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The Guardian en español

Más de 5.000 casos en tres meses: qué se sabe del supuesto envenenamiento a niñas iraníes

Estudiantes en una escuela femenina en Teherán, Irán.

Archie Bland

7 de marzo de 2023 22:49 h

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Desde finales de noviembre, alrededor de 5.000 niñas iraníes de 230 centros educativos en 25 provincias del país se han visto afectadas por lo que parece algún tipo de envenenamiento provocado, según ha informado este martes el parlamentario iraní Mohammad-Hassan Asafari, miembro de una comisión que investiga las intoxicaciones. De hecho, las autoridades han detenido este martes a varias personas por su supuesta implicación.

El viceministro de Interior, Majid Mirahmadi, ha anunciado que se han realizado “algunos arrestos” en cinco provincias, pero no ha indicado cuántas personas han sido detenidas ni si pertenecen a algún grupo u organización. “Las agencias de seguridad continúan investigando”, ha afirmado.

El anuncio de los arrestos se produce un día después de que el Ministerio de Sanidad hiciese público un informe que achacó a la “ansiedad” la gran mayoría de los presuntos casos de envenenamiento con gas. “Menos del 10% de los casos presentaban síntomas reales y la mayoría está relacionado con la ansiedad”, informó el viceministro de Sanidad iraní, Saeed Karimi, quien forma parte un equipo que investiga los envenenamientos.

“Algunas de las estudiantes fueron expuestas a una sustancia irritante que principalmente se inhala”, añadió el viceministro, que no explicó de qué producto se trata.

Los primeros casos aparecieron en la ciudad de Qom, situada a 156 km al suroeste de Teherán y considerada ciudad santa en el islam chií, a finales de noviembre. Las alumnas han sufrido síntomas como irritación de la garganta, dolores de cabeza, dificultades para respirar, debilidad, arritmias o la imposibilidad de mover las extremidades tras inhalar un supuesto gas.

¿Qué hay detrás de estos incidentes?

Debido a las severas limitaciones a la libertad de prensa en Irán, es complicado para los periodistas investigar las circunstancias de estos supuestos ataques y no existen pruebas directas de responsabilidad. Sin embargo, si se pueden sacar algunas conclusiones en función de los detalles disponibles. De hecho, las autoridades judiciales han presentado cargos contra varios medios por “difundir rumores” sobre el caso.

Algunos analistas apuntan a que los aparentes ataques podrían formar parte de la respuesta de grupos extremistas –tal vez con el apoyo tácito del Estado– a las protestas encabezadas por mujeres y niñas que han convulsionado Irán desde la muerte de la joven kurda Mahsa Amini en septiembre. Sin embargo, otra hipótesis es que en algunos casos se podría tratar de una enfermedad sociogénica masiva –cuando un grupo presenta síntomas sin que aparezca una causa biomédica que lo justifique– derivada de la represión de las escolares que han desempeñado un papel destacado en ese movimiento.

Una de las razones por las que los supuestos ataques han sido tan impactantes es que la educación de las niñas ha sido una parte aceptada y bastante cotidiana del día a día en Irán. Desde 2011, las mujeres superan en número a los hombres en los campus universitarios; el Banco Mundial afirma que la alfabetización femenina pasó del 26% en 1976, antes de la Revolución Islámica, al 85% en 2021. Aunque una medida de 2012 restringió las plazas para mujeres en algunas universidades públicas, el principio de que las niñas tienen derecho a ir a la escuela no se ha cuestionado. 

“Los ataques no son nada sofisticados”, afirma Deepa Parent, periodista experta en derechos humanos que ha cubierto la noticia para The Guardian. “Un médico me dijo que, sobre la base de los síntomas que están constatando, es probable que se trate de un agente organofosforado débil [muy utilizado en la agricultura como pesticida]”. El médico le dijo a Parent que las únicas personas a las que había tratado en el pasado con síntomas similares trabajaban en entornos agrícolas o militares.

En un intento de reducir opciones sobre la posible autoría, algunas personas han centrado su atención en el hecho de que los primeros casos se produjeron en Qom, una ciudad muy religiosa situada a unos 130 kilómetros de Teherán. “Aunque en general se acepta que las niñas reciban educación, allí hay islamistas radicales que se oponen”, afirma Parent.

Otros se preguntan si los aparentes ataques pueden estar autorizados o fomentados por el Gobierno como parte de sus esfuerzos por intimidar al movimiento de protesta que sacude el país desde septiembre, cuando Amini, una joven kurda, murió bajo custodia de la “policía de la moral” iraní. Teniendo en cuenta la naturaleza poco sofisticada de las materias primas sospechosas, también es posible que nuevos atacantes estén copiando los ataques para cometer otros nuevos. 

