Es como dejar de fumar y encenderse un puro. O como odiar las series y darse un atracón de Juego de Tronos. O detestar el fútbol y pasarte los domingos entre Tiempo de Juego y Carrusel Deportivo. Esto es lo que le está ocurriendo a Reino Unido. Que ha decidido dejar de comer chocolate pero no para de hincharse a After Eights. Los británicos votaron hace tres años irse de la UE. Y este jueves votan en las elecciones Europeas, eligen a sus 71 eurodiputados para la UE de la que votaron irse.
El Brexit ganó, por la mínima, pero ganó. El problema es que lejos de consumarse se ha convertido en una rueda de ratón, en Londres y en Bruselas. ¿Lo penúltimo? Lo que ocurrió este martes, cuando la primera ministra, Theresa May, ofreció un nuevo acuerdo sobre el Brexit a los partidos británicos, que este miércoles ha presentado en en Westminster.
El ofrecimiento de May llega a escasas horas de ir a las urnas para votar en unas elecciones europeas que no deberían estar celebrándose en Reino Unido. ¿Por qué? Porque Reino Unido debería haber abandonado la UE el 29 de marzo, en primer lugar; y el 10 de abril, en segunda opción. Pero ahora la nueva fecha límite, que no se sabe si será la última, es el 31 de octubre.
Reino Unido va a votar este jueves en las elecciones europeas tres años después de haber votado que quería salir de la UE. Y esa paradoja amenaza con hacer saltar por los aires el sistema de partidos británico, con una opinión pública polarizada entre el sí y el no al Brexit, que puede ver en las elecciones europeas una suerte de encuesta sobre la salida de la UE y sobre la gestión del Gobierno de Theresa May del mandato del referéndum de 2016.
De acuerdo con la última encuesta realizada por YouGov en el Times, el Brexit Party, el partido fundado ad hoc por el exlíder de UKIP Nigel Farage, ganará las elecciones, con un 37%; seguido de los Liberal Demócratas, partido que abandera el remain, la permanencia de Reino Unido en la UE, con un 19%. A continuación, quedaría el Partido Laborista, de Jeremy Corbyn, quien aspiraba a tumbar al Gobierno de May sin levantar la bandera de un segundo referéndum, con un 13%; los Verdes, que también defienden quedarse en la UE, podrían llegar al 12% y, en quinto lugar, el partido de la primera ministra, que se llevaría una derrota sin precedentes, con el 7%.
Si Farage puede convertirse en el cómodo vencedor de las elecciones, inmune a la investigación de la Eurocámara sobre las acusaciones de que no ha declarado casi medio millón de libras en regalos, los Liberal Demócratas pueden sentir que la travesía en el desierto puede terminar, después del batacazo en las últimas elecciones, castigados por su colaboración en el Gobierno de David Cameron. Son los dos polos del Brexit, los del Brexit duro y el remain sin titubeos: Bollocks to Brexit –a la mierda el Brexit–, reza el lema de los remainers que han asumido los liberales, en unas elecciones monopolizadas por el Brexit.
Y en ese contexto polarizado, el que más sufre es el partido que ha llevado al país a la situación de parálisis en la que se encuentra. Fue el tory David Cameron quien convocó el referéndum del Brexit, y es la tory Theresa May quien está siendo incapaz de ejecutarlo, y por el camino puede llevar a su partido a los niveles más bajos de su historia, derrumbando el sistema de partidos tradicional británico, cuyos pilares son el Partido Conservador y el Partido Laborista. Pero los conservadores no están siendo capaces de cumplir lo que han votado los ciudadanos; y Farage, a diferencia de los tories, sí que encarna el Brexit genuino, y está en disposición de dinamitar el sistema de partidos tradicional británico en las elecciones europeas.