Rusia bombardea las inmediaciones del aeropuerto de Leópolis

Mariangela Paone

Enviada especial a Leópolis —
18 de marzo de 2022 08:34 h

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En el día 23 de la ofensiva rusa en Ucrania, Leópolis ha amanecido con una noticia que ha puesto fin a la ilusión de que los ataques rusos no alcanzarían la ciudad, que se encuentra a unos 70 kilómetros de la frontera con Polonia. Al menos cuatro misiles golpearon una planta de reparación de aviones en una zona muy próxima al aeropuerto internacional Danylo Halytskyi, a unos seis kilómetros del centro.

“Vivo a 500 metros de allí. Me despertaron las sirenas y luego oímos la explosión. Todo el edificio temblaba”, relataba este viernes Petro Sedoyu, un joven de 25 años, mientras cruzaba el puente que pasa sobre la línea de ferrocarriles colindantes a la zona, desde donde horas después del bombardeo se seguía levantado una columna de humo gris.

Las primeras informaciones apuntaban directamente al aeródromo de la ciudad, aunque poco después han empezado a circular vídeos grabados por vecinos de la zona en los que se divisa que el humo salía de un punto más alejado. “Es una locura”, comentaba esta mañana otro joven en los alrededores de la estación de la zona. Leópolis lleva desde el inicio de la invasión rusa preparándose para ser la retaguardia, el lugar donde se han refugiado más de 200.000 desplazados de otros lugares del país.

A pesar de la progresiva militarización de las calles, con puestos de control a la entrada de la ciudad y fortificaciones con sacos de arenas en numerosos edificios, la ciudad ha intentado hasta ahora conservar una apariencia de cierta normalidad. Pero tras el ataque del domingo pasado a unos 50 kilómetros de aquí, en la base militar de Yavoriv, que causó 35 muertos, aumentó la percepción de que el frente se acercaba. “Después de Yavoriv empezamos a tener miedo. Antes pensábamos que aquí no pasaría”, dice Yuri Malkut, de 22 años. Cuenta que esta mañana no estaba en el refugio tras la alerta de las sirenas antiaéreas que precedieron al bombardeo: se quedó dormido tras pasar la noche anterior patrullando las calles de su zona junto a la Unidad de defensa territorial en la que es voluntario.

“No podemos estar seguros en ningún lugar. Mañana el misil puede caer en cualquier sitio”, ha declarado el alcalde de Leópolis, Andriy Sadovyi, en una rueda de prensa horas después del bombardeo. Sadovyi ha empezado su intervención con “Gloria a Ucrania”, la proclama nacionalista que se ha convertido en el saludo habitual estos días en Ucrania. El alcalde ha confirmado lo que había adelantado la Administración regional: las instalaciones de la planta de reparación de aviones próxima al aeropuerto de la ciudad han sido destruidas tras el ataque de este viernes. Varios misiles, disparados desde el Mar Negro, fueron interceptados por el ejército ucraniano, pero al menos cuatro alcanzaron el objetivo, según ha informado el gobernador de la región, Maksym Kozytskyi.

La actividad en la planta había sido suspendida previamente y no hay víctimas mortales, pero sí un herido. “Estamos bajo ataque. Los bombardeos llegaron desde el Mar Negro y no podemos saber dónde puede caer el próximo mísil, así que cuando suenan las sirenas todo el mundo tiene que ir a los refugios”, ha afirmado el alcalde. Tan seguros se sentían los vecinos aquí en Leópolis, que muchos ya no bajaban a los sótanos o a los refugios cuando sonaban las sirenas antiaéreas.

“Hasta ahora la gente aquí no había realizado realmente que podría pasar. Pero yo vengo de Vorzel, un pueblo cerca de Kiev, y hoy los vecinos han llamado a mi madre para decir que han bombardeado la zona donde está nuestra casa”, comenta Kateryna Metliaieva, quien se refugió junto a su madre y su novio en Leópolis tras el comienzo de la ofensiva rusa. Viven ahora en un piso de una habitación que una amiga le ha dejado. Un 20% de los desplazados internos que se encuentran en la ciudad sigue alojado en escuelas, gimnasios y centro culturales. “Hemos sido muy afortunados en este sentido”, dice Metliaieva, “pero ahora solo esperamos que nuestra casa allí sigue de pie”.

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