El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha negado este juves su responsabilidad en el envenenamiento casi mortal de destacado opositor ruso Alexéi Navalni. El presidente, con una sonrisa, ha asegurado que si los servicios de inteligencia hubiesen querido, “probablemente hubiesen terminado el trabajo”.
“Por supuesto que las agencias de inteligencia tienen que tenerlo vigilado, pero eso no significa que haya que envenenarlo. Si realmente hubiesen querido, probablemente hubiesen terminado el trabajo”, ha afirmado.
Navalni, uno de los mayores críticos de Putin, fue envenenado en agosto en Rusia con un agente nervioso del grupo Novichok. Se puso enfermo durante un vuelo interno y fue ingresado en un hospital en Siberia. Posteriormente fue trasladado en coma a un hospital en Alemania, donde recibió el alta el pasado 23 de septiembre.
El pasado lunes, el medio digital Bellingcat y sus socios Der Spiegel y CNN, publicaron una investigación en la que afirman que un equipo de expertos en armas químicas del FSB está implicado en el envenenamiento de Navalni con un agente del grupo Novichok, de fabricación rusa.
La investigación, basada en grandes volúmenes de datos de telecomunicaciones, geolocalizaciones y registros de vuelos, identifica a tres agentes de esta unidad que siguieron al líder opositor en agosto pasado, primero a Novosibirsk, donde hizo campaña ante las elecciones regionales, y posteriormente a la ciudad siberiana de Tomsk, donde fue envenenado.
“Esto no es una investigación, esto es un intento de legalizar los materiales proporcionados por los servicios de inteligencia estadounidenses”, ha afirmado Putin durante su rueda de prensa anual. El presidente ha asegurado que Navalni “está siendo apoyado por la inteligencia estadounidense” y por eso tiene estar vigilado.