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El progresista Bernardo Arévalo de León gana las elecciones de Guatemala pese a la persecución política

El académico progresista Bernardo Arévalo de León, del Movimiento Semilla, vota en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Guatemala.

Andrés Arnal Martínez

Ciudad de Guatemala —
21 de agosto de 2023 07:35 h

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En una jornada histórica para el país centroamericano, el partido Movimiento Semilla logra vencer en segunda vuelta a Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). Con un discurso anticorrupción y crítico con el sistema, el académico Bernardo Arévalo obtuvo el 58% de los votos frente al 37% de su rival, una candidata conservadora y continuista con el Gobierno actual. 

Más de 4 millones de guatemaltecos –el 45% del padrón electoral– han asistido a las urnas en una de las elecciones más convulsas desde la instauración de la democracia en 1986. Considerada por muchos ciudadanos como un referéndum sobre la democracia, los resultados de esta contienda eran decisivos para poner freno a la deriva autoritaria que ha vivido el país en los últimos años. 

El Movimiento Semilla fue la gran sorpresa de la primera vuelta de las elecciones celebradas el 25 de junio al quedar en segunda posición sin que ninguna encuesta lograra pronosticarlo. Surgido de la llamada “primavera de 2015”, una ola de protestas contra la corrupción del Gobierno de Otto Pérez y Roxana Baldetti, el partido ha conseguido ilusionar a un electorado desmovilizado y capitalizar el voto de descontento. Durante la primera vuelta electoral, el voto nulo fue la opción mayoritaria elegida por el 17% de los ciudadanos. 

El binomio presidencial encabezado por Arévalo y la docente y científica Karin Herrera han hecho de la lucha contra la corrupción su punta de lanza durante la campaña electoral. Con un discurso político centrado en la recuperación democrática de las instituciones públicas, han logrado generar esperanzas de un cambio en el país, sobre todo entre la población joven.

Por su parte Sandra Torres, ex primera dama durante el Gobierno de Álvaro Colom, buscaba por tercera vez llegar a la presidencia del país. Lejos de los postulados iniciales socialdemócratas, la presidenciable ha pasado a ser una candidata conservadora y vista como parte del establishment. De su lado están grupos de veteranos militares, líderes evangélicos y sectores derechistas del país.

Tras conocerse los resultados, el presidente Alejandro Giammattei ha felicitado a Arévalo a través de su cuenta de Twitter y le ha invitado a “iniciar la transición ordenada al día siguiente de que los resultados queden oficializados”, en referencia a la transferencia del poder que tendrá lugar el próximo 14 de enero. 

Una contienda marcada por la persecución política

La contienda se desarrolló en medio de un contexto de regresión autoritaria por parte del actual Gobierno contra fiscales, jueces, organizaciones y periodistas. En los últimos años, decenas de opositores que han denunciado la corrupción han sido encarcelados o han tenido que exiliarse.

Tras las inhabilitaciones iniciales de tres candidatos punteros en las encuestas que tenían un discurso antisistema, la persecución judicial por parte del Ministerio Publico se ha centrado en el Movimiento Semilla. Primero, la Corte Constitucional ordenó arbitrariamente una revisión de las actas electorales de la primera vuelta. Tras semanas de incertidumbre, las autoridades electorales no encontraron mayores inconsistencias en los resultados. La persecución judicial contra Semilla continuó a través de una denuncia por parte del fiscal Rafael Curruchiche –incluido en la lista de sancionados del departamento de Estado de EEUU por corrupción– que reclamaba la inhabilitación del partido. El motivo, un supuesto caso de firmas falsas en el momento de la constitución del partido. A la denuncia le siguieron allanamientos por parte de la policía a la sede del partido Semilla y al Tribunal Supremo Electoral, en busca de archivos relacionados con el proceso en curso. 

Este frágil contexto institucional se vio nuevamente dañado durante las primeras horas de la jornada electoral. Blanca Alfaro, una magistrada del Tribunal Supremo Electoral, declaró que tenía intención de renunciar a su cargo debido a amenazas y presiones. Gabriel Aguilera, otro magistrado del poder electoral, afirmó que también había recibido amenazas.

El futuro de Semilla

En los últimos días, el fiscal Rafael Curruchiche, ha afirmado que podría suspender al partido de Arévalo después de las elecciones del domingo y emitir órdenes de arresto para algunos de sus miembros. “No descartamos allanamientos, órdenes de aprehensión o solicitudes de antejuicio después del 20 de agosto”, declaraba el fiscal Curruchiche tres días antes de las elecciones. 

La judicialización de la política ha ido acompañada de una narrativa de fraude impulsada por la candidata Sandra Torres. En las últimas horas la candidata de la UNE ha intensificado el discurso y las acusaciones de manipulación de los resultados electorales por parte de los socialdemócratas. En un comunicado emitido a las 23:30 hora local, el Comité Ejecutivo del partido informaba que no fijará una postura relativa a la aceptación de los resultados “hasta que se esclarezcan los resultados” y señaló “irregularidades” en el proceso electoral“.

En el terreno político, se abre una nueva etapa en Guatemala en la que el partido de Arévalo tendrá que gobernar con una mayoría de la oposición en el Parlamento. Según Luis Fernando Mack, analista político y miembro de la asociación de Analistas Independientes de Guatemala (AIG), uno de los principales retos del partido va a ser “tener las condiciones políticas necesarias para hacer cambios, puesto que no va a tener ni las condiciones institucionales ni legales optimas, tiene a todo el sistema en contra”.

Tras la jornada electoral, se abren muchas incógnitas e incertidumbres sobre el futuro político del país más grande de Centroamérica. Por el momento, los ciudadanos han elegido poner freno al auge del autoritarismo. 

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