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Preocupación por la propagación del coronavirus en las manifestaciones contra el racismo de EEUU

Protestas en Minneapolis el pasado 30 de mayo.

Álvaro García Hernández

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La muerte de George Floyd, asfixiado por un policía la semana pasada, ha provocado una oleada de rabia en Estados Unidos que se ha canalizado con protestas en las calles para pedir justicia y para acabar con la brutalidad policial contra la población afroamericana, basada en un racismo sistémico y una desigualdad histórica. Pero estas movilizaciones han generado inquietud por un posible aumento en la propagación del coronavirus.

Por eso, organizaciones sociales, figuras políticas y expertos sanitarios están publicando recomendaciones para que puedan manifestarse sin poner en riesgo la salud, ya que Estados Unidos sigue a la cabeza en número de casos positivos registrados (1,8 millones) y en fallecidos (más de 101.000 personas). 

Una carta de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) alerta de que los eventos grandes, abarrotados de gente y en los que se profieren cantos y gritos aumentan la propagación del coronavirus, por lo que insta a los manifestantes, a las fuerzas del orden y a los empleados de salud pública a seguir una serie de recomendaciones para proteger la salud de todos sin menoscabar el derecho a la manifestación, recogido en la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense.

“Las protestas contra las injusticias son una actividad esencial para poner el foco y combatir las violaciones de los derechos civiles y el racismo estructural” pero “la responsabilidad” de hacer cumplir la ley por parte de las fuerzas de seguridad “también incluye los derechos individuales”, explican la decena de expertos que firman las recomendaciones. 

Entre los consejos que dan piden que los manifestantes, policías, periodistas y curiosos lleven mascarilla, que cubra nariz y boca, y gafas para protegerse de los gases lacrimógenos y el spray de pimienta que pueda usar la policía. Los expertos alertan de que estas tácticas de dispersión provocan estornudos y tos, que elevan la emisión de posibles partículas portadoras del virus al aire. En este sentido, recomiendan también guardar los dos metros de seguridad entre personas y buscar alternativas a los cánticos como pancartas y tambores.

Asimismo, las autoridades han pedido que intenten manifestarse con personas con las que estén conviviendo, en grupos pequeños, y guarden cuarentena después de la protesta, 14 días si es posible. Alertan también de que, según estudios recientes, gran parte de los casos son asintomáticos por lo que el riesgo de contagio es mayor al no haber conciencia personal en estos casos de ser portador del virus.

En algunos estados, como en Florida y California, han tenido que cerrar sus centros de detección gratuita del coronavirus por las protestas, según ha informado Politico, lo que dificulta también el control y seguimiento de posibles casos.

Por otro lado, a las fuerzas del orden recomiendan “replantearse” sus protocolos para evitar el uso de gases lacrimógenos que provocan situaciones en las que los manifestantes puedan llevarse las manos a la cara y propagar el virus. Además, otros protocolos suponen también un riesgo, como los procedimientos para reducir a un sospechoso, la retirada de mascarillas, la disposición de personas detenidas sentadas hombro con hombro o la retención de manifestantes contra el suelo.

En otra carta abierta firmada por más de 1.200 epidemiólogos, profesionales de salud pública y otros colectivos sanitarios aseguran que los riesgos de manifestarse durante una pandemia no deberían impedir protestar contra el racismo. “El supremacismo blanco es un problema letal de salud pública que precede y contribuye a la COVID-19”, afirman en referencia a las manifestaciones de personas pidiendo la reapertura de estados y en la que la policía no intervino para desalojarlas.

Recuerdan también que la población negra tiene más probabilidades de morir a manos de la policía, a lo que se suman otro tipo de discriminaciones como dificultades de acceso a la sanidad, peores condiciones de trabajo o consumo de comida menos saludable. Además, las cifras de muertos evidencian que los afroamericanos han sufrido un impacto mayor del coronavirus, precisamente por estas desigualdades.

Pero las recomendaciones no solamente han salido de expertos sanitarios en los últimos días, activistas y personas anónimas están repartiendo comida, bebida, mascarillas y gel desinfectante entre los manifestantes. La congresista Alexandria Ocasio-Cortez ha pedido en sus redes sociales que salgan a manifestarse pero siguiendo las recomendaciones sanitarias. Es más, ha repartido bolsas con mascarillas, snacks e información sanitaria y legal para hacer frente a posibles detenciones y el uso de gases lacrimógenos entre algunos de sus vecinos en Nueva York.

Las prisiones en el país son un problema para la propagación del coronavirus. En concreto, cuatro de los cinco principales focos ahora mismo en EEUU son cárceles, según el recuento de The New York Times. Esto ha hecho que los expertos pidan proporcionalidad a la hora de encarcelar a los manfiestantes detenidos porque algunas cárceles locales pueden estar “mal ventiladas y superpobladas”. “Quizás sea necesario hacer arreglos para tener procesamientos rápidos y dejar en libertad a los manifestantes no violentos para que vuelvan a las audiencias más adelante”, escriben los expertos de UCLA.

Epidemiólogos y médicos aseguran que a pesar de que el riesgo cero no existe si se siguen las recomendaciones sanitarias la propagación del virus se puede reducir considerablemente sin tener que coartar el derecho a manifestarse: “La COVID-19 es un problema de salud pública, pero el racismo también lo es”, han argumentado.

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