Cuando las redes sociales ayudan: estudiantes y activistas se organizaron online ante la represión de las últimas protestas en Senegal

Carlos Bajo Erro

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En medio de una grave crisis política, social e institucional en Senegal, una parte de la ciudadanía del país desplegó las posibilidades que ofrecen las redes sociales para coordinarse y ofrecer respuestas a situaciones concretas. La tensión, provocada por el pulso que mantiene el actual Gobierno de Senegal, con la oposición y algunos sectores de la sociedad civil, terminó por estallar el pasado 1 de junio, cuando el principal candidato opositor Ousmane Sonko fue condenado a dos años de prisión por un delito contra la moral por corrupción de la juventud. El proceso, en el que se le acusaba de violación y amenazas de muerte, ha estado cargado de sospechas de irregularidades desde que se inició hace poco más de dos años.

Este ambiente de desconfianza, sumado a la ambigüedad de la posible candidatura del actual presidente Macky Sall a las elecciones de 2024 ―sería su tercer mandato―, ha ido deteriorando el clima social hasta un estallido de violencia marcado por las protestas y una contundente represión. Con una parte de la vida del país en suspenso por esta situación, ciudadanos se organizaron para responder a la evacuación de estudiantes universitarios, la asistencia legal a los centenares de detenidos o la necesidad de donaciones de sangre.

El día 2 de junio de madrugada el Centre des Oeuvres Universitaires de Dakar (COUD) anunció súbitamente el cierre del campus social de la Université Cheikh Anta Diop (UCAD) de Dakar, en el que se alojaban al menos 5.200 estudiantes de fuera de la capital que, de la noche a la mañana, se quedaban sin un lugar en el que dormir y en el que comer. El anuncio se hizo a través de un comunicado que se difundió mediante las redes sociales y con un margen de maniobra extremadamente reducido que aumentó la incertidumbre.

El día anterior, Dakar había sido el escenario de un estallido de protestas por la sentencia dictada contra Sonko. Y en medio de esa grave crisis, las instalaciones de una de las universidades más grandes y más renombradas de África Occidental se convirtieron en uno de los epicentros de la respuesta. Debido a esto, el organismo que gestiona los alojamientos universitarios esgrimió motivos de seguridad para su decisión de clausurar los pabellones. Las diversas instalaciones de la UCAD eran escenario de duros enfrentamientos entre la Policía y los manifestantes.

Evacuación de estudiantes

Algunos estudiantes pudieron recurrir a amigos o familiares en la ciudad y empezaron a abandonar las instalaciones de la universidad. Pero se hizo evidente la gravedad de la situación para un gran número de estudiantes que quedaban desamparados, así que se activó una red informal de apoyo.

Primero fueron los conductores voluntarios que se ofrecieron a través de las redes sociales para completar las plazas de sus coches en desplazamientos concretos. Así, desde primera hora de la mañana del viernes 2 de junio empezaron a circular, sobre todo en Twitter, mensajes que ofrecían citas a la salida de algunos de los centros de la universidad, como la Escuela Superior Politécnica y la École Normal Supérieur (escuela de magisterio).

Después de una primera oleada de improvisados transportes, se activaron las colectas que permitieron sistematizar la evacuación a través de autobuses. Veteranos usuarios de redes sociales en Senegal impulsaron algunas de las múltiples iniciativas que se cruzaban como Sophie Gueye, una conocida filántropa que trabaja en diversos proyectos relacionados con el bienestar de la infancia, o Mamadou Diakhaté, conocido como Niintche, que lleva años construyendo una comunidad de voluntarios y pequeños mecenas para acometer reformas en centros escolares y otros equipamientos básicos.

La iniciativa tuvo que expandirse porque, después de evacuar a los estudiantes foráneos de la UCAD, las universidades Assane Seck de Ziguinchor, Gaston Berger de Saint-Louis y los centros universitarios de Thiès y de Kaolack cerraron también sus campus sociales. Diakhaté, que lideró una de esas iniciativas, asegura desde Dakar que a través de sus gestiones y las de sus colaboradores se organizó la evacuación de más de 3.500 estudiantes. “Hubo una gran ola de solidaridad en Senegal, incluso en los momentos más difíciles se movilizaron para ayudar a sus vecinos, así que en este periodo de crisis ocurrió lo mismo e intentaron ayudar a los estudiantes, para que pudiesen regresar a sus casas”, dice este joven profesor senegalés.

