Una mezquita mixta e inclusiva con una visión progresista y espiritual del islam donde las mujeres puedan elegir si llevar velo e incluso convertirse en imames. Este es el proyecto de Eva Janadin y Anne-Sophie Monsinay: la mezquita Sîmorgh, que está a punto de ponerse en marcha en París.
Estas dos mujeres francesas de 29 años se convirtieron al islam hace aproximadamente diez años tras la lectura del Corán y los textos religiosos. Eva Janadin, criada en un entorno con herencia católica, aunque no practicante, experimentó su acercamiento al islam durante sus estudios de Historia. Se especializó en Historia de las religiones –en concreto en la religión musulmana– y tras la lectura del Corán y la Sunna abrazó la rama mutazilí del islam, que concibe la fe como un asunto racional.
“Sentí que me llamaba mucho más que una realidad espiritual, iba mucho más allá”, afirma. Después cofundó la Asociación para el Renacimiento del Islam Mutazilí (ARIM), aunque también se interesó por el sufismo, que según dice le ha aportado “la posibilidad de experimentar el vínculo con Dios a través de los ritos”.
Janadin cuenta que no tenía contacto con personas musulmanas antes de convertirse, puesto que quería abordar los textos religiosos antes. Después se encontró a musulmanes y musulmanas que estaban en su mismo lugar, “que aceptaban la razón y la fe, la posibilidad de percibir el islam de una manera progresista y espiritual”.
En cambio, Anne-Sophie Monsinay se sintió más atraída por la rama mística del islam: el sufismo. Se conocieron a través de un grupo de Facebook llamado “Repensar el islam”, creado por el filósofo Abdennour Bidar. Son cofundadoras del movimiento Voix d’un islam éclairé (VIE) y dirigen el grupo de Facebook “Sufismo Progresista”.
La mezquita Sîmorgh empezará a funcionar en septiembre en la ciudad de París. En su nombre lleva implícita la diversidad que las creadoras de esta iniciativa aspiran a transmitir. Simorgh o Simurg es el nombre de un pájaro de la mitología persa. “Eso cambia las referencias árabes, dado que queremos hacer comprender que el islam no pertenece sólo a los árabes ni a un pueblo en particular”, dice Eva. “Queremos mostrar que existe una cultura islámica más allá de los países árabes”. Apuntan que también es “el símbolo del guía interior y la capacidad del ser humano para elegir por sí mismo”.
Quien quiera entrar en la mezquita Sîmorgh debe aceptar su carácter mixto, inclusivo y francófono que aboga por las libertades individuales, unos principios que recogen en un informe con el que dieron a conocer el proyecto en febrero. Hombres y mujeres podrán entrar en la mezquita, las mujeres podrán escoger si llevar velo o no y además tendrán la posibilidad de ejercer como imames. Eva y Anne-Sophie consideran que el imam no debe ser una figura superior a la que el fiel no puede cuestionar, por lo que será posible apelarle para debatir. “Vamos a crear un lugar donde hacer lo que ya hacemos, pero en colectividad”, indica Anne-Sophie.
Consideran que lo que más incomoda sobre esta iniciativa recae en lo relativo a la mujer. “El hecho de poner el cuerpo de una mujer delante de la asamblea de fieles en una mezquita es lo que supone un problema, la virilización del cuerpo de la mujer, y es por ello por lo que hay más amenazas”, señala Eva.
Esta mezquita, que tiene previsto abrir sus puertas en septiembre, halla sus precedentes en otras como la de Ludovic-Mohamed Zahed, un imam gay y activista por los derechos del colectivo LGTBI de origen argelino que quiso crear una mezquita gay-friendly para mostrar al mundo que su fe y la homosexualidad no son incompatibles.
Otras iniciativas similares son la mezquita Mariam de Copenhague, creada por Sherin Khankan, o la mezquita de Ibn Rushd-Goethe, que fundó Seyran Ates. En esta última, aunque las mujeres pueden decidir si llevar velo o no, no están permitidos ni el burka ni el niqab. Sobre si estos estarán permitidos en la mezquita Sîmorgh, Anne-Sophie afirma que no se prohibirá, pero que le sorprendería “que una persona en burka o niqab venga, simplemente porque hay mujeres imames y porque es mixta. En general las personas que llevan burka o niqab no están de acuerdo con estos preceptos”.
