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La nueva alcaldesa de Chicago pone en marcha una política de 'línea dura' para combatir la violencia armada

Eric Lutz

Chicago —

Aunque hay quienes tienen la esperanza de que Lori Lightfoot logre lo que sus predecesores inmediatos no pudieron, existen otros a los que les preocupa que la nueva alcaldesa de Chicago haya vuelto a las políticas fallidas de línea dura del pasado. En la víspera del puente del 4 de julio, Día de la Independencia estadounidense, Lightfoot presentó un ambicioso plan para frenar la violencia armada en la ciudad.

La alcaldesa, que sucedió a Rahm Emanuel en mayo, ha señalado que ella y el responsable del Departamento de Policía, Eddie Johnson, desplegarán a otros 1.500 agentes de policía en las calles de la ciudad y también harán esfuerzos por confiscar armas, en un intento a corto plazo para frenar la cifra de tiroteos, los cuales aumentan en frecuencia durante el verano y azotan la ciudad.

“Los ciudadanos no pueden vivir, y no deberían vivir, en barrios que parecen una zona de guerra”, indicó Lightfoot a CBS News en vísperas del puente. Sin embargo, el fin de semana del 4 de julio fue otra festividad sangrienta en Chicago: 63 personas recibieron el disparo de una bala durante esos días; entre ellos, una adolescente de 14 años. Seis de las víctimas fallecieron.

A lo largo del verano los tiroteos no han cesado. De hecho, el lunes pasado seis personas recibieron disparos. El aparentemente interminable goteo de sucesos de este tipo refleja el descomunal reto de Lightfoot en la tercera ciudad de mayor tamaño de Estados Unidos.

Algunos habitantes de Chicago señalan que tienen la esperanza de que Lightfoot cumpla lo que sus predecesores inmediatos, Emanuel y Richard M Daley, no lograron. Sin embargo, otros indican que, a pesar de su promesa durante la campaña a la Alcaldía en la que aseguró abordar los problemas estructurales que generan violencia armada, les preocupa que al tomar posesión del cargo, Lightfoot se haya limitado a copiar las propuestas de algunos de sus predecesores.

El reverendo Ira Acree, pastor de Austin, un barrio situado en el lado oeste de la ciudad, se encuentra entre los que confían en la alcaldesa y cree que para ella abordar los complejos problemas institucionales detrás del derramamiento de sangre es una prioridad. “Le pondría un excelente por sus esfuerzos”, afirma Acree declaraciones a The Guardian. “Aunque es cierto que de momento el resultado global es incompleto”. 

No todos tienen la misma opinión. Louisa Manske, coordinadora de políticas y comunicaciones del Centro de Trabajadores por la Justicia Racial, cree que Lightfoot se ha alejado de las promesas que hizo durante su campaña. Manske señala que “lo que escuchamos fue el mismo mensaje de 'ley y orden' que se ha consolidado en el discurso público sobre la seguridad de la comunidad, que es falso e increíblemente destructivo”.

Emanuel será recordado como un alcalde que priorizó la contratación de más agentes de policía, con el objetivo de acabar con la violencia armada. En cambio, Lightfoot ha prometido tratar los tiroteos como si fueran una “crisis de salud pública” que requiere abordar cuestiones como la falta de inversión económica, la falta de acceso a recursos, la desconfianza entre comunidades racializadas y el departamento de policía.

En este sentido, y como había prometido, designó a un adjunto para una nueva oficina de seguridad pública. Por otra parte, ha enfatizado en la necesidad de invertir en los barrios de los lados sur y oeste, predominantemente racializados, que han sido descuidados por administraciones anteriores y donde tienen lugar la mayor parte de sucesos mortales. Lightfoot se ha desplazado a estas comunidades y, de hecho, a principios de este verano, asistió a una marcha anual por la paz en la iglesia de Santa Sabina del Padre Michael Pfleger, en el lado sur.

“Es alguien que ha estado sobre el terreno”, indica Lance Williams, un sociólogo de la Universidad Northeastern Illinois de Chicago. “Conoce estas comunidades y ha hablado con los vecinos... Esto es muy positivo”. 

Sin embargo, algunos, como el Centro de Trabajadores por la Justicia Racial, han expresado su preocupación por el hecho de que la política esté apostando por las mismas medidas de 'línea dura' que han fracasado en el pasado. En declaraciones a The Guardian, Manske afirmó que en su opinión “estas medidas aumentan el encarcelamiento masivo, fracturan las comunidades y alejan la atención del público del problema real”.

Manske explicó que entidades como la suya estarían dispuestas a “guiar” y asesorar a la alcaldesa sobre qué inversiones necesitan estos barrios, cómo debe rendir cuentas el Departamento de Policía y qué reformas profundas son necesarias en el sistema de justicia penal del estado de Illinois. No obstante, incluso los partidarios de Lightfoot reconocen se requiere tiempo para un enfoque integral y multidisciplinario que aborde los problemas inmediatos y también los más profundos. 

“Sabemos que es una tarea ardua”, reconoce Williams. “Se necesita una enorme coordinación. Una cantidad ingente de recursos. No es algo que se vaya a lograr en los próximos cinco años. Se trata de una planificación estratégica a largo plazo.... Se trata de un cambio cultural. Solo una persona enérgica puede lograrlo. Esta alcaldesa parece estar a la altura de las circunstancias”. 

Aunque una reforma estructural requiere tiempo, a estas comunidades les gustaría ver que se logran algunos avances, a medida que la cifra de víctimas mortales por violencia armada no para de crecer. 

“Tendrá que pasar mucho tiempo porque hasta la fecha son muchas las instituciones que han fracasado”, indica Acree, que incluye en esta lista a las escuelas, las administraciones, el sistema judicial y unos políticos que no han invