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The Guardian en español

¿Está bien reírse del pene champiñón de Trump?

Montaje con Donald Trump y Toad, el personaje del juego Mario Kart al que se refiere Stormy Daniels

Hadley Freeman

Para cualquiera que haya vivido bajo una roca las últimas horas, la actriz porno Stormy Daniels ha escrito un libro en el que describe el pene de Trump como “más pequeño de lo normal... como el personaje del Mario Kart con forma de champiñón”. Y ahora, intentad disfrutar de las partidas al Mario Kart con la Nintendo Switch, gente.

Esta no es la primera vez en la que hemos tenido motivos para hablar de los genitales de Donald Trump. Marco Rubio abrió este debate en las elecciones de 2016 cuando hizo una broma sobre las “pequeñas manos” de Trump. Trump se lanzó entusiasmado al asunto y utilizó un debate de las primarias republicanas para asegurar al pueblo estadounidense que no había ningún problema. “Lo garantizo”, dijo. (Curiosamente, Rubio ha sido visto en los últimos tiempos en Twitter quejándose de que la presencia constante de la palabra F [fuck] en noticias, tuits, etc se haya convertido en un “símbolo de nuestro tiempo”. “¿Quién tomó esa decisión?”, se preguntaba. Sí, el mismo tipo que decidió que era totalmente normal hablar sobre el tamaño del pene en una elección presidencial, Marco).

Pero volvamos a Trump. ¿Está bien que el mundo entero esté ahora riéndose de su pene? Bueno, dado que Trump hizo una fortuna con Miss Universo, que consiste básicamente en reducir a las mujeres a su anatomía y juzgarlas a partir de ello, todo esto es como cuento con final feliz. No hay corona de Míster Universo para usted, señor presidente. Solo los hombres con un pene con forma de Luigi se merecen ese premio.

Y sí, también hay algo de justicia poética en que el mundo esté riéndose del pene de Trump justo cuando está intentando meter a Brett Kavanaugh en el Tribunal Supremo para, en resumen, revocar la sentencia Roe contra Wade que despenalizó el aborto. ¿Quieres controlar las vaginas de las mujeres, Donald? Nos reiremos de tu pene. Citando a Margaret Atwood, los hombres tienen miedo de que las mujeres se rían de ellos y las mujeres tienen miedo de que los hombres las maten. Y dado que prohibir el aborto, tal y como Trump desea, acabará cobrándose la vida de mujeres, parece justo que nos riamos de él. No es exactamente un quid pro quo, pero casi.

¿Debería ir más allá? Creo que sí: me gusta acompañar las quejas de los hombres –un colectivo que se ha pasado los últimos, mejor dicho, varios milenios hablando de la apariencia de los senos, las nalgas y las piernas de las mujeres– horrorizados de pronto por la idea de que una mujer se ría de su pene, con una música dramática. (Invito a cualquier hombre que desee lanzar una queja del tipo #NoTodosLosHombres a escribirla en un papel, enrollarlo con fuerza y metérselo en cualquier orificio de su cuerpo donde no brille el sol).

Ya está bien de Trump (del pequeño Trump). Centrémonos un poco en Stormy Daniels. Estoy escuchando ahora un podcast (soy una persona moderna) que se llama Slow Burn, que analiza el escándalo que condujo al proceso de impeachment contra Bill Clinton. Si alguien necesita un recordatorio del trato que tradicionalmente reciben las mujeres que tienen relaciones con políticos, Slow Burn se lo dará: “facilona”, “basura”, “golfa” son solo algunas de las palabras dedicadas a las mujeres que se acostaron con Clinton o que fueron presuntamente acosadas por el presidente. Y eso por parte de los hombres teóricamente buenos. Maureen Dowd, de The New York Times, describió a Monica Lewinsky como “la chica gordita del instituto que no pudo ser popular”. La escritora Erica Jong afirmó: “Mi dentista me dijo que tiene una enfermedad en las encías”. ¿Veis, chicos? No solo somos malas con vosotros. También hemos sido horribles con otras mujeres durante casi tanto tiempo como vosotros.

Se ha escrito mucho sobre el hecho de que Daniels no se avergüenza de todo esto, pero lo realmente destacable es cómo ha conseguido dar la vuelta al asunto. No solo no será humillada, sino que ella le humillará a él ¿Y por qué no, joder? Ella no era la casada. Ella no es la que tiene el poder de arruinar la vida de las mujeres prohibiendo la financiación global al aborto y dejando sin fondos a la ONG de salud reproductiva Planned Parenthood al tiempo que presume de cómo, cuando eres una estrella, puedes agarrar a las mujeres “por el coño”. Es él el que lo ha hecho. Aunque es posible que vivamos en la era de la 'posvergüenza', Daniels sabe cómo herir a Trump. Y dado lo mucho que está hiriendo Trump a las mujeres, creo que en este caso nos podemos dar el gusto de humillar a alguien por su cuerpo sin sentirnos culpables. A por él, Stormy.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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