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Elecciones presidenciales

El derechista Santiago Peña obtiene un amplio triunfo y ratifica la hegemonía del Partido Colorado en Paraguay

Santiago Peña, presidente electo de Paraguay, dirige su discurso de la victoria ante partidarios del Partido Colorado en Asunción, el 30 de abril de 2023

Sebastián Lacunza

Buenos Aires —

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El candidato a presidente de Paraguay por el gobernante Partido Colorado (derecha), Santiago Peña, logró este domingo una amplia victoria sobre el opositor Efraín Alegre, con 42,7% de los votos frente a 27,5%, con 99,9% de las mesas informadas por el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE). El triunfo de este economista de 44 años ratifica la hegemonía del coloradismo en un contexto acuciante, producto de la agria disputa interna en la formación que gobernó Paraguay en las últimas siete décadas, con una única interrupción, entre 2008 y 2012.

Peña logró superar con creces la amenaza de derrota frente al postulante de centroizquierda Alegre, miembro del histórico Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), cabeza de la amplia alianza Concertación Nacional. Otro dato saliente de la jornada fue el 22,9% de Paraguayo Cubas, candidato de Cruzada Nacional, un emergente de la derecha radical libertaria propenso al escándalo público, con marcada presencia en redes sociales.

El resultado pareció premiar la marcha macroeconómica de Paraguay, uno de los países latinoamericanos con crecimiento del PIB más sostenido en lo que va del siglo, basado sobre la exportación de soja en un marco de orden fiscal, bajo endeudamiento e inflación controlada. En el lado del debe, que hacía pensar en una elección más cerrada que la que finalmente de dio, Paraguay no logra superar carencias sociales históricas, que incluyen abismos entre clases, un mercado laboral con alta informalidad y precariedad en la cobertura de derechos, como salud y educación. Entre 2003 y 2019, el país sudamericano creció 4,4% en promedio y los pronósticos alumbran que este año volvería a esa senda tras un lustro signado por la sequía y la pandemia. Varios de los indicadores sociales más sensibles empeoraron en los últimos tiempos.

El voto de ayer marca también el declive probablemente definitivo del ciclo político del expresidente y exobispo Fernando Lugo, el único mandatario de izquierda en la historia democrática de Paraguay (2008-2012, derrocado por decisión parlamentaria). El Frente Guasú (Grande) de Lugo sólo habría consagrado un senador de los ocho que ponía en juego, y entre los no electos se encontraría el propio exsacerdote. Lugo, quien se recupera de un severo accidente cerebrovascular, se mostró cercano a la alianza de Alegre en algún momento de la campaña, pero finalmente evitó formalizar el aval.

Peña y su vice, Pedro Alliana, asumirán el próximo 15 de agosto por un período de cinco años y contarán, según el cómputo provisorio, con mayoría en ambas cámaras. Unos 4,8 millones de los 7,4 millones de paraguayos estaban habilitados para votar los cargos de presidente y vice, 45 senadores, 80 diputados y 17 gobernaciones. De ellas, los colorados ganaron 15. El porcentaje de participación fue de 63,2%, superior al de 2018.

El papel de Cartes

La victoria del postulante de la Asociación Nacional Republicana (ANR, nombre oficial del Partido Colorado) ratifica el papel decisivo en la política paraguaya de Horacio Cartes, expresidente 2013-2018, padrino político del futuro presidente. Peña y el Partido Colorado lidiaron durante la campaña con la sombra de la acusación del Departamento de Estado sobre Cartes como un político involucrado en casos de “corrupción significativa”, hecha pública en julio pasado. Años antes, Estados Unidos había puesto en la mira al político y empresario por sus supuestos nexos con el narcotráfico y el contrabando de cigarrillos, según revelaron los cables de WikiLeaks.

Cartes, un millonario hombre de negocios con activos en la industria del tabaco, las bebidas, los frigoríficos y la soja, recuperó el control del partido gobernante en diciembre pasado al ganar con su facción, Honor Colorado, la misma elección primaria en que Peña obtuvo la candidatura presidencial. Esa instancia significó una derrota para el actual presidente, Mario Abdo, jefe de la línea interna Fuerza Republicana.

