La profesora que quita los estereotipos de género de los libros escolares en Italia: “Los colegios no siguen el ritmo de los cambios sociales”
Las madres en la cocina, los padres en el trabajo. Niños desordenados y muy valientes, niñas tímidas y ordenadas. Hombres que pueden elegir su profesión: astrónomos, abogados, carteros, cocineros... Mujeres que son madres a tiempo completo o, a veces, profesoras o peluqueras.
¿Son solo estereotipos de los años 50? Puede parecerlo, pero hasta hace unos años no era raro encontrarlos en casi todos los libros de texto de educación primaria en Italia. Incluso hoy, al hojear estos libros antiguos parece que se hace un viaje al pasado. Pero solo en los últimos años algunos editores de libros de texto han cambiado completamente de rumbo.
“Hoy en día resulta imposible escribir un libro de texto sin tener en cuenta la perspectiva de género. Es positivo que la gente se tome en serio este cambio”, dice Irene Biemmi, especialista en educación de género y profesora de la Universidad de Florencia.
Desde hace cuatro años, también trabaja como asesora de Obiettivo Parità (“Objetivo Igualdad”), un proyecto de dos editoriales italianas, Rizzoli Education y Centro Studi Erickson, que han adoptado una serie de normas internas destinadas a crear, escribir e ilustrar libros de textos que representen de forma igualitaria a hombres y mujeres.
Para su libro Una educación sexista: los estereotipos de género en los libros de texto de la escuela primaria, ha estudiado los libros de texto publicados entre 1997 y 2002. ¿Qué ha descubierto?
En primer lugar, una infrarrepresentación de las mujeres y las niñas: solo el 37% de las historias que aparecen en los libros de texto tienen una mujer como protagonista. Esto demuestra hasta qué punto el sexismo latente en estos libros puede tener grandes repercusiones. En los talleres que imparto regularmente en las escuelas, pregunto a las niñas por qué creen que hay tan pocas mujeres en esos libros, y dan algunas respuestas del tipo: “Obviamente, son menos importantes”.
Además, abundan los estereotipos. En estas historias, muy pocas mujeres están activas: todas las chicas son tímidas, ordenadas y buenas estudiantes; mientras que los chicos son valientes e inquietos, a veces incluso un poco agresivos. Es como sumergirse en los arquetipos de una época antigua.
¿Han mejorado las cosas ahora?
Mirando los libros de texto actuales, diría que sí. Pero en 2016, dos investigadores, Cristiano Corsini e Irene Scierri, utilizaron un sistema de análisis similar para examinar los libros de texto publicados más recientemente y sus conclusiones fueron bastante sombrías, parecía que las cosas habían ido cuesta abajo.
¿Por qué parece tan difícil deshacerse de los estereotipos de género de los libros de texto?
Porque los editores se dirigen a un público concreto, el escolar, al que le cuesta mucho aceptar los cambios. Los colegios italianos son un espejo atrasado de lo que ocurre en el país, y son incapaces de seguir el ritmo de todos los cambios que se producen actualmente en nuestra sociedad. No olvidemos que, por un lado, la mayoría de los profesores se formaron en los años 70 y 80, y por tanto llevan esta cultura a sus aulas.
Por otro lado, no existe una formación específica sobre cuestiones de género ni para los profesores mayores, ni para los más jóvenes. Hay también una dimensión emocional a tener en cuenta. Una madre en delantal dando la merienda a los niños, niños atrevidos, niñas jugando con muñecas... es una representación casi mítica y, al mismo tiempo, muy tranquilizadora. Desechar esta cultura y proponer algo nuevo es más fácil de decir que de hacer.
Pero es precisamente lo que intenta hacer Obiettivo Parità. Usted es su principal asesora, ¿cuál es su papel exactamente?
Dirigí el equipo que definió las directrices prácticas para que nuestros editores las utilizaran como punto de referencia. Ahora, mi trabajo consiste en revisar a fondo cada libro, página por página.
¿Qué implica esa tarea?
Examino cada manuscrito minuciosamente, haciéndome preguntas como: ¿cuántos autores y autoras se incluyen? ¿Los roles principales de las historias están distribuidos de forma equilibrada entre hombres y mujeres? ¿Hay algún estereotipo? Miro el libro como un conjunto, no me centro en una parte en concreto.
Si encuentro alguna parte del contenido que puede parecer problemática, por ejemplo porque hay estereotipos obvios o desagradables, se lo indico a los editores. Pero en general, trato de tener una impresión general del libro.
Luego paso a una relectura del lenguaje. Por ejemplo, elimino todos los casos de género masculino en las instrucciones de las tareas. En lugar de un genérico “debate con tus compañeros”, prefiero utilizar “debate con tus compañeros y compañeras” o “con tu clase”. Al final, envío mis sugerencias al editor adjunto, cuyo trabajo es corregir cualquier desequilibrio. Unos meses más tarde, recibo otra copia actualizada y hago la corrección final, esta vez teniendo en cuenta también las fotos y las ilustraciones. Entonces, y solo entonces, cuando todo está en su sitio, el libro se envía a la imprenta.
¿Su trabajo consiste principalmente en quitar, más que en añadir?
No, no basta con eliminar los estereotipos; nuestro objetivo es aportar algo nuevo, lo que se conoce como “contranarrativas”. Pero la manera en la que estas se utilizan es fundamental. Para mí, el mejor libro no es aquel en el que todas las madres son astronautas y todos los padres están ocupados preparando la cena en la cocina, en el que todos los niños son tímidos y todas las niñas son como Pippi Calzaslargas.
El mejor libro es aquel que puede ofrecer una representación polifacética de la realidad, porque la diversidad cultural es el trampolín para lograr la igualdad de género. No se trata de que los libros ofrezcan una visión del mundo al revés; eso sería completamente artificial. En nuestro mundo, muchas madres son científicas, abogadas o carteras, al igual que muchos chicos son sensibles y muchas chicas son deportistas, ¿por qué no darles visibilidad a ellos y a ellas también?
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