Según un artículo de la BBC, un análisis de sangre de algunas escolares iraníes no ha revelado la presencia de toxinas, aunque también señala que los resultados no son suficientes para descartar el envenenamiento, ni siquiera en los casos analizados. The Wall Street Journal informa de que en un vídeo publicado en las redes sociales la semana pasada, una clase parecía enfermar después de que una niña con asma tuviera dificultades para respirar, lo que llevó a un profesor a preguntar si los alumnos habían olido algo.

Aunque es plausible que algunos casos puedan explicarse de este modo, en algunos casos hay testigos que han denunciado haber visto objetos sospechosos arrojados a los patios de los colegios. Dan Kaszeta, experto en armas químicas del think tank Royal United Services Institute, ha explicado a la BBC que las sustancias venenosas pueden descomponerse rápidamente, lo que hace muy difícil sacar conclusiones firmes.

¿Por qué las estudiantes pueden ser el objetivo?

“Tras la muerte de Mahsa, las primeras en salir a la calle fueron las estudiantes universitarias”, explica Parent: “Pero poco después se informó de la muerte de tres chicas adolescentes por golpes en la cabeza: Setareh Tajik, Sarina Esmailzadeh y Nika Shahkarami.

“Estas muertes cambiaron por completo la situación. Empecé a ver fotos de chicas adolescentes mostrando el dedo corazón en un grupo de protesta privado, quemando la foto del ayatolá Jamenei. El movimiento ganó fuerza en las aulas de las escuelas y entonces estas chicas empezaron a faltar a clase para unirse a las protestas en las calles”.

Aunque no se descarta que los extremistas estén aprovechando la febril situación política para que prevalezca su visión misógina de la educación de las mujeres, se cree que los episodios de presuntos envenenamientos en las escuelas responden a los recientes movimientos de protesta. “Nadie cree que sea una coincidencia que se hayan producido después de las protestas”, afirma Parent. “Lo que se oye decir a las activistas y en las redes del movimiento es que se trata de una venganza contra estas niñas y contra sus familias”.

¿Cómo ha respondido el gobierno iraní?

Las autoridades han ignorado estos supuestos ataques durante meses. Sin embargo, el drástico aumento reciente de casos así como la cobertura de los medios de comunicación internacionales parece haberles forzado a tomar cartas en el asunto hasta anunciar este martes la detención de varias personas.

El lunes, el líder supremo del país, Alí Jamenei, habló públicamente sobre el tema por primera vez, afirmando que si los incidentes eran deliberados, los culpables debían ser condenados a muerte por cometer un “crimen imperdonable”. Según Parent, la atención internacional puede haber obligado a las autoridades a reconocer la importancia de esta situación.

“El ministro de Asuntos Exteriores estaba en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y tenía previsto conceder una entrevista a la destacada periodista Christiane Amanpour en la CNN. Eso puede haberles obligado a actuar”, ha indicado. De hecho, en una intervención ante el Consejo, un diplomático iraní afirmó que su país había “conseguido grandes logros en el empoderamiento de mujeres y niñas”.

La mayoría de los analistas desconfían de la investigación que lleven a cabo las autoridades iraníes. Por una parte, sospechan que las autoridades pueden haber apoyado o permitido estos ataques. Por otro lado, como ha señalado Human Rights Watch, “las autoridades iraníes han impulsado en el pasado investigaciones muy deficientes de casos de violencia contra las mujeres y las niñas”. La ONG ha puesto como ejemplo una investigación de 2014 sobre los ataques con ácido contra mujeres en la ciudad de Isfahán, que no dieron lugar a detenciones ni procesamientos.

¿Qué implicaciones tiene esto sobre las protestas?

Al margen de la complejidad al evaluar las causas, la oleada de incidentes llega en un momento convulso. Según Parent, aunque últimamente ha habido un periodo de relativa calma en las protestas –quizá debido al fuerte aumento de las ejecuciones–, los supuestos envenenamientos en las escuelas de niñas han provocado una nueva oleada de indignación. “Los manifestantes me dicen que no pueden permitir que esto les ocurra a las niñas”. Este miércoles, Día Internacional de la Mujer, están previstas nuevas protestas.

“Predomina una actitud proteccionista, se percibe a las estudiantes como niñas pequeñas”, subraya Parent: “Fue la muerte de esas chicas de 16 años lo que cargó el movimiento al principio y la rabia por la situación de las jóvenes puede tener el mismo efecto ahora”.

La oleada de envenenamientos está alimentando el descontento popular, en especial entre los padres, ante la ineficacia de las autoridades a la hora de atajar unos ataques que parecen destinados a paralizar la educación de las estudiantes.

Este martes, padres, alumnos y profesores han protestado frente a instituciones educativas por la falta de seguridad de las alumnas en numerosas ciudades del país, como Teherán, Isfahan, Karaj, Mashhad, Rasht, Sanandaj o Shiraz.

Según activistas, algunas de estas protestas fueron disueltas por las fuerzas de seguridad con cañones de agua y gases, mientras que los medios oficiales no informaron sobre estas manifestaciones.

Traducción de Emma Reverter

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