La amonestación de la Casa Blanca a Cartes llevó al Partido Colorado a jugar la carta contra “la agenda globalista” de la administración demócrata de Joseph Biden. La pulseada encerró peculiaridades, porque el opositor Efraín Alegre a todas luces no era el favorito de Washington. Un triunfo del postulante del PLRA habría significado un acercamiento a China, ya que Paraguay es la única nación sudamericana que reconoce a Taiwán y no tiene relaciones con Pekín, en una tradición con auspicio inequívoco de Estados Unidos. Las terminales de la Casa Blanca conectan con el sector de Abdo, quien, en el plano formal, apoyó a Peña.

Críticas al legado de Abdo

Aunque en las filas de Peña y en los medios afines —entre ellos diarios, portales, radios y canales de TV pertenecientes a Cartes— anoche hubo palabras airadas contra el presidente Abdo, el candidato ganador llamó a la unidad. “Ha llegado el tiempo de postergar nuestras diferencias, para priorizar las causas comunes que nos unen como nación”, afirmó Peña al dirigirse a sus partidarios en Asunción. “Desde mañana empezaremos a diseñar el Paraguay que todos queremos, sin groseras desigualdades ni injustas asimetrías sociales”, agregó.

“Vamos a desterrar el fatalismo”, aventuró Peña. El mensaje pareció incluir una mala evaluación de Abdo en el Palacio gubernamental, al convocar a revertir “los últimos años de estancamiento económico, de déficit fiscal, con un preocupante índice de desocupados y el aumento de la pobreza extrema”.

En cambio, fue elocuente al agradecer a su mentor. “Gracias mi querido Partido Colorado, vamos a honrarte hasta el último segundo de nuestra gestión. Muchas gracias, mi querido presidente de la Asociación Nacional Republicana (ANR), Horacio Manuel Cartes Jara”. La afinidad con el expresidente no es sólo política. El mandatario electo integra el directorio del Banco Basa, cuya principal accionista es Sarah Cartes, hermana de Horacio.

Abdo, hijo de quien fue secretario privado del dictador Alfredo Stroessner, no acudió al comando electoral en el que festejaron los cartesianos. Se limitó a reconocer el triunfo por Twitter con un lacónico mensaje.

El futuro presidente está casado con Leticia Ocampo y tiene dos hijos de 26 y 17 años. Es economista y desarrolló parte de su carrera profesional en el Banco Central de Paraguay. Estudió un posgrado en la universidad neoyorquina de Columbia y pasó a trabajar en la oficina de África del Fondo Monetario Internacional. Regresó a su país y fue designado en 2013 ministro de Economía por Cartes, con quien forjó una sólida alianza. Peña había intentado pelear la presidencia en 2017, pero perdió las primarias ante Abdo.

La desconfianza de Estados Unidos y la división del Partido Colorado representarán un desafío mayúsculo para el presidente electo. La batalla con el sector de Abdo fue apenas aparcada en el tramo final de la campaña. De todas maneras, en la historia de la formación fundada en 1887, que gobernó con la feroz dictadura de Stroessner (1954-1989) y con los gobiernos democráticos posteriores excepto en el interregno de Lugo, la rivalidad entre facciones no es un hecho novedoso, y con ella ha sabido convivir.

El plano regional

De Peña se espera distancia de los gobiernos de centroizquierda de América Latina como los de Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil; Alberto Fernández, de Argentina; Gabriel Boric, de Chile; Gustavo Pedro, de Colombia, y Luis Arce, de Bolivia. Tanto con Cartes como con Abdo, Paraguay adoptó la retórica más dura contra la Venezuela de Nicolás Maduro.

En cambio, Cartes tiene un vínculo personal, político y, probablemente, comercial con el expresidente argentino Mauricio Macri, que podría facilitar la relación de Peña con la Argentina si la alianza conservadora Juntos por el Cambio gana las elecciones en Argentina este año.

El PLRA, la formación que resistió a la dictadura de Stroessner y tiene una identidad que varía entre centroderecha y centroizquierda, afrontará ahora su propia crisis, tras un resultado inferior al esperado y uno de los peores desde 1989. No obstante, Alegre no se amilanó ante la adversidad de las urnas. “No vamos a renunciar, no somos de los que nos rendimos. La lucha continúa”, declaró anoche desde su residencia en la localidad de Lambaré, vecina a Asunción.

La jornada electoral transcurrió con relativa normalidad. Se registraron incidentes aislados en el momento de constitución de las mesas electorales, agresiones entre grupos políticos rivales y acciones proselitistas no autorizadas por la ley. Ninguna trifulca pasó a mayores.

 

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