ENTREVISTA

Simon Ticehurst, director regional de Oxfam: “La desigualdad es resultado de un sistema que está quebrado”

Ayelén Oliva

22 de enero de 2022 21:47 h

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En medio de la pandemia uno de los hombres más ricos del mundo, Jeff Bezos, viajó al espacio en una nave privada. Cuando regresó, agradeció a todos los clientes de Amazon por haber pagado la experiencia. Solo con la riqueza que Bezos ha conseguido desde el comienzo de la pandemia se podría vacunar a la población mundial entera, según el último informe del Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxfam, por sus siglas en inglés), fundado en Reino Unido en 1942.

Simon Ticehurst, director regional de Oxfam para América Latina, sostiene desde México que la desigualdad provoca inestabilidad política y violencia a nivel global y que ha quedado comprobado que las recetas de austeridad no funcionan. “La receta de la austeridad para el desarrollo es totalmente anacrónica. Ya lo hemos vivido. Puede ser que consiga algunos equilibrios macroeconómicos pero la economía no puede estar encima de la vida de las personas”, dice.

Según el informe, desde el inicio de la pandemia ha surgido un nuevo multimillonario en el mundo cada 26 horas, los diez hombres más ricos han duplicado su riqueza y más de 160 millones de personas han caído en la pobreza. En conversación con elDiario.es desde la región más desigual del planeta, Ticehurst asegura que la pandemia ha incrementado las brechas de desigualdad en mundo. 

¿Vamos hacia un mundo más desigual?

Sí, existe una tendencia global de mayor desigualdad. Por primera vez en una generación, vuelve a abrirse la brecha de la desigualdad después de un período en que veíamos que se estaba estrechando la diferencia entre los países más ricos y los más pobres y también dentro de cada país.

¿Cómo contribuyó la pandemia a incrementar la desigualdad?

La mayoría de la población, de alguna manera u otra, ha perdido sus empleos, sobre todo en el sector del trabajo informal. Entre los parados, fueron más las mujeres que los hombres las que perdieron puestos de trabajo. Esta pandemia ha afectado a la gente que ya vivía en situación precaria, pero también a las amplias capas de la clase media.

¿La pandemia ha creado nuevos multimillonarios?

En la pandemia se ha visto un incremento en las ganancias de los multimillonarios. Tenemos nuevos multimillonarios asociados con las empresas farmacéuticas.

¿Qué piensa sobre el hecho de que muchas de las personas más ricas del mundo, la mayoría hombres, se presentan como filántropos?

No queremos enfocarnos en las personas, no estamos cuestionando a individuos en particular. La desigualdad es resultado de un sistema que está quebrado, que hay que arreglar. No es producto de lo que estas personas multimillonarias han hecho. Pero ellas son parte del sistema y ese sistema hay que corregirlo, hay que arreglarlo. Lo que necesitamos son soluciones sistémicas.

¿Y cómo puede corregirse?

Por ejemplo, con un sistema fiscal más progresivo, políticas de acceso universal a educación y salud. Este modelo económico no es sostenible a nivel mundial. Una de las medidas, además de la idea de un impuesto sobre las ganancias extraordinarias, es la exención sobre la propiedad intelectual que permita romper con los monopolios de unos pocos para dar lugar a la producción genérica de medicamentos.

Sin embargo, en el informe señalan que el crecimiento de las desigualdades económicas comienza a partir de 1995...

Sí, existen ciclos. Por ejemplo, en América Latina el incremento de la desigualdad coincide con el periodo neoliberal de la década de 1990 donde el Estado se achica, se privilegia al mercado y se aplican políticas de austeridad. Luego llegaron los gobiernos progresistas, que han reducido las brechas de desigualdad pero han tenido que convivir con los restos de ese período neoliberal, sin modificar tan radicalmente esa lógica. Y aun así mostraron que con políticas públicas, con un gasto público más efectivo, el cambio es significativo como en el caso de Brasil, antes de 2015, que es el ejemplo más exitoso de reducción de pobreza y desigualdad que conocemos en América Latina con Bolivia.

¿La desigualdad mata gente?

Sí, contribuye a matar a gente. La población más pobre está más expuesta, tiene más probabilidades de morir por la pandemia que la población rica. La población afrodescendiente tiene una expectativa de vida menor que la población blanca. Entonces sí, la desigualdad mata.

¿Los más ricos contaminan más?

Sí, los patrones de consumo de los países más ricos y de las personas más ricas duplican en mucho la generación de gases de efecto invernadero de las personas que viven al día. Sin embargo son estas personas las que sufren más el impacto. Si tienes dinero, tienes maneras de evitar los problemas del cambio climático, pero la gente que vive en condiciones marginales no puede hacer nada. En las caravanas de migrantes que salen de Centroamérica, por ejemplo, la mayor parte de esta población viene de lo que se llama el “corredor seco”, una sequía prolongada de sus tierras, producto del cambio climático, y es por eso que eligen un camino muy peligroso que es intentar llegar a los Estados Unidos.

¿Por qué los países y las personas más ricas deberían preocuparse por el crecimiento de la desigualdad?

La desigualdad genera inestabilidad política, genera violencia. Esta explosión de la desigualdad que ha provocado la pandemia no se ha visto antes. Pero las medidas que estamos proponiendo sí han sido implementadas. Ha habido impuestos solidarios únicos a las empresas o personas muy ricas. Esto se dio después de la Segunda Guerra Mundial en Inglaterra y en Estados Unidos.

El informe menciona que al menos 73 países se enfrentan a posibles medidas de austeridad respaldadas por el FMI, ¿cree que esas políticas pueden ayudar?

La receta de la austeridad para el desarrollo es totalmente anacrónica. Ya lo hemos vivido. Puede ser que consiga algunos equilibrios macroeconómicos, pero la economía no puede estar encima de la vida de las personas. La pandemia ha evidenciado que necesitamos un cambio de chip. No podemos regresar a las políticas de antaño, se requiere de otra audacia para afrontar el doble desafío planteado en la agenda de desarrollo de las Naciones Unidas para el 2030. Me refiero a la desigualdad sin romper los límites planetarios. La desigualdad con sostenibilidad. No podemos hacerlo con las recetas del pasado.

¿Hay algún continente o región en el mundo que no acompañe esta tendencia?

No, yo creo que no. América Latina está en la punta de la desigualdad y la pobreza a nivel mundial. Hemos visto una mejoría significativa en este siglo, pero ahora vemos cómo esa recuperación se va perdiendo.