La primera ministra francesa presenta su dimisión y Macron la rechaza
La primera ministra de Francia, Élisabeth Borne, ha presentado su dimisión a Emmanuel Macron, que la ha rechazado “para que el Gobierno siga con su tarea”, según ha informado el Elíseo.
Según la tradición republicana, el primer ministro suele presentar la dimisión del Gobierno al presidente de la República al día siguiente de las elecciones legislativas –cuya segunda vuelta se saldó el domingo con la pérdida de la mayoría absoluta para la coalición macronista– aunque gane el bando presidencial, explica Le Monde. La página sobre información pública Vie-publique.fr explica que, tradicionalmente, el Ejecutivo termina al día siguiente de unos comicios legislativos o presidenciales. “Esto se conoce como renuncia de cortesía”.
El Consejo de Ministros previsto para este lunes ha sido suspendido y en su lugar Borne ha convocado a los miembros del Ejecutivo para una reunión a las 14:30.
Tras el resultado de las elecciones legislativas, dirigentes del partido de izquierdas La Francia Insumisa (LFI) han pedido la dimisión de Borne, que llegó al cargo el pasado 16 de mayo. Además, algunos diputados de LFI han avanzado su intención de presentar una moción de censura contra el Gobierno, aunque la coalición de izquierdas de la que forma parte no se ha pronunciado sobre esta posibilidad.
El presidente francés recibe durante esta mañana a los líderes de los grandes partidos políticos para intentar componer acuerdos después de haberse quedado sin mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, pero la oposición, muy fraccionada, no puede presentar una alternativa.
La presidencia gala ha dicho que el jefe de Estado llevará a cabo “las consultas políticas necesarias (...) para identificar soluciones constructivas para los franceses”.
Los resultados de las elecciones legislativas del pasado domingo han dejado una Asamblea Nacional muy fragmentada, en la que al bloque macronista le harán falta otros 44 diputados para aprobar sus propuestas.
La primera ministra y su Gobierno deberán negociar con otras formaciones cada reforma, un revés inesperado que obliga a revisar todos los proyectos y evaluar su viabilidad y un cambio radical para el presidente y sus aliados, acostumbrados durante su primer mandato al rodillo parlamentario.
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