Por otro lado, la cifra de arrestos durante este proceso de protestas es todavía incierta. Amnistía Internacional habla de detenciones arbitrarias y, precisamente, en este contexto ha denunciado que a sus representantes no se les ha permitido visitar los centros de detención. La única cifra oficial es la que ofreció el Comisario de la Policía Nacional senegalesa, Ibrahima Diop, el 4 de junio. En aquel momento, las autoridades reconocieron la detención de más de 500 personas, entre las que había un número no concretado de menores.

Asistencia legal

Precisamente, otra iniciativa de solidaridad lanzada en las redes sociales fue la que intentó garantizar una asistencia legal adecuada para todos esos arrestados. Otra veterana activista digital, Jaly Badiane, participó en esta demanda. “Elaboramos una lista de las personas detenidas, las comisarías y gendarmerías en las que estaban recluidas, su edad y cualquier otra información necesaria para clasificarlas. Con la ayuda de una red de abogados voluntarios, pudimos prestar una asistencia eficaz a las personas bajo custodia policial”, señala Badiane, que al mismo tiempo también se implicó algunas de las otras iniciativas.

Esta activista reconoce que “pocos abogados respondieron a nuestra llamada para prestar apoyo pro bono. Muchos no podían trabajar sin remuneración y otros no deseaban asumir este tipo de casos que suponen largos procesos”. A pesar de esos inconvenientes, Badiane explica: “Esta asistencia jurídica permitió ayudar, sobre todo, a los menores. Sin esta asistencia, no creo que muchos de ellos hubieran podido ser puestos en libertad sin cargos o en libertad provisional una vez imputados”.

De hecho, el 9 de junio un grupo de 18 de esos menores fueron procesados en Dakar. 17 fueron liberados sin cargos, mientras que uno, hallado culpable, fue puesto bajo custodia de sus padres. La activista afirma que, con el apoyo de cinco abogados, pudieron identificar a “374 personas detenidas y 229 de ellas pudieron beneficiarse de asistencia jurídica”.

Donación de sangre

Otro ejemplo de estas experiencias de solidaridad apoyadas en las redes sociales en medio de la crisis senegalesa fue una desesperada llamada a la donación de sangre. El 8 de junio Amnistía Internacional aseguraba haber documentado la muerte de 23 personas durante las manifestaciones y recogía los datos de Cruz Roja que elevaba a 390 los heridos.

En esa situación se lanzó a través de las redes sociales una campaña de donación de sangre para el Centro Nacional de Transfusiones Sanguíneas (CNTS). En este caso, Pape Demba Dione, otro conocido usuario de las redes y habitual de las acciones solidarias, fue uno de los perfiles que empujó la difusión, junto a Amy Lucia Diop o Rosa Evora que también se ocuparon de la coordinación y de labores logísticas. La respuesta fue tal que el servicio desplegó toda su capacidad de recogida ese mismo sábado por la mañana, con 500 bolsas de sangre en siete horas. Eso hizo que la campaña se prolongase y se planteasen objetivos más ambiciosos.

“El primer día tuvimos que pedir a más de 200 personas que regresasen la siguiente jornada porque ya no se les podía atender”, asegura Dione. La participación en la campaña de algunos famosos como el rapero Dip Doundou Guiss sin duda ayudó a extender el mensaje.

Para Dione, esta respuesta es una muestra de la determinación de los jóvenes en esta situación. “Hemos llegado a una situación en la que los jóvenes no dejarán que nadie decida su futuro, y por eso, no solo en las donaciones de sangre, sino en otras iniciativas los jóvenes están reaccionando a las injusticias”, dice.

Las redes han servido además para impulsar colectas para atender a los heridos y las familias de las víctimas o para sostener la cadena privada WalfTV clausurada por su cobertura de las protestas, entre muchas otras iniciativas solidarias.