Un año después del inicio de la pandemia, más de 20 ministros de Sanidad en todo el mundo han sido cesados o han presentado su dimisión, muchos de ellos en Latinoamérica. Enfrentamientos con presidentes y primeros ministros, escándalos por programas de vacunación paralelos para gente VIP, sobrecostes en la compra de material médico o violación de sus propias normas para contener el virus son las principales razones de la caída de los ministros.
El Brasil de Bolsonaro va por su tercer ministro de Sanidad desde que estalló la crisis de coronavirus en el país, que se ha convertido en el segundo país del mundo con más fallecidos (255.000). El primero, el médico Luiz Henrique Mandetta, fue destituido por Bolsonaro en abril del año pasado por no seguir la política negacionista del presidente y su oposición a las restricciones adoptadas por gobernadores y alcaldes.
Entonces el líder ultraderechista nombró al oncólogo Nelson Teich. “Lo que conversé con el doctor Nelson es que gradualmente tenemos que abrir el país”, dijo Bolsonaro. Por aquel entonces en las cifras oficiales Brasil no llegaba a 2.000 muertos. Un mes después, el propio Teich anunciaba su dimisión por divergencias evidentes con el presidente. Bolsonaro “tenía una visión diferente sobre qué protocolo seguir”, justificó el jefe de gabinete del presidente, Walter Braga Netto, cuando el país rozaba ya los 15.000 fallecidos.
El tercero y actual ministro, Eduardo Pazuello, general del Ejército, dio positivo por coronavirus y tuvo que ser hospitalizado. A finales de enero, Pazuello se trasladó al estado de Manaos para gestionar la grave crisis sanitaria que sufre la región amazónica en plena polémica por la investigación en su contra en el Tribunal Supremo por la gestión de la pandemia. En la República Dominicana también se han producido dos dimisiones, la última de ellas, el pasado viernes, por un escándalo de sobrecostes.
Peor ha sido el caso de Perú, donde en el último año llevan cinco ministros de Salud diferentes. La primera, Elizabeth Hinostroza, fue destituida a finales de marzo de 2020 –tan solo unos días después de registrar el primer caso en el país– para elegir a un profesional de la salud con “más experiencia en este tipo de problemas”, en palabras del entonces presidente Martín Vizcarra. Su sucesor fue Víctor Zamora, que en una de sus primeras declaraciones dijo: “Tarde o temprano, todos vamos a terminar infectados del coronavirus”.
A Zamora le sustituyó Pilar Mazzetti. Tras la expulsión de Vizcarra en un juicio político, un breve gobierno liderado por Manuel Merino puso a Aber Salinas al frente de Sanidad, pero solo duró cinco días. El actual presidente, Francisco Sagasti volvió a nombrar a Mazzetti como ministra. Sin embargo, la ministra se vio obligada a dejar el cargo a mediados de febrero tras revelarse que Vizcarra se había vacunado en octubre de 2020, cuatro meses antes del arranque del programa de inmunización en el país. Vizcarra se defendió alegando que había participado como voluntario en el ensayo clínico de la vacuna china de Sinopharm.
En Argentina, ha sido otro escándalo de 'vacunas VIP' el que acabó en febrero con la dimisión forzada del ministro de Sanidad Ginés González García. El escándalo estalló al conocerse que funcionarios y personalidades próximas al Gobierno recibieron la vacuna saltándose los protocolos exigidos al resto de la población. En Ecuador, la ministra Catalina Andramuño dimitió tras denunciar que el Gobierno no había destinado recursos suficientes para luchar contra la pandemia. Su sucesor, Juan Carlos Zevallos, renunció la semana pasada por otro escándalo de vacunaciones paralelas entre las que había incluido a sus familiares.
Bolivia también lleva cinco ministros de Sanidad desde el inicio de la pandemia. El primero fue destituido por la entonces presidenta, Jeanine Áñez, tras destaparse un escándalo en la compra de respiradores adquiridos a más del doble de su precio normal. Su sucesora, Heidy Roca, tuvo que apartarse tras contagiarse y fue reemplazada temporalmente por el entonces ministro de Defensa. El siguiente, Édgar Pozo, también tuvo que apartarse en enero tras dar positivo y requerir hospitalización.
El ministro de Sanidad de Chile, Jaime Mañalich, presentó su dimisión en junio de 2020 tras meses de polémicas y críticas por su gestión. Al inicio de la pandemia, Mañalich, justificando su decisión de no imponer fuertes restricciones, dijo: “¿Qué pasa si este virus muta hacia una forma más benigna? ¿Qué pasa si muta y se pone buena persona?”. La polémica que finalmente desencadenó la renuncia fue la revelación de que el ministerio envió a la OMS cifras de fallecidos diferentes y más elevadas respecto a las que comunicaba a la población.
Viajes a la playa, al fútbol o cenas en restaurantes
También hay ministros de Sanidad que han dimitido tras quebrar sus propias normativas para contener el virus, como es el caso de David Clark, de Nueva Zelanda. “Soy un idiota. Entiendo que la gente esté enfadada”, declaró tras ser cazado rompiendo el confinamiento. Clark fue pillado tras realizar un viaje a la playa.
Algo similar pasó en la República Checa, que ha tenido tres ministros de Sanidad diferentes. El primero dimitió a finales de septiembre tras un aumento descontrolado de casos. Su sucesor, Roamn Prymula, fue cesado por el primer ministro tras ser fotografiado saliendo de un restaurante en Praga que debería haber estado cerrado por las restricciones. Prymula, sin embargo, se quedó como asesor del primer ministro, pero hace unos días fue despedido de nuevo tras acudir al estadio a ver un partido de fútbol de la Europa League en Pragam aunque estos están cerrados al público. “Prymula no tiene inteligencia social”, dijo el primer ministro.
También en Europa, la ministra de Sanidad de Letonia, Ilze Vinkele, fue cesada en enero de este año por lo que el primer ministro calificó de falta de un programa de vacunación. “El primer ministro está intentando quitarse responsabilidad por toda la gestión de la crisis de la COVID-19”, respondió Vinkele en rueda de prensa. En abril de 2020, también fue forzado a dimitir el ministro de Sanidad de Rumanía por una polémica gestión de la pandemia.
El ministro de Sanidad de Israel, el ultraortodoxo Yaakov Litzman, dimitió en mayo de 2020 y pasó a ocuparse de la cartera de Vivienda. Litzman recibió muchas críticas por la gestión de la crisis sanitaria y por oponerse a las restricciones sobre la comunidad religiosa del país. El ministro acabó contagiado y el Ministerio de Sanidad tuvo que instalarle un ordenador e internet en su casa para que pudiera trabajar mientras estaba en cuarentena.
En Mongolia no solo ha caído el ministro de Sanidad, sino todo el Gobierno del país, incluido el primer ministro, tras las protestas desencadenadas en enero por la publicación de un vídeo en el que se ve cómo una mujer y su bebé recién nacido fueron trasladados bruscamente a un hospital de enfermedades infecciosas. En el vídeo aparece la mujer, todavía en bata, y el bebé, a la intemperie.