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El poderoso lobby proisraelí en EEUU opera para aplastar a los congresistas más críticos con la matanza en Gaza

La congresista estadounidense Cori Bush saluda a los votantes durante una visita en St Louis, Missouri.

Antònia Crespí Ferrer

Washington —

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“¡AIPAC, voy a destruir vuestro reinado!”, gritó el 6 de agosto la congresista demócrata Cori Bush tras perder las elecciones primarias contra su rival Wesley Bell. El American Israel Public Affairs Committee (AIPAC) había trabajado duro (e invertido mucho dinero) para sacar a Bush de la Cámara de Representantes. Y lo ha conseguido.

Es la segunda congresista que se opone a la guerra de Gaza que el American Israel Public Affairs Committee (AIPAC, por sus siglas en inglés) consigue echar del Congreso estadounidense. El lobby inundó con millones de dólares en donaciones la campaña de su rival en las primarias, el fiscal Wesley Bell, alineado con Tel Aviv, para que se impusiera a Bush en el distrito 1 de Missouri. La congresista ya no podrá intentar reeditar su candidatura para las elecciones legislativas, que se celebrarán el 5 de noviembre con las presidenciales.

Bush es uno de los nueve integrantes del denominado Squad, un grupo en el que están los congresistas más a la izquierda del Partido Demócrata, la mayoría de ellos, mujeres. El grupo se creó en 2018 con la llegada al Congreso de Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar, Ayanna Pressley y Rashida Tlaib.

Desde que Israel lanzó su ofensiva contra la Franja, hace más de diez meses, el Squad (escuadrón, en español) ha criticado duramente a este país y ha presionado desde dentro del Partido Demócrata para frenar el apoyo militar estadounidense al principal aliado de Washington en Oriente Próximo. 

Tlaib, de origen palestino, es una de las figuras que más notoriedad ha ganado en los últimos meses debido a la guerra de Gaza. Cuando a finales de julio el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se dirigió al Congreso, Tlaib estuvo presente. La demócrata vestía una kufiya mientras sostenía un cartel que decía: “Criminal de guerra”.

El conflicto en Gaza se ha cobrado la vida de más de 40.000 palestinos y la Fiscalía de la Corte Penal Internacional ha pedido emitir una orden de detención contra Netanyahu y su ministro de Defensa, Yoav Gallan. A pesar de ello, Netanyahu realizó una visita oficial a EEUU a finales de julio y fue recibido en el Congreso entre los aplausos de la bancada republicana –en el lado demócrata había más de 18 escaños vacíos–. Ante los congresistas estadounidenses, Netanyahu pidió más armas para “terminar el trabajo”.

Donaciones millonarias a favor de Israel 

El AIPAC está librando una guerra silenciosa para expulsar a las voces críticas con Israel del Congreso. Este comité es uno de los grupos de presión y PACS (plataformas de acción política a través de las cuales se hacen donaciones) proisraelíes con más influencia de EEUU. En su página web afirma que su principal misión es “construir un apoyo bipartidista para la relación entre Estados Unidos e Israel”.

Ejemplo de ello es que tanto el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, como el líder de la minoría en la Cámara baja, el demócrata Hakeem Jeffries, cuentan con el respaldo de AIPAC. De hecho, el año pasado Jeffries protagonizó un escándalo después de que el AIPAC le financiara un viaje a Israel.

Según la organización OpenSecrets, AIPAC ha gastado unos 60 millones de dólares en acciones de presión desde 1998. A pesar de no donar directamente a los candidatos o partidos, el comité tiene PACS afiliadas que se encargan de ofrecer dinero a candidatos dispuestos a disputar el escaño a los demócratas críticos con las acciones de Israel en Palestina. 

