Abu Mohammad Al Jolani, líder de la alianza insurgente islamista que ha derrocado el régimen de Bashar Al Asad en Siria tras una ofensiva relámpago, es un extremista que ha intentado mostrar públicamente una apariencia más moderada para tratar de alcanzar sus objetivos.
A la cabeza de Hayat Tahrir al-Sham (el Organismo de Liberación del Levante, HTS por sus siglas), que hunde sus raíces en la rama siria de Al-Qaida, Jolani afirma que el objetivo de su ofensiva era derrocar el gobierno del presidente Bashar al-Assad. “Cuando hablamos de objetivos, la meta de la revolución sigue siendo el derrocamiento de este régimen. Tenemos derecho a utilizar todos los medios disponibles para lograr ese objetivo”, declaró Jolani a la CNN en una entrevista emitida el viernes.
Jolani actuó en la sombra durante años. Pero ahora está en el foco mediático, concediendo entrevistas a los medios de comunicación internacionales. Con el paso de los años, ha dejado de llevar el turbante de los yihadistas y se ha decantado por el uniforme militar. El miércoles visitó la ciudadela de Alepo con camisa y pantalones caqui, de pie en la puerta de su vehículo blanco, mientras saludaba y se movía entre la multitud.
Desde que rompió lazos con Al Qaeda en 2016, Jolani ha tratado de presentarse como un líder más moderado. Pero aún no ha logrado acallar las sospechas de analistas y gobiernos occidentales que siguen clasificando a HTS como organización terrorista. “Es un radical pragmático”, afirma Thomas Pierret, especialista en islam político. “En 2014, estaba en el apogeo de su radicalismo”, dice Pierret, refiriéndose al periodo de la guerra en el que buscaba competir con el grupo yihadista Estado Islámico. “Desde entonces, ha moderado su retórica”, añade.
Nacido en 1982, Jolani pertenece a una familia acomodada y se crió en Mazzeh, un barrio pudiente de Damasco. Durante la ofensiva que lanzó el 27 de noviembre, empezó a firmar sus declaraciones con su verdadero nombre: Ahmed al-Sharaa. En 2021, declaró a la cadena estadounidense PBS que su nombre de guerra era una referencia a sus raíces familiares en los Altos del Golán, afirmando que su abuelo se había visto obligado a huir tras la anexión de la zona por Israel en 1967.
El 11 de septiembre y la guerra de Irak
Según el sitio web de noticias Middle East Eye, fue tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 cuando Jolani se sintió atraído por primera vez por el pensamiento yihadista. “A raíz de su admiración por los autores de los atentados del 11 de septiembre, comenzaron a aparecer en su vida los primeros indicios de yihadismo, ya que empezó a asistir a sermones secretos y a mesas redondas en suburbios marginales de Damasco”, afirma el sitio web.
Tras la invasión de Irak liderada por Estados Unidos, abandonó Siria para participar en la lucha. Se unió a Al Qaeda en Irak, dirigida por Abu Musab al Zarqawi, y posteriormente fue detenido durante cinco años, lo que le impidió ascender en las filas de la organización yihadista. En marzo de 2011, cuando estalló en Siria la revuelta contra el régimen de Al Asad, regresó a su país y fundó el Frente al-Nusra, rama siria de Al-Qaeda.
En 2013, se negó a jurar lealtad a Abu Bakr al-Baghdadi, que acabaría convirtiéndose en el emir del grupo Estado Islámico, y en su lugar prometió lealtad a Ayman al-Zawahiri, de Al-Qaeda.
Realista a los ojos de sus partidarios, oportunista para sus adversarios, Jolani declaró en mayo de 2015 que, a diferencia del Estado Islámico, no tenía intención de lanzar ataques contra Occidente. También proclamó que, en caso de derrota de Asad, no habría ataques de venganza contra la minoría alauita de la que procede el clan del presidente. Cortó los lazos con Al Qaeda, alegando que lo hacía para privar a Occidente de motivos para atacar a su organización. Según Pierret, desde entonces ha intentado trazar un camino para convertirse en un hombre de Estado creíble.
En enero de 2017, Jolani impuso una fusión con HTS a grupos islamistas rivales en el noroeste de Siria, reclamando así el control de franjas de la provincia de Idlib que habían caído en manos del gobierno. En las zonas bajo su control, HTS desarrolló un gobierno civil y estableció una apariencia de Estado en la provincia de Idlib, al tiempo que aplastaba a sus rivales rebeldes.
Las promesas para la nueva etapa
A lo largo de este proceso, HTS tuvo que hacer frente a acusaciones de residentes y grupos de defensa de los derechos humanos por los brutales abusos contra quienes se atrevían a disentir, que la ONU ha calificado de crímenes de guerra. Tal vez consciente del miedo y el odio que ha suscitado su grupo, Jolani se ha dirigido a los habitantes de Alepo, donde vive una importante minoría cristiana, para asegurarles que no sufrirán ningún daño bajo el nuevo régimen.
También pidió a sus combatientes que preservaran la seguridad en las zonas que habían “liberado” del régimen de Asad. “Creo que, ante todo, se trata de política”, afirma Aron Lund, miembro del grupo de reflexión Century International. “Cuanto menos pánico local e internacional haya y cuanto más parezca Jolani un actor responsable en lugar de un extremista yihadista tóxico, más fácil le resultará el trabajo”. ¿Es totalmente sincero? “Seguramente, no”, afirma. “Pero es lo más inteligente para sus intereses que puede decir y hacer en este momento”.