instintos como hicieron en el primer mandato algunos miembros de su equipo cuando le pararon con sus ideas de usar armas nucleares o disparar a huracanes: “Trump 2.0 será muy diferente de Trump 1.0. Los factores claves que frenaban a Trump 1.0 serán muy diferentes en Trump 2.0”

Los asesores del primer mandato de Trump venían del establishment republicano tradicional, como Rex Tillerson, James Mattis e incluso un ultraconservador como John Bolton.

Además, como recuerda Feaver, “hay un Congreso diferente. Los republicanos de 2025 no serán los moderados como Paul Ryan y compañía” y todo esto sucede “en un mundo más peligroso” que en 2016.

Guerra de Gaza y Oriente Próximo

Desde la carretera en el condado rural al norte de Pittsburgh, en Pensilvania, se podían ver anuncios con el mensaje “apoya a Israel, vota a Trump”. 

A la vez, en otros estados del Medio Oeste, campañas financiadas por grupos pro-Trump animaban a votar para apoyar a los palestinos optando por terceros partidos que le pueden quitar votos a los demócratas.

Netanyahu, que hizo campaña con la imagen de Trump en Israel, no ha escondido su simpatía por el republicano. Como candidato, Trump ha criticado a Biden por “sujetar” a Netanyahu y ha animado al presidente israelí a “terminar el trabajo”. 

Como presidente, Trump eliminó la ayuda a la Autoridad Palestina, apoyó la expansión de asentamientos en Cisjordania e impulsó los acuerdos de Abraham para impulsar los lazos entre Israel y otros países de la zona como Arabia Saudí sin contar con los palestinos. 

Persecución y “enemigos internos”

El candidato republicano amenaza abiertamente con utilizar el Departamento de Justicia para perseguir a Joe Biden y a su familia, pese a que años de intentos por parte de la Cámara de Representantes de mayoría republicana han quedado en nada. Trump también ha mencionado por el nombre a Nancy Pelosi y su esposo y a varios senadores demócratas. Trump llama a los demócratas “el enemigo dentro”. El pasado viernes, el candidato republicano fantaseó durante un mitin político con la idea de que la exsenadora republicana Liz Cheney estuviera ante un pelotón de fusilamiento. Cheney, que ha apoyado ahora a Harris, fue una de las pocas en su partido que se enfrentó a Trump y apoyó su destitución tras el asalto al Capitolio.

En su anterior mandato, dirigió al Gobierno para perseguir a periodistas y críticos, como el antiguo jefe del FBI, James Comey, que fue sometido a una intensa inspección de Hacienda que acabó en que le devolvieron dinero porque había pagado de más. Según una investigación de la radio pública NPR, desde 2022, Trump ha amenazado en más de 100 ocasiones con investigar, perseguir, encarcelar o castigar de otra forma a sus “percibidos como enemigos”.

Trump quiere concentrar más poder en la figura del presidente, poner más agencias bajo su control directo y eliminar protección para los funcionarios públicos y así purgar los que no considera “fieles”. A su antiguo gabinete ya le dijo que necesitaba “generales como los que tenía Hitler” que ejecutaran sus acciones sin cuestionarle. 

Parte de sus planes vienen del llamado Proyecto 2025, una agenda diseñada por la conservadora Heritage Foundation y del que Trump se ha intentado distanciar en público, pese a que sus colaboradores actuales están entre sus autores, como ha documentado el New York Times.

Derechos de las mujeres

En su primer mandato, Trump logró elegir a tres magistrados para el Tribunal Supremo que, utilizando el poder de la mayoría conservadora, anularon la protección nacional del derecho al aborto vigente desde la sentencia Roe v. Wade de 1973. 

Esto ha supuesto permitir que estados con mayorías republicanas impongan restricciones al derecho al aborto y también a la asistencia médica de emergencia a las mujeres, el acceso a anticonceptivos e incluso los tratamientos de fertilidad. 

Trump ha preferido no concretar sus planes para un asunto que le hace perder votos ya que la mayoría de la población está a favor de la protección del derecho al aborto y la capacidad de las mujeres de decidir. Pero las organizaciones de activistas evangélicos y católicos que le auparon en 2016 y fueron parte de su Administración tienen planes.

“Los aliados de Trump tienen planes para limitar aún más el derecho al aborto si gana. Una de las cosas que tratarían de hacer es usar la Ley Comstock, una ley del siglo XIX que podría interpretarse para criminalizar el aborto con medicamentos, que es como se producen ahora la mayoría de los abortos en Estados Unidos”, explica Lisa Lerer, la autora The Fall of Roe. “Hay personas que entrarían en la Administración que querrían ir mucho más lejos para limitar el derecho al aborto, no sólo en los estados conservadores donde el procedimiento está prohibido en gran medida, sino en lugares más liberales como Nueva York o California, donde está permitido”.

Este martes, diez territorios de Estados Unidos han votado para garantizar en sus constituciones estatales el acceso al aborto. En el caso de Maryland, la interrupción voluntaria del embarazo es legal ya y ahora la reforma consagra en la constitución “el derecho a la libertad reproductiva”, lo que complica cualquier intento de revertir este derecho.

Economía y aranceles

Trump ha dado pocos detalles de políticas concretas más allá de las bajadas de impuestos y la imposición de más aranceles a los bienes fabricados fuera de Estados Unidos. 

Ahora sugiere que impondrá un 20% extra para cualquier bien o servicio importado, lo que perjudicaría especialmente a socios como la UE y también a los consumidores estadounidenses por el aumento de precios en casa. 

Entretanto, Trump dice que su Gobierno ampliará las bajadas de impuestos para los más ricos que aprobó en 2017, reducirá el impuesto de sociedades e incluso podría suprimir el impuesto nacional sobre la renta.