Starmer dice que tomará “decisiones impopulares” porque no hay “respuestas fáciles” para resolver la crisis del Reino Unido
En su primer discurso ante el congreso del Partido Laborista como primer ministro, Keir Starmer anticipó este martes que tendrá que tomar “decisiones impopulares” en los próximos meses por el estado de los servicios públicos y el estancamiento del país, pero con la promesa de una mejoría, que describió como “luz al final del túnel”. Su “proyecto”, según lo describió, “será duro en el corto plazo, pero lo correcto en el largo plazo”. “Será duro. No es retórica, es la realidad”, insistió ante una audiencia de diputados, ministros, sindicalistas y activistas.
“Sé que este país está cansado por y de la política. Sé que la crisis del coste de la vida emborrona la alegría y el ánimo en nuestras vidas y que la gente quiere ayuda y un respiro, y puede haber votado por el Partido Laborista por ese motivo”, dijo Starmer, que aseguró que no aplicará su programa “con respuestas fáciles” ni “falsas esperanzas”. “Sé que muchas decisiones que debemos tomar serán impopulares. Si fueran populares, sería fácil”, dijo.
El líder laborista también criticó a los políticos que se refugian “en la fantasía frágil y cobarde del populismo, que es agua que no mueve molinos, purpurina en la camisa”. La audiencia se rió ante esta última metáfora porque en el congreso del partido el año pasado un activista se subió al escenario para protestar cuando Starmer iba a empezar a dar su discurso y le arrojó purpurina.
“Se le puede llamar populismo. Mucha gente lo hace, pero yo prefiero llamarlo la política del respuestas fáciles porque, en su núcleo, eso es lo que es, una negativa deliberada a tomar decisiones difíciles simplemente porque tienen demasiado coste político”, dijo el primer ministro, que puso como ejemplo de “políticas de respuestas fáciles” e ineficaces el intento del Gobierno conservador de mandar a Ruanda a solicitantes de asilo de cualquier nacionalidad que llegaran en patera a través del canal de la Mancha.
Starmer puso unos pocos ejemplos de decisiones impopulares que los ciudadanos tendrán que aceptar. “Si queremos que haya justicia, algunas comunidades tendrán que vivir cerca de nuevas cárceles. Si queremos seguir teniendo un estado del bienestar, tendremos que legislar para frenar el fraude en los subsidios y hacer todo lo que podamos para evitar que la gente no trabaje. Si queremos electricidad más barata, necesitamos nuevas torres de alta tensión o costará demasiado a los contribuyentes”, dijo. “Si queremos afrontar la inmigración ilegal de manera seria no podemos fingir que hay un proceso mágico que te permite devolver a la gente que está aquí de manera ilegal sin aceptar que ese proceso también dará asilo a alguna gente”.
Si bien promete aumentar el gasto público, Starmer también insistió en ajustar las cuentas: “Sólo porque todos queremos impuestos bajos y servicios públicos buenos, eso no significa que se pueda ignorar el inevitable principio de políticas adecuadamente financiadas. Ya hemos visto el daño que hace, pero no dejaremos que esto vuelva a pasar”.
Broken Britain
Starmer no está teniendo un estreno fácil después de 14 años de gobiernos conservadores en un país marcado por la crisis de los servicios públicos, el estancamiento económico, el aislamiento por el Brexit y la división dentro de los partidos. El Gobierno ya ha aprobado legislación para nacionalizar las líneas ferroviarias en crisis y la creación de una nueva empresa pública para invertir en energía renovable, que tendrá su sede en Aberdeen, Escocia, según anunció Starmer este martes. Pero, como también dijo el primer ministro, el público está “ansioso”.
Menos de tres meses después de las elecciones, su Gobierno tiene más aceptación que el de Rishi Sunak, pero la mayoría todavía dice estar descontenta. Aun así, más de la mitad de los británicos dicen que todavía le van a dar “el beneficio de la duda” a Starmer, según una encuesta publicada este martes por YouGov. La mayoría de los ciudadanos también cree que Starmer supone un cambio sustancial respecto a Sunak.
