En Mozambique, las mujeres se organizan para producir alimentos ecológicamente y recuperar las semillas autóctonas
Cuarta entrega de la serie 'Matria', un ensayo fotográfico de Judith Prat sobre la agroecología y el rol de las mujeres en ella
Aisha de 15 años, va a la escuela pero también trabaja en el campo para ayudar a sus padres. Nampula, Mozambique
La crisis alimentaria de 2007 y 2008, provocada por la alta especulación financiera, supuso el aumento de precios de los alimentos a niveles nunca antes conocidos. Los efectos se dejaron sentir especialmente en África, donde la crisis golpeó a sus pequeños productores agravando situaciones de pobreza de millones de hogares.
Las decisiones políticas posteriores siguieron la senda ya iniciada años antes por muchos gobiernos africanos que cambiaron las leyes, entregaron tierras y ofrecieron beneficios fiscales a las empresas del agronegocio para atraer inversiones. Un modelo que no solo no ha sido una solución sino que ha agotado la fertilidad del suelo, contaminado la tierra con agrotóxicos, despreciado las semillas locales, deforestado importantes áreas rurales y destruido recursos acuíferos.
Muchas voces se han alzado en los últimos años para señalar que solo la agroecología en un marco de soberanía alimentaria puede configurar una alternativa firme que acabe con estas crisis; sin olvidar que la gran mayoría de las productoras locales en África son mujeres.
Las mujeres en Mozambique, a pesar de ser quienes producen los alimentos, no tienen los derechos sobre la tierra. Son sus maridos quienes toman las decisiones y quienes comercializan los productos y se quedan con el dinero. De ahí que muchas de ellas se estén organizando en asociaciones vinculadas a la producción de alimentos ecológicos y a la recuperación de semillas autóctonas. Estructuras que les permiten defenderse del modelo y las prácticas sociales que pretenden alejarlas del control de su trabajo en el campo.
En México, la situación de las campesinas es similar, pues el 50% de la tierra se rige por sistemas de propiedad social, ejidos o comunidades donde el núcleo de población es quien ostenta la propiedad. De gran parte del trabajo en el campo mexicano se encargan las mujeres, pero actualmente es casi imposible para ellas acceder a la titularidad de la tierra. En Chiapas defienden modelos ancestrales de cultivo como la milpa, un policultivo basado en el maíz combinado con otras hortalizas. Aseguran que, conjugando este sistema con las actuales prácticas en agroecología, podría garantizarse la seguridad alimentaria.
Una campesina y su hijo lavando zanahorias en el río antes de ir al mercado local a venderlas. Bobol, Mozambique. Judith Prat
Judith regando su campo de lechugas ecológicas en Marracuen. El rio Incomati que discurre muy cerca llena los canales que bordean los campos y de allí extrae el agua para regar. Marracuene, Mozambique. Judith Prat
Campesinas recogiendo mandioca. Guardan esquejes para replantar y conservar las variedades autóctonas que se están extinguiendo. Marracuene, Mozambique. Judith Prat
Reunión de la Asociación Marcelina Chisano de mujeres campesinas para debatir un sistema de créditos entre ellas. Marracuene, Mozambique. Judith Prat
Garoda Alberto, campesina con sus hijos. La mayoría de las casas en las zonas rurales del país no tienen electricidad ni agua corriente. Las familias tiene una pequeña placa solar que utilizan, al caer la noche, para cargar el teléfono móvil y escuchar la radio antes de acostarse. Gurue, Mozambique. Judith Prat
Claudio Machabana de la Union Nacional de Campesinos de Mozambique, clasificando semillas ecológicas dentro del proyecto de recuperación y conservación de variedades locales. Marracuene, Mozambique. Judith Prat
Joaneta Nguinha, presidenta de la Asociación de mujeres campesinas 7 de abril. Cuando llega a casa al finalizar el trabajo en el campo prepara la comida para ella y su marido enfermo. Marracuene, Mozambique. Judith Prat
Lidia Panguerre en su casa tras terminar la jornada en el campo. Viuda y con 5 hijos, todos viven gracias a su trabajo cultivando verduras ecológicas. Marracuene, Mozambique. Judith Prat
Esperanza Hernández y su hija son alfareras en el Ejido de Amtenango. México. Judith Prat
Esperanza y su marido Francisco van a buscar barro para los pigmentos con los que pinta sus figuras. El barro, la leña y la arena con comunales en el ejido de Amtenango. México. Judith Prat
Campesinos vareando frijol cultivado en una milpa en el municipio Las Margaritas, México. Judith Prat
Campesino del ejido de Tila descansa junto a la milpa con maíz que cultiva. México. Judith Prat
Irma López en la milpa que cultiva junto a su marido Efrain en el ejido de Tila, México. Judith Prat
Intervención del presidente del Comisariado durante una Asamblea de ejidatarios de Tila. México. Judith Prat