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Políticos brasileños ofrecen una falsa “cura” contra la COVID-19 para conseguir votos

Bruno Fonseca y Larissa Fernandes / Agencia Publica.

Agenda Pública / Giulia Afiune, Anna Beatriz Anjos, Julia Dolce, Rafael Oliveira

13 de noviembre de 2020 22:48 h

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Cuando Donald Trump convirtió la hidroxicloroquina en el centro de atención el pasado marzo asegurando que era un medicamento “muy poderoso” para combatir la COVID-19, el presidente brasileño Jair Bolsonaro, su gran aliado, la adoptó rápidamente. Dos días después de la primera declaración del presidente estadounidense a favor de este medicamento, Bolsonaro anunció que el laboratorio del ejército brasileño ampliaría su producción. Mas tarde, el Ministerio de Salud autorizó el uso de cloroquina e hidroxicloroquina en casos graves de COVID-19 como terapia complementaria bajo criterio médico.

En ese momento, los estudios sobre la efectividad del medicamento, que se usa contra la malaria, aún no eran concluyentes, pero la presión del presidente se intensificó. En menos de un mes, dos ministros de Sanidad abandonaron el cargo –tras una destitución y una dimisión, respectivamente–, en parte debido a su oposición frente a este nuevo medicamento.

Pocos días después, el nuevo Ministerio de Salud comenzó a autorizar la prescripción de cloroquina asociada con la azitromicina para tratar casos leves, moderados y graves de COVID-19, siempre y cuando el paciente firmara un formulario de consentimiento y declarara conocer los riesgos.

Poco a poco, se han publicado nuevos estudios que demuestran la ineficacia de este fármaco para tratar la enfermedad y entidades médicas y científicas respetadas de todo el mundo han abandonado el uso de la cloroquina. Entre ellos, la agencia reguladora de Estados Unidos, que revocó el 15 de junio la autorización de emergencia de hidroxicloroquina para pacientes con COVID. En Brasil, entidades médicas como la Sociedad Brasileña de Enfermedades Infecciosas también se han opuesto a este fármaco. Además, la OMS ha suspendido los ensayos clínicos con este medicamento de manera definitiva.

Frente al resto del mundo, Bolsonaro siguió defendiendo y publicitando el medicamento en publicaciones y presentaciones a través de las redes sociales. En Brasil, los fabricantes de cloroquina, algunos de los cuales han declarado ser partidarios del presidente, vieron aumentar el consumo de este medicamento en un 358% hasta julio.

Desde que el presidente comenzó a publicitar supuestas curas para esta enfermedad, un séquito de médicos brasileños difundió un controvertido “tratamiento temprano” del virus, que implica el uso de hidroxicloroquina y cloroquina junto con otros fármacos, como el antibiótico azitromicina.

A partir de declaraciones enviadas por los lectores, una investigación de Agencia Pública detectó que varios municipios comenzaron a usar medicamentos ineficaces como parte de sus políticas públicas para combatir la enfermedad. En muchas ciudades, estos medicamentos también se convirtieron en un instrumento dentro de la campaña para las elecciones municipales que se llevarán a cabo este domingo 15 de noviembre, contribuyendo así a la popularidad de los alcaldes que buscan la reelección.

Tras la investigación de los protocolos adoptados en diez ciudades de ocho estados diferentes, que describen el cuadro de la situación en el país, de norte a sur, los ayuntamientos ofrecen “kits anti-COVID-19” que contienen medicamentos ineficaces, prometiendo, de manera ilusoria, prevenir o curar la enfermedad que ya ha matado a más de 164.000 brasileños. En al menos ocho de las ciudades investigadas, los residentes informaron de que los medicamentos se entregaron incluso sin tener un resultado de la prueba de COVID-19.

Los medicamentos entran en la disputa electoral

Pero ¿por qué distribuir medicamentos que no funcionan? Agencia Pública habló con varios expertos que señalan el uso político de la falsa “cura” en el contexto de la carrera por las elecciones municipales de 2020.

“El uso político de medicamentos y vacunas es muy evidente ahora durante la pandemia”, dice Natália Pasternak, doctora en microbiología de la Universidad de São Paulo y presidenta del Instituto Questão de Ciência. “Es muy fácil conseguir los votos y la simpatía de la gente así, 'mira cómo cuido a la población de mi ciudad, estoy repartiendo un botiquín gratis”.

Esto es lo que está sucediendo en Natal, capital de Rio Grande do Norte, según Daniel Menezes, profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte (UFRN). En busca de su reelección en 2020, el alcalde Álvaro Dias creó al menos tres centros de distribución de medicamentos y sostiene que la ivermectina –sin eficacia probada– “es eficaz para prevenir el coronavirus”. Las declaraciones están siendo investigadas por la fiscalía estatal como posible propaganda electoral irregular. “Mi hipótesis es que él, utilizando una investigación cualitativa, logró mapear muy bien el sentimiento de la población. ¿La gente quiere medicinas? Entonces le daré medicina”, dice Menezes.

En Paranaguá, en el estado de Paraná, el alcalde, que también se presenta a la reelección este año, anunció en julio a través de sus redes sociales la “distribución masiva” de cajas con tabletas de ivermectina para “inmunizar a la población”. La distribución de medicamentos se realizó en un gimnasio, en una tienda e incluso en las escuelas municipales, y cada etapa fue documentada detalladamente en las redes del político.

“Aquí estamos superando el virus chino”, dice el tuit fijado en el perfil de Everton Sodário (PSL), alcalde de la pequeña Mirandópolis, en el estado de São Paulo. Candidato a la reelección en una ciudad donde el 68,3% de los habitantes votó a Bolsonaro como presidente, se autodenomina “Bolsonaro caipira” y sigue las instrucciones del presidente al pie de la letra. Anima a la población a romper el aislamiento y distribuye el “kit COVID-19” con hidroxicloroquina, azitromicina, ivermectina, zinc y vitaminas C y D. La compra de los medicamentos por parte de la ciudad recibió un tuit de apoyo del congresista Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente.

