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Los retos de Teresa Ribera al frente de la mayor cuota de poder de España en la UE

Teresa Ribera comparece ante los periodistas en Estrasburgo tras la confirmación de su cartera en la Comisión Europea.

Irene Castro

Estrasburgo —

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“Soy Teresa Ribera”. Faltaban unos minutos para mediodía cuando la aún vicepresidenta española se presentaba en Estrasburgo a la que será una de sus compañeras en la Comisión Europea. Ursula von der Leyen acababa de anunciar la composición de su nuevo gabinete en el que la figura de Ribera emerge como una de las más relevantes. Además de ser la socialista con el cargo más importante en Bruselas por el peso electoral que representa el PSOE para su familia europea, asumirá la mayor cota de poder que España haya tenido desde que entró en el club comunitario con la vicepresidencia para la Transición Verde y Justa y Competencia. 

Ribera ha llegado flamante a la sede del Parlamento Europeo, donde tendrá que someterse al examen de los eurodiputados de las comisiones que corresponden a sus responsabilidades. Aunque el PP de Alberto Núñez Feijóo ha anunciado que votará en su contra, los grupos que sustentan la mayoría dan por hecho que no habrá problema en sacar adelante los nombramientos de Von der Leyen. “Los socialistas saben que lo que le pase a Raffaele Fito les pasará a Ribera y a Stéphane Séjourné”, dice un buen conocedor de los entresijos parlamentarios sobre la amenaza de socialistas y liberales de rechazar al vicepresidente de la extrema derecha italiana. Los intereses cruzados hacen, por tanto, difícil que unos se castiguen a otros.

De este modo, pasar el examen parlamentario es el primer reto que tiene Ribera en el horizonte (será a finales de octubre o principios de noviembre), pero lo tiene relativamente fácil. De hecho, lo da por seguro y tiene ya incluso diseñado a su equipo más cercano, que pasa por Miguel Gil Tertre, hasta ahora economista jefe de la dirección de energía, como mano derecha en Bruselas. A partir de ahí, Ribera tendrá que hacerse con algunas de las políticas europeas más sensibles y de más enjundia en un momento en el que Europa pelea por sacar la cabeza en medio de la competencia feroz de Estados Unidos y China al tiempo que mantiene su ambición ecológica, que se ha visto amenazada en los últimos meses. 

Favorecer las 'súper empresas'

“Europa necesita un nuevo enfoque de la política de competencia: uno que apoye más a las empresas que crecen en los mercados globales, permita a las empresas y consumidores europeos cosechar todos los beneficios de una competencia efectiva y esté mejor orientado a nuestros objetivos comunes, incluida la descarbonización y una transición justa. Nuestro objetivo debe ser garantizar la igualdad de condiciones, garantizar que las empresas tengan incentivos para invertir, innovar y crecer”, dice Von der Leyen en la carta en la que le asigna sus deberes. 

A Ribera le tocará “desarrollar un nuevo marco de ayudas estatales para acelerar el despliegue de energías renovables, desplegar la descarbonización industrial y garantizar una capacidad de fabricación suficiente de tecnología limpia”. En otras palabras, tiene que repensar el modelo de los 27 para hacer frente a la guerra de subsidios de Estados Unidos y China sin que se produzca, como está ocurriendo en los últimos años, una fragmentación del mercado único porque Alemania, que tiene un incomparable músculo fiscal riega de millones a su industria para competir con otras potencias, pero en detrimento del resto de socios europeos. 

Cambiar la guerra de subsidios sin que siempre gane Alemania

“Debe preservar la igualdad de condiciones al tiempo que persigue una mayor simplificación de las ayudas estatales, priorizando el trabajo en las ayudas que más distorsionan el mercado”, le emplaza Von der Leyen. En la modernización de las ayudas de estado, Ribera tendrá que dar forma a la promesa de flexibilizar el marco legal para incluir las políticas de vivienda, que fue una de las grandes promesas de la presidenta en el debate de su reelección a instancias de los socialistas. 

Uno de los grandes problemas de la competitividad europea, según recogen los informes encargados por la propia UE, es el pequeño tamaño de sus empresas. Ribera tendrá que rehacer las normas de competencia para permitir ‘gigantes’ europeos que les sitúen en condiciones de rivalizar con los americanos y chinos. “El modelo de competencia se ha quedado desfasado”, admiten fuentes del entorno de la vicepresidenta, que abogan por la necesidad pensar no sólo en “campeones nacionales sino en sistemas que permitan que toda la cadena de valor tenga capacidad de relacionarse”. 

Ribera compartirá el impulso del Pacto Industrial Limpio -que está comprometido para los primeros cien días de mandato- con el vicepresidente para Prosperidad y la Estrategia Industrial, el liberal francés Stéphane Séjourné. Eso anticipa un choque que ya se ha dado esta legislatura entre la cartera de Competencia e Industria. Desde el entorno de Ribera intentan minimizar esos potenciales conflictos bajo la premisa de que los perfiles escogidos por Von der Leyen están acostumbrados a la negociación y el trabajo en equipo. De hecho, la alemana presionó a Emmanuel Macron para que sacara de la ecuación al comisario de Mercado Único, Thierry Breton, que este mandato ha chocado permanentemente con la vicepresidenta de Competencia, Margrethe Vestager. 

Defender la agenda verde

En buena medida el reparto de poder dependerá de las direcciones generales que cuelguen de cada uno, pero en el ejecutivo español se muestran convencidos de que han llevado a cabo una buena negociación. “Tendremos una de las direcciones generales más poderosas, con la capacidad de condicionar toda la política industrial europea y supervisión sobre toda la transición ecológica. No había que elegir entre industria y verde. Nos quedamos con una mano en ambas”, señalan las fuentes consultadas.

La intención de Ribera es colar las “sensibilidades ambientales” en toda la política de competencia de la UE. También heredará los grandes casos antimonopolio que en los últimos años han tenido como protagonistas principales a las ‘big tech’. Vestager acaba de tener dos victorias muy relevantes por perseguir a Apple por impago de impuestos en Irlanda y a Google por abuso de poder. Pero también tiene una parte agridulce. Joaquín Almunia se convirtió en persona non grata del sector naval español por declarar ilegales las ayudas fiscales. 

Ribera también tendrá que pelear por mantener viva la agenda verde en un momento en el que la UE ha echado el freno en las políticas medioambientales por las quejas de los sectores industriales y los intereses políticos que hay detrás. Pero tampoco en ese ámbito estará sola porque Von der Leyen ha situado al conservador Wopke Hoekstra al frente de Clima, Neutralidad y Crecimiento Limpio y a la sueca Jessika Roswall, también del PPE, en Medioambiente, Agua y Economía Circular Competitiva. 

“Guiará los trabajos de aplicación del marco jurídico vigente para ayudar a alcanzar nuestros objetivos para 2030 de la manera más sencilla y justa y en diálogo con todas las partes interesadas”, le pide Von der Leyen a Ribera: “Una vez que el objetivo de reducción del 90% de las emisiones para 2040 se consagre en la Ley Europea del Clima, tendremos que colaborar estrechamente con todas las partes interesadas para preparar un nuevo marco jurídico que nos permita llegar a cero emisiones netas a mediados de siglo”.

Todos esos desafíos los tendrá que trufar con la promesa de Von der Leyen de simplificar las reglas europeas para mitigar al máximo la denominada ‘fatiga’ legislativa de la que se queja la industria.

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