“Dudo mucho que una mujer en niqab o burka venga con actitud de tolerancia y aceptación de nuestra visión de culto”, sostiene Eva. “Yo, personalmente, estoy en contra de este tipo de velo. Para mí, es una aberración en relación al islam, un sinsentido”, añade. Sin embargo, defiende que “en caso de que una mujer vaya a rezar a la mezquita con un burka, intentarían hablar con ella” porque “si pasamos nuestro tiempo prohibiendo y excluyendo, va a aumentar la tensión”.
Un proyecto progresista más allá de la mujer
“Estamos a favor de la igualdad de las mujeres, evidentemente, porque proponemos que puedan ejercer como imames. Estamos a favor de la libertad de la mujer para disponer de su cuerpo, porque tenemos una ideología de libertad individual”, afirma Eva. “Formamos parte del feminismo, pero este no es más que un 1% de nuestro enfoque”, añade. Anne-Sophie asegura que “el progresismo va más allá de la cuestión de la mujer” y subraya que buscan ir “hacia el avance en igualdad social”. Para Eva, “el problema es que no hacemos esto porque seamos mujeres”.
Entre las feministas musulmanas, existe un debate entre el feminismo islámico y el feminismo laico. Para Eva, “el feminismo es algo laico” y asegura que “en Francia eso no concierne a la religión”.“El feminismo es un aspecto que debe ser tratado aparte, ahí estamos en el marco de los derechos humanos, que van más allá de las diferentes confesiones religiosas”, remarca.
En cualquier caso, ambas coinciden en que es necesaria una revolución sexual y de los roles de género. Anne-Sophie asegura que “la sexualidad es importante porque es lo que crea crispación”. Eva asegura que el problema de la sexualidad en los países musulmanes reside en la sociedad patriarcal: “Hace falta una educación sexual que equilibre y que no vea a la mujer como una tentación”.
En esta línea, añade: “Cuando digo que hay que separar el feminismo del islam es justo porque el problema en el islam actualmente es que los musulmanes mezclan las cosas. Dirán que el islam exige ignorar a la mujer, pero no es el islam ni el Corán quienes piden eso: es la sociedad patriarcal. Y la sociedad patriarcal es algo profano”.
Asimismo, reconocen la necesidad de que las mujeres interpreten los textos religiosos, pero defienden que “una mujer no va a tener necesariamente una visión progresista”. Eva lo compara con la política y afirma que hay mujeres muy conservadoras: “No es la feminidad la que hace el progreso”.
Una mezquita francófona
Otra de las novedades que introducen es la francofonía. Se podrá rezar tanto en árabe, como en francés. Anne-Sophie sostiene que no hay nada que obligue a rezar en árabe y que el profeta rezaba en su lengua materna, por lo que comprendía lo que decía. “No todos los musulmanes dominan el árabe. Muchos rezan en árabe, porque lo han aprendido de memoria, pero sin entender lo que dicen. ¿Es preferible dirigirse a Dios en un idioma que entendemos o es mejor respetar los textos coránicos y conservar lo poético del lenguaje?”, se pregunta Anne-Sophie.
Se propondrá rezar en árabe o en francés y reconocen la importancia de dejar elegir “porque hay musulmanes que prefieren la belleza de la lengua y rezar en árabe incluso si no comprenden lo que dicen”.
Este proyecto estará en funcionamiento al menos durante un año. “Después no tenemos los medios. Haremos todo por continuar, por supuesto, pero el principal obstáculo es la cuestión financiera”, declara Eva. Han logrado sacarlo adelante con las donaciones de los 160 miembros que forman parte de la asociación Loi 1905 –cuyo objetivo es la creación de la mezquita Sîmorgh– desde septiembre del año pasado.
Entre sus futuros proyectos está la creación de una formación dirigida tanto a hombres como mujeres para convertirse en imam.
