“En diferentes periodos históricos, incluso durante la época zarista, la gente soñaba con construir este puente. El milagro se ha hecho realidad”, dijo el presidente ruso, Vladímir Putin, durante la inauguración en 2018 del puente que une la península de Crimea (anexionada ilegalmente en 2014) con el territorio ruso. Minutos antes, Putin había cruzado el puente conduciendo él mismo un camión con banderas de Rusia y seguido de una gran caravana de vehículos.
Ahora, dos días después del ataque contra la joya y el principal símbolo de la ocupación rusa de Ucrania –que también tiene un papel logístico importante en la guerra–, Putin ha ordenado una ola de bombardeos contra varias ciudades ucranianas lejos del frente de batalla, incluida la capital. “Es imposible no responder a crímenes de este tipo. Esta mañana se ha lanzado un ataque de alta precisión desde tierra, mar y aire contra instalaciones energéticas, militares y de comunicaciones de Ucrania”, ha señalado Putin. “Si continúan los intentos de llevar a cabo operaciones terroristas en nuestro territorio, la respuesta de Rusia será firme y su escala corresponderá con el nivel de amenaza contra la Federación Rusa”.
Los ataques han golpeado varias ciudades, entre ellas Kiev, Dnipro, Leópolis, Zaporiyia, Mykolaiv y Járkov, y han dejado al menos 12 fallecidos, según las autoridades ucranianas. Oleksiy Arestovych, asesor del presidente ucraniano, ha dicho que la mayoría de los objetivos han sido infraestructuras civiles que suministran servicios básicos como electricidad. Margarita Simonyan, editora jefa del canal de televisión estatal ruso RT, ha publicado en Twitter un simple “aquí tenéis vuestra respuesta”.
“La guerra de infraestructuras”
“Está bastante claro que los ataques han sido una venganza por lo ocurrido en el puente. No veo que sea algo estratégico que ayude al ejército ruso, aunque puede retrasar el progreso [de la contraofensiva] y desviar fuerzas del frente mientras Putin prepara su contraofensiva con los rusos movilizados”, dice a elDiario.es Anton Barbashin, investigador y director editorial de Riddle Russia.
“Estos ataques marcan un nuevo punto bajo en la guerra en el que Rusia tenderá probablemente a usar más fuerza radical contra objetivos civiles para complicar el funcionamiento diario del Estado ucraniano”, dice Barbasin. “También significa que Putin no está preparado para utilizar armas nucleares, lo que es una buena noticia, pero complica a Rusia dar marcha atrás para intentar llegar a un acuerdo. Nos enfrentamos a un invierno muy duro tanto desde el punto de vista militar, como para los civiles”, añade.
El think tank estadounidense Institute for the Study of War, cuyos analistas realizan un seguimiento diario del conflicto, sostiene que “la escalada, sea convencional o nuclear, no puede solucionar los problemas de Putin”. “Si las fuerzas rusas pueden expandir sus ataques contra centros de población ucranianos o infraestructuras críticas o si Putin está dispuesto a usar armas nucleares tácticas, solo puede esperar frenar la contraofensiva ucraniana por un tiempo”, sostienen los analistas del centro. “Estos ataques no permitirán a las fuerzas de Putin conquistar Ucrania y lograr los objetivos que demandan los ultranacionalistas rusos a favor de la guerra. Puede desencadenar respuestas de Occidente que los más extremistas vean como algo que valida sus argumentos, pero bajo el precio de devastar el poder militar que le queda a Rusia y la capacidad de lograr algo de valor real”.
Kerim Has, analista turco radicado en Moscú, cree que los ataques rusos “no cambiarán radicalmente el curso de la guerra, sino que tienen el objetivo de provocar el pánico, desmoralizar al ejército y a la sociedad ucraniana y que se reduzca la resistencia”. “Como vimos con el ataque al Nord Stream, la guerra en el frente se ha convertido también en una guerra de infraestructuras”, añade.