En Cáceres, el estado de Mato Grosso, el denso humo de los incendios del Pantanal, la mayor región inundable del mundo, han agravado el avance de la pandemia, por lo que la ciudad también decidió apelar a fuerzas superiores. Dentro de los sobres con dos cápsulas de ivermectina distribuidas a la población también había un mensaje religioso: “Esta lucha es del Señor Jesús. Juntos derrotaremos a la COVID-19 - SMS Cáceres”.

En un vídeo publicado en la página de Facebook del ayuntamiento el 21 de julio, el alcalde Francis Maris invitó a cualquier persona que aún no hubiera tomado el medicamento “como prevención del coronavirus” a recogerlo en el centro de convenciones de la ciudad.

En una publicación de Facebook anunciando su regreso al trabajo después de recuperarse de la COVID-19, el alcalde de Vilhena, un municipio del estado de Rondônia, en la Amazonía brasileña, dijo: “Creemos que es importante comenzar a tomar el kit de cloroquina, ivermectina y azitromicina, unos cinco días después de presentarse los primeros síntomas, para curar la enfermedad o evitar que se agrave”. La publicación tuvo más de 500 Me gusta y un centenar de comentarios positivos.

En Porto Feliz, en el estado de São Paulo, el protocolo incluso decía que la ciudad brindaría apoyo legal únicamente a los médicos que prescribieran medicamentos ineficaces. El fragmento fue posteriormente eliminado. El documento fue firmado por el alcalde, el doctor Cássio Prado, quien es cirujano e intensivista, y fue uno de los primeros en adoptar la hidroxicloroquina, azitromicina e ivermectina en Brasil y se hizo famoso como el hombre del cartel de “tratamiento temprano”.

Los pacientes que los necesitan se quedan sin ellos

La medida impidió que la hidroxicloroquina llegara a quienes de verdad la necesitaban en la ciudad, como fue el caso de Sueli Souza Santos, portadora de una enfermedad autoinmune. “Cuando empezó la pandemia nos la cancelaron, incluso en las farmacias a las que no teníamos acceso. Según ellos, solo ahora podían enviar a hospitales. Y en mi caso, como paciente autoinmune, estaría sin el medicamento porque no había para comprarlo”, dijo Souza, ama de casa, a Agencia Pública. Estuvo hasta 40 días sin el tratamiento necesario por no encontrar el medicamento. “Duele todo el cuerpo, te da fiebre y te quedas en la cama porque el dolor es demasiado fuerte”.

El anuncio de hidroxicloroquina también llevó a que gente común de todo el país exigiese este medicamento al Gobierno, como sucedió en Palmeiras de Goiás, en el estado de Goiás, y en Joinville, en el estado de Santa Catarina.

En la ciudad de Santa Catarina, la presión popular y la preocupación por la automedicación les llevaron a crear un “centro de tratamiento temprano” con el objetivo de llevar a “las personas que quieren recetar y los que quieran recibir” cloroquina, porque, según la secretaria de salud de la ciudad, hubo “conflictos” entre parte de la población que quería tomar el medicamento y los médicos que se negaban a recetarlo.

“Llegamos al absurdo de crear un lugar para recetar, aunque sea supervisado, un fármaco que tiene niveles de toxicidad, porque la gente quiere tomarlo, en lugar de explicarles adecuadamente los riesgos e ineficacia del medicamento”, declaró el médico Fábio Gaudenzi, presidente de la Sociedad Catarinense de Infectología.

El equipo de Agencia Pública halló que algunos casos en que las autoridades de la ciudad justificaron sus controvertidos protocolos argumentando que era necesario hacer algo para combatir el avance del coronavirus, incluso si los medicamentos disponibles no eran el arma ideal. “Los que estamos en primera línea tenemos a nuestro paciente al frente, que se enferma”, dice Leonel Nulman Szterling, director clínico del Hospital de Clínicas de Sao Sebastiao. Entre los casos investigados también hay informes de profesionales de la salud de primera línea y pacientes que se sintieron presionados para usar cloroquina y otros medicamentos que han demostrado ser ineficaces contra la COVID-19.

“Bolsitas de ilusión”

“A esta distribución la llamo 'bolsitas de ilusión'. Nada tiene sentido en estos 'kits anti-COVID'-19”, dice Margareth Dalcolmo, neumóloga, profesora e investigadora de la Fundación Oswaldo Cruz (FIOCRUZ), una de las instituciones de salud pública más reconocidas del mundo. “Es muy absurdo distribuir estos fármacos a nivel político en un momento electoral. El uso es demagógico y político”, resume la médica.

Tanto la Organización Mundial de la Salud como la comunidad científica internacional ya han declarado en repetidas ocasiones que no existe evidencia científica de que la cloroquina, hidroxicloroquina e ivermectina funcionen para la COVID-19. En todo el mundo, se desaconseja el uso de estos medicamentos.

Además de los graves efectos secundarios de la cloroquina, los expertos escuchados por Pública advierten del “daño social” de tomar ivermectina para los pacientes cardíacos, un fármaco distribuido en al menos seis de las diez ciudades retratadas en esta serie.

“Puede generar una falsa sensación de seguridad. Las personas pueden pensar que están protegidas por este kit, ya no necesitan usar mascarilla, pueden visitar a los padres ancianos, ir a las aglomeraciones, ya no necesitan tener cuidado con la distancia social”, advierte Pasternak.

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