Bolivia vive una tensa espera de los resultados electorales, con un recuento lento observado por la oposición entre denuncias de fraude por parte del Gobierno de Evo Morales, que pide calma para no radicalizar el clima electoral.
Con alrededor del 95% del voto preliminar escrutado en el recuento rápido, Evo Morales está a 0,67 puntos porcentuales de evitar una segunda vuelta contra el segundo candidato más votado, Carlos Mesa. Según los últimos datos actualizados por el Tribunal Supremo Electoral, Morales tiene 46,4% de los votos y Carlos Mesa el 37,07%. La constitución boliviana establece que para ganar las elecciones en primera vuelta se deberá obtener “el 50% más uno de los votos válidos” o “un mínimo del 40% de los votos válidos, con una diferencia de al menos 10% ciento en relación” con la segunda candidatura más respaldada en las urnas.
Mesa ha llamado a los suyos a estar vigilantes de un recuento del que no se fía desde la misma noche electoral del domingo. “Esto es un fraude escandaloso. Confiamos en que la ciudadanía no va a aceptar esta votación, este resultado amañado”, criticó el candidato de Comunidad Ciudadana tras conocer los primeros resultados del escrutinio que lo dejaban fuera de la segunda vuelta difundidos por el tribunal electoral después de un parón de 24 horas.
Esta interrupción fue cuestionada por la misión de 92 observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) que da seguimiento al proceso electoral. La OEA reclamó este domingo al órgano electoral de Bolivia que justificara por qué detuvo la transmisión del recuento preliminar de votos, que apuntaban a una segunda vuelta entre Morales y Mesa.
Incidentes en varias ciudades
Con consignas de que no quieren para Bolivia una crisis como la que arrastra Venezuela y gritos en pro de la democracia, seguidores de la formación de Mesa, la alianza Comunidad Ciudadana, esperan frente al hotel de La Paz donde el órgano electoral del país instaló su base para el cómputo de votos. La aparición de simpatizantes de Morales caldeó los ánimos.
Finalmente, se registraron incidentes en La Paz, frente al hotel donde se realiza el recuento, en Sucre, Cochabamba, Tarija, Ouro y otras ciudades de Bolivia. La sede regional del tribunal electoral en Potosí fue incendiada, mientras que otras en varias regiones sufrieron ataques. La difusión por parte del Tribunal Supremo Electoral de un resultado preliminar no oficial que daba al presidente por unas décimas la victoria en primera vuelta, desató las protestas. Los detractores de Morales se enfrentaron a la Policía y a simpatizantes del partido del presidente, el Movimiento al Socialismo (MAS).
El Gobierno de Morales, por su parte, aseguró que garantizaría a la oposición y a la comunidad internacional un recuento transparente de los resultados de las elecciones, por lo que pidió “no cargar innecesariamente el ambiente” con protestas. Los ministros de Exteriores, Diego Pary, y de Comunicación, Manuel Canelas, comparecieron ante los medios en La Paz después de que el principal candidato opositor, Carlos Mesa, llamara a la movilización ciudadana. Canelas abogó por ser “respetuosos” con el cómputo oficial que lleva a cabo el órgano electoral, a la vez que se mostró confiado en la victoria de Evo Morales, aunque por un resultado ajustado.
Poco antes de la llamada a la calma, la organización cívica Comité Nacional de Defensa de la Democracia había convocado en cambio a la “resistencia civil”. Su presidente, Waldo Albarracín, advertía al Ejecutivo de que el país puede desembocar en una “guerra civil” si se extiende la sensación de fraude pese a que los ministros insistan en que está garantizada la transparencia del conteo.
Por su parte, el jefe de misión de la OEA también llamó a la calma y exhortó que se evite cualquier forma de violencia en “esta delicada situación” para que los cómputos departamentales continúen sin interrupciones. También instó al órgano electoral boliviano a “defender la voluntad ciudadana” de manera “ágil” y “transparente” y señaló que mantienen la esperanza de que el resultado definitivo “se apegue a la voluntad de los electores”.
Avanza el recuento oficial
En medio, el Tribunal Supremo Electoral continuaba poco a poco contando los votos de los 7,3 millones de electores que el domingo estaban llamados a las urnas. A media tarde hora local el recuento oficial iba todavía por la mitad, con una mínima ventaja para Mesa de unas décimas sobre Morales, rondando ambos el 42%, lejos del 50% que necesitan para ganar en primera vuelta, o del 40% con diez puntos de ventaja con el que evitarían una nueva cita en diciembre.
Por ahora es el resultado más ajustado desde que Morales ganó por primera vez en 2005 con el 53,72 por ciento de los votos, una mayoría que revalidó en 2009 con su techo electoral del 64,22 y en 2014 con el 63,36.
Mesa, que fue presidente del país entre 2003 y 2005 -cuando renunció en medio de una grave convulsión social-, denuncia que el órgano electoral está vendido a Morales y le puede robar la posibilidad de forzar una segunda vuelta por primera vez en la historia de Bolivia. Esa segunda oportunidad, que llegaría en diciembre, la introdujo en el sistema electoral boliviano la Constitución que en 2009 promulgó el propio Morales, a quien la oposición acusa de no respetarla.
En redes sociales se difundieron fotos y vídeos de supuestas urnas manipuladas, traslados sospechosos de votos desde las mesas de votación a domicilios particulares para manipularlos y otras denuncias sin constatación oficial de su veracidad, en la línea de la “guerra sucia” que unos y otros denunciaron durante la campaña electoral.
Si Mesa logra la deseada segunda vuelta, tendrá el apoyo de otros opositores que no consiguió en campaña para haber alcanzado un frente único contra el presidente boliviano. El senador Óscar Ortiz, de la alianza Bolivia Dice No, que va cuarto, ya ha comprometido su apoyo y lo ha dejado entrever el ultraconservador pastor presbiteriano Chi Hyun Chung, del Partido Demócrata Cristiano, la sorpresa de los comicios que por ahora está tercero.
El Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales por un lado confía en evitar finalmente la segunda vuelta, pero los ministros que comparecieron en la sede de Gobierno para pedir calma asumieron que esta vez la victoria será por poco.