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¿Qué queda de la democracia en África? Protestas y ebullición social en un 2024 repleto de urnas

Una protesta contra el aplazamiento de las elecciones presidenciales en Dakar.

Soraya Aybar Laafou

3 de marzo de 2024 21:22 h

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La vida conquista Dakar. Un taxista avanza entre el frenesí de un tráfico descontrolado a última hora del viernes. En la guantera, reposan un par de periódicos desgastados que el conductor utiliza para decorar su vehículo. En la cabecera de la portada se entre lee la fecha: 6 de febrero de 2024. Un día antes, el presidente del país, Macky Sall aplazó las elecciones previstas para finales del mes de febrero que, finalmente, se celebrarán el domingo 2 de junio. En las tertulias de la radio, el nombre del presidente reverbera. Resuena en las emisoras y rebota en cada rincón de la capital senegalesa: “¡Macky Sall, dictador!”, corea un grupo de jóvenes frente a la explanada del Estado Léopold Sédar Senghor. La democracia desaparece por momentos en este rincón de África occidental, uno de los últimos reductos y baluartes democráticos del continente africano. 

“Éramos un ejemplo para nuestros vecinos. Necesitábamos un cambio en una democracia que nos están arrebatando”, explica Souleimane. La voz del joven, que estudia en la capital y que sueña con un futuro próspero y digno, es un altavoz para las millones de personas que han visto palidecer sus países y hogares en los últimos años. “¿Qué vamos a hacer?”, pregunta el joven con temor. La pregunta aterriza en un año vital, crítico y determinante: hay 19 elecciones presidenciales o generales programadas para 2024 y muchas de ellas podrían moldear muchas de las democracias africanas, o no. 

Sudáfrica, Ghana y Mozambique jugarán con el peón democrático

En Sudáfrica, por primera vez en la historia, el implacable Congreso Nacional Africano (CNA) que llevó a Nelson Mandela a la presidencia después del periodo del apartheid, podría perder la mayoría absoluta en el país del cono sur. A pesar de que las encuestas prevén entre un 41% y un 46% de los votos para el histórico partido sudafricano, duplicando al segundo en la lista electoral, la Alianza Democrática, las coaliciones podrían avecinar el batacazo del partido. Con ello, no solo podría terminar una era, sino que comenzaría otra frustrada principalmente por el descontento social y la inoperatividad del gobierno durante la última legislatura. 

Después de las elecciones del próximo 29 de mayo, la democracia dependerá de una coalición con el partido de los Luchadores por la Libertad Económica. Este último, liderado por Julius Malema, planea expropiar las propiedades de terrenos a la población blanca para cedérsela a la población mayoritaria negra. La dirección que tomará el país no es clara y dependerá de cómo el cambio de un sistema dominante se adapte a las necesidades sudafricanas.

Ghana también tiene una cita con la democracia. Las elecciones presidenciales del país darán paso a un nuevo líder cuando el presidente Nana Akufo-Addo abandone el poder tras completar su segundo mandato, limitado por la Constitución. Lo de Ghana será la quinta sucesión presidencial en el país desde la vuelta a la política democrática multipartidista en 1992. El país de África occidental se ha labrado y trabajado una imagen de compromiso, respeto a los resultados electorales y reparto de poder. Pero tampoco queda exento de críticas y rumores. 

Las elecciones de 2024 se celebran en un contexto de fuertes vientos económicos en contra del país. La pandemia de COVID-19, la interrupción de las redes de suministro de cereales y otros productos clave como el cacao y una disciplina monetaria y fiscal insuficiente, han aumentado la inflación. La deuda ha requerido de un rescate de emergencia del Fondo Monetario Internacional por valor de 3.000 millones de dólares, lo que ha puesto al Nuevo Partido Patriótico de Akufo-Addo contra la pared. A la inestabilidad económica se suma la creciente amenaza de que la violencia del Sahel se extienda por su frontera septentrional desde Burkina Faso. 

En Mozambique, las elecciones presidenciales están definidas por la creciente sensación de derecho de impunidad del partido gobernante, el Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO). Los comicios municipales de octubre de 2023 adelantan lo que cabe esperar. Entonces, la Comisión Electoral Nacional declaró que FRELIMO había ganado en 64 de las 65 elecciones, arrasando incluso en zonas donde predominaba el partido de la Resistencia Nacional Mozambiqueña (RENAMO). Aun así, los recuentos paralelos realizado por observadores locales independientes mostraron que RENAMO había ganado en más municipios, entre ellos, por primera vez, en Maputo, la capital del país. 

La impunidad de FRELIMO parece reflejar su sentimiento de derecho a gobernar Mozambique, cueste lo que cueste. Una dinámica que se replica en otros partidos de la liberación en el sur y este de África, como en Zimbabue o Uganda. La falta de un sistema multipartidista competitivo elimina un elemento central, y vital, de autocorrección y autocrítica democrática. 

La espiral de violencia y los gobiernos militares en el Sahel

Tres estados del Sahel central –Burkina Faso, Malí y Níger– están inmersos en una espiral de insurgencia yihadista que suma ya 10 años. En 2023, el número de personas asesinadas por actos violentos en Burkina Faso se duplicó, situándose en el primer puesto después de Nigeria en África Occidental. En la región saheliana, las víctimas mortales crecieron un 38% y las muertes de civiles hasta en un 18%. 2024 no se presenta con mejoras. Según la organización no gubernamental, Armed Conflict Location and Event Data Project, la intensificación de los esfuerzos de la contrainsurgencia aumentarán los niveles de violencia en los tres países. 

En lo político y después de 50 años, Níger abandonó la Comunidad de Estados de África Occidental (CEDEAO) para unirse a una nueva alianza golpista: la Alianza de Estados del Sahel. En ella, Níger, Mali y Burkina Faso profundizan en la división entre las tres naciones dirigidas por militares y las de los otros países de la región, con presidentes escogidos a través de un sistema democrático. A pesar de que las últimas noticias desde la CEDEAO incluyen el levantamiento de las sanciones contra Níger, suavizando la postura del bloque para restablecer el camino hacia la democracia, por el momento ninguno de los tres ha revocado su decisión. 

De norte a sur: una población joven en un continente con baches democráticos

En África, el futuro de la democracia caerá en las manos más jóvenes, mientras los líderes siguen languideciendo en el poder. Los datos del Banco Mundial prevén que la población de jóvenes entre 15 y 24 años en África alcance los 500 millones en 2080. Mientras, al menos siete presidentes africanos, como Paul Biya en Camerún o Paul Kagame en Uganda, llevan más de veinte años en el poder. La longevidad de estos dirigentes acrecienta una brecha generacional que descontenta a la población, cada vez más jóvenes.

Souleimane permanece inmóvil entre la multitud en una de tantas protestas que vive Senegal durante las últimas semanas. Aun así, el joven, que dice estar cansado de los fallos democráticos, habla del éxito de los movimientos sociales en el país y en el continente. “No nos callarán, seguiremos llenando las calles hasta que lo consigamos”, sentencia con orgullo. 

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