Un nuevo general para dirigir la guerra
Otro factor importante que señalan los expertos sobre la nueva oleada de ataques es el nombramiento este fin de semana de un nuevo comandante que dirigirá la guerra, el general Sergei Surovikin. “Nuevo general, nuevas tácticas”, dice Barbasin. “Es una bienvenida simbólica del nuevo general”, añade Has.
Hasta ahora, Surovikin dirigía a las tropas rusas en el frente del sur y antes había liderado la intervención rusa en Siria, por la que ha sido acusado de bombardeos indiscriminados. Según han señalado los expertos, Surovikin tiene la reputación de ser extraordinariamente duro. Durante el golpe de 1991 contra Gorvachov, las fuerzas de Surovikin trataron de reprimir a la gente que salió a protestar contra los golpistas y el general pasó siete meses en prisión por la muerte de tres civiles. En 1995 también fue condenado por robar y vender un arma.
“Las informaciones apuntan que Surovikin ha estado dirigiendo a las fuerzas rusas en el sur de Ucrania desde julio. Apenas ha alcanzado la gloria en ese puesto, ya que las fuerzas rusas allí no han ganado ningún territorio significativo y, de hecho, han sufrido pérdidas importantes en el oeste de Jersón bajo su mando”, señala el Institute for the Study of War.
Calmar las críticas
Tanto la oleada de bombardeos como el nombramiento de Surovikin han logrado apaciguar las críticas contra Putin y la élite militar por los reveses sufridos desde el inicio de la contraofensiva ucraniana. “Surovikin es el comandante más capaz en el ejército ruso”, ha afirmado Yevgeny Prigozhin, líder de los mercenarios rusos del grupo Wagner, asociado al Kremlin. En los últimos días, Prigozhin había mostrado públicamente sus críticas al estamento militar. Varios blogueros afines al Kremlin también han celebrado el nombramiento del general.
“Ahora estoy 100% satisfecho con la operación militar especial”, ha escrito el líder checheno Ramzan Kadyrov después de conocer los ataques rusos y después de haber pasado varios días criticando abiertamente a la élite militar rusa.
“Uno espera que esto no sea un acto puntual de castigo, sino una nueva forma de llevar a cabo la guerra en toda la profundidad del Estado ucraniano y hasta que pierda su capacidad de funcionamiento”, ha señalado el bloguero militar y propagandista Alexander Kots, que hace meses afirmó que la masacre de Bucha era un montaje. El tono es muy diferente al que utilizó Kots hace solo una semana: “Me critican por llevar a la gente a la depresión con mis noticias...”No tenemos gente suficiente, el cansancio se ha instalado y ya no quedan fuerzas para mantener los territorios ganados“. Muchos de estos blogueros, que cuentan con miles de seguidores, llevaban días e incluso semanas lanzando mensajes pesimistas sobre el transcurso de la guerra.
En este sentido, Rob Lee, investigador del Departamento de Estudios de Guerra del King’s College de Londres especializado en política de defensa rusa, ha sugerido en Twitter que el objetivo real de la oleada de ataques rusos es lanzar un mensaje a la audiencia interna. “Rusia tiene un suministro limitado de misiles crucero y ha optado por usarlos en masa hoy para atacar objetivos simbólicos no militares. Esto puede haber sido más para consumo interno tras la explosión en el puente de Crimea que para intentar coaccionar a los ucranianos (que no funcionará)”, ha dicho. “Rusia sigue teniendo misiles, pero su uso diario bajó drásticamente durante el verano y principios de otoño comparado con la primavera”.
“Algunos comentaristas rusos estaban criticando el liderazgo ruso por no adoptar una estrategia de guerra total incluyendo destruir la economía ucraniana. Posiblemente es una respuesta asimétrica a la superioridad de Ucrania en el campo de batalla”, ha añadido Lee.
El ministro de Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba, ha señalado que los ataques no son una respuesta por el ataque contra el puente de Crimea: “Rusia ha estado atacando constantemente Ucrania con misiles antes [de lo ocurrido en] el puente. Putin está desesperado por las derrotas en el campo de batalla y usa el terror de los misiles para intentar cambiar el rumbo de la guerra a su favor”.