A las pocas semanas de llegar al poder, Starmer tuvo que afrontar disturbios promovidos por la extrema derecha contra migrantes y extranjeros y las urgencias inmediatas, como la masificación de las cárceles que obligó a liberar presos antes de lo previsto. Su Gobierno también se queja de haber encontrado un agujero fiscal imprevisto de unos 26.000 millones de euros herencia de los conservadores.
Rachel Reeves, la ministra de Economía, insistió este lunes en que el Estado aumentará el gasto público. La canciller presentará los detalles del presupuesto el 30 de octubre, pero una de las reformas que pretende aplicar es cambiar las reglas fiscales para poder gastar más en capital, por ejemplo para ayudar a construir nuevas viviendas e infraestructuras.
Recorte de ayudas
Pero el Gobierno laborista ya ha tomado alguna decisión impopular, como el recorte de ayudas a la mayoría de los pensionistas para pagar la factura eléctrica. El descuento al que antes podían acceder todos, es decir más de 11 millones de personas, se quedará ahora sólo para los pensionistas de rentas más bajas, esto es un millón y medio. Según el Gobierno, esto se compensará con la subida del 4% de las pensiones el año que viene. El Parlamento aprobó la medida con el voto en contra del Partido Conservador y de un diputado laborista.
Otra iniciativa que quiere aprobar el Gobierno y puede ser polémica es una ley para perseguir el fraude y los errores entre beneficiarios de ayudas públicas. Según el Gobierno, la factura extra por malicia o negligencia para el Estado es de 12.000 millones de euros al año. Una nueva ley dará poderes a los investigadores para pedir detalles sobre las cuentas a los bancos y perseguir, en especial, a grupos de defraudadores organizados.
Regalos polémicos
Además, Starmer y sus ministros están tocados por la polémica sobre la ropa, viajes y entradas de fútbol que aceptaron de donantes del partido. Estas donaciones son legales y los diputados tienen que registrarlas, pero el actual primer ministro aceptó estos regalos más que ningún otro líder laborista por valor de hasta 120.000 euros.
Starmer ahora dice que no lo hará más en el caso de la ropa ni para él ni para su esposa ni para sus ministros porque no quiere que los votantes piensen que sus gobernantes “viven vidas diferentes” de las suyas.
La mayoría de los regalos que aceptó Starmer eran entradas de fútbol, con más de 40 tickets para ver al Arsenal y algunos conciertos, como el valorado en más de 4.000 euros de Taylor Swift al que fue con su esposa.
Dos tercios de los británicos consideran bastante o completamente “inaceptable” que el primer ministro reciba regalos para ver el fútbol o conciertos, según una encuesta de YouGov recién publicada.
Protestas
Varias personas protestaron por la guerra en Gaza, aunque ninguna protesta llegó tan lejos como la del año pasado, cuando un activista subió al escenario mientras Starmer iba a hablar y le echó encima purpurina. El manifestante pedía un “cambio en la política”. Este año, justo antes de que hablara Starmer, activistas pro-palestinos pintaron con un spray la palabra “genocidio” sobre el cartel de bienvenida del congreso laborista. Y un joven interrumpió el discurso del primer ministro, pero sólo con gritos desde el público.
El nuevo Gobierno ha suspendido contratos de venta de armas a Israel y ha reiterado que cumplirá con las órdenes de arresto de la justicia internacional aunque afecten al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Starmer retiró en julio la objeción presentada por el Gobierno conservador contra la petición del fiscal de la Corte Penal Internacional de una orden de arresto contra Netanyahu.
En su discurso, Starmer pidió contención en Líbano, un alto el fuego en Gaza y la creación de un Estado palestino que viva en paz junto a Israel.
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