En las primarias donde Bush fue derrotada, AIPAC (a través de una PAC afiliada) invirtió 8 millones de dólares a la campaña del fiscal Wesley Bell. Es por ello que Bush señaló al lobby proisraelí como el principal responsable de su derrota. Algo que AIPAC no niega. “Una vez más, un demócrata progresista proisraelí se impuso a una candidata que representa el grupo extremista hostil al Estado judío”, dijo el portavoz del comité, Marshall Wittman, al celebrar la victoria de Bell contra Bush.

El pasado mes de junio, AIPAC hizo otra importante inyección de dinero en las primarias demócratas del distrito 16 de Nueva York para sacar del Congreso a otro miembro del escuadrón: Jamaal Bowman. En esa ocasión donó unos 15 millones de dólares a la candidatura de George Latimer, que consiguió vencer a Bowman. El grupo también donó dinero para que el congresista republicano de extrema derecha, que se había opuesto a enviar ayuda económica a Israel, Bob Good, perdiera en las primarias republicanas de Virginia.

AIPAC agita las derrotas de Bowman, Good y Bush como un aviso de que tiene el poder suficiente para tumbar aquellos que se oponen a sus intereses. “Incluyendo las derrotas del demócrata Jamaal Bowman y el republicano Bob Good, la representante Bush es la tercera persona que ha perdido por la falta de un compromiso férreo en el apoyo a Israel”, decía Wittman.

El lobby, que hasta ahora había intentado mantener un perfil bajo, ha dado un paso al frente para contrarrestar la presión sobre la Administración de Joe Biden para que ésta suspenda el apoyo económico y militar a Tel Aviv por la guerra de Gaza. 

El pasado martes, Ilhan Omar, otro miembro del Squad, consiguió ganar en las primarias demócratas del quinto distrito de Minnesota y garantizarse la oportunidad de reeditar su escaño en las legislativas. Omar derrotó a Don Samuels, un demócrata más centrista a quien ya había vencido en las primarias de 2022. La congresista se ha salvado de correr la misma suerte que sus compañeros Bush y Bowman, aunque el AIPAC aparentemente no financió la candidatura de su rival en estas primarias.

En el 2022, el grupo sí que invirtió unos 350.000 dólares para buscar activamente un oponente que pudiera derrotarla. Samuels, su rival, ya aclaró que el comité no intentó reclutarlo.  

Según la agencia de noticias Associated Press, en la campaña de este año, Omar habría recaudado unos 6,2 millones de dólares, mientras que Samuels solo consiguió 1,4 millones. La demócrata se disputará el escaño con la republicana Dalia Al Aqidi, una periodista iraquí-estadounidense autodenominada musulmana secular que acusa a Omar de estar a favor del grupo palestino Hamás. 

El conflicto palestino en la carrera a la Casa Blanca

Sacar pecho y poner en el foco estas victorias parece que está surtiendo efecto. Algunos miembros del Partido Demócrata ven la derrota de Bush como un ejemplo de los riesgos que implica tener posiciones duras contra Israel y la guerra de Gaza.

Los movimientos de AIPAC coinciden con el despegue de la candidatura de Kamala Harris a la Casa Blanca, después de la retirada de Biden. Harris, que ya se ha mostrado más crítica con Tel Aviv pero sin salirse de las líneas generales de apoyo a Israel, está todavía recalculando qué postura adoptará respecto a la guerra en lo que queda de campaña electoral y de cara a una eventual presidencia si es elegida en noviembre. De momento, su candidatura consiguió recaudar 310 millones de dólares en tan solo un mes.

La euforia demócrata de los últimos días ha eclipsado temas como la guerra de Gaza y Harris ha podido esquivar las críticas jugando la carta del miedo a su rival, el candidato republicano Donald Trump. Aunque difícilmente podrá usarlo de comodín en los tres meses que quedan.

Este lunes empieza la Convención Demócrata en Chicago y varios grupos propalestinos han convocado manifestaciones en la ciudad  para volver a poner el foco sobre la cuestión y presionar a Harris para que vaya un paso más allá en su posicionamiento. El voto de los jóvenes volverá a ser decisivo en las urnas este año.

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