Eva Janadin y Anne-Sophie Monsinay mantienen en secreto las informaciones relativas a la mezquita por motivos de seguridad para evitar amenazas. “Sabemos muy bien que este proyecto ha despertado mucha polémica. No pocos musulmanes están contra este proyecto”. Han recibido la mayoría de las críticas a través de las redes: “Suele ser gente de extrema derecha que, de manera individual, expresa su opinión en las redes sociales”.
Tampoco han faltado opiniones que observan el islam y el progresismo como un oxímoron. Anne-Sophie sostiene que “las personas que piensan eso no conocen el islam” y Eva está convencida de que “hay un gran trabajo de pedagogía que hacer”. Ambas dan ejemplos concretos para mostrar por qué había un progreso social en la época de Mahoma con el fin de desmontar este tipo de prejuicios y apuestan por el uso de argumentos teológicos.
“Consideramos que el Corán aportó un progreso social, especialmente para las mujeres”, dice Eva. Ambas señalan que el islam permitió que las mujeres pudiesen heredar la mitad de la parte de un hombre y reducir la poligamia durante la época del profeta. Anne-Sophie sostiene que “para la época, fue una revolución con relación a la norma social”. Eva considera que el objetivo de las siguientes generaciones es “prolongar ese progreso”.
Francia y el concepto de laicidad
Según datos del Pew Research Center, en 2016 un 8,8% de la población francesa era musulmana, un porcentaje que de acuerdo con un estudio de dicho think tank se prevé que aumente al 12,7%, 17,4% o al 18,0 % para el año 2050 en función de los niveles de migración.
La islamofobia aumentó un 52% en 2018 con respecto a 2017, según un informe del Colectivo Contra la Islamofobia en Francia (CCIF) publicado en abril de este año. Las mujeres son las principales víctimas de la discriminación islamófoba, puesto que representan un 70%, frente a sus compañeros varones.
Eva Janadin cuenta que le costó hablar de su conversión con su familia: “Fue difícil. De hecho, ahora también. Hay miedo al islam a causa de los atentados y el terrorismo”, aunque asegura que sus amistades fueron más comprensivas.
El caso de Anne-Sophie fue algo diferente. Su familia no lo supo hasta tres años después de su conversión y cuenta que su interés por el cristianismo 4 años antes causó una mayor inquietud. “Sin embargo, he sido muy cuestionada y debía justificar toda la actualidad mediática relacionada con el islam”, aunque actualmente esto ya no supone una dificultad y la apoyan en todos sus proyectos.
Los estereotipos y la discriminación hacia los musulmanes también han calado en el ámbito institucional. Según el informe de CCIF, la Comisión de Derechos de la Mujer del Parlamento Europeo determinó en julio del año pasado que Francia es el país europeo con mayor número de restricciones sobre la indumentaria, que afecta en especial a las mujeres musulmanas que optan por llevar el velo.
Fatma Zragua, doctoranda especialista en inclusión y discriminaciones, señala en el informe de CCIF que las discriminaciones institucionales son resultado de “una comprensión ideológica y radical del concepto de laicidad” y señala que la laicidad se ha convertido en “instrumento de estigmatización y exclusión” en el seno de las instituciones francesas.
Tanto musulmanes como migrantes están en el punto de mira de los partidos nacionalistas y de extrema derecha. En el caso francés, destaca el Frente Nacional de Marine Le Pen, un partido que ha sido tildado de racista en múltiples ocasiones. Le Pen, que venció a Macron en los comicios europeos, fue absuelta de un delito de incitación al odio en 2015 por comparar el rezo musulmán en las calles francesas con la ocupación nazi.
Como consecuencia de las críticas que ha recibido el proyecto antes de materializarse, las fundadoras de la mezquita Sîmorgh se ocupan de esclarecer en todas sus intervenciones mediáticas que no buscan imponer un modelo de mezquita, sino que proponen “una alternativa a los musulmanes progresistas que se reconocen en este tipo de mezquita”. Anne-Sophie asegura que “esos musulmanes están a la espera de un lugar así” y que ellas no están ahí “para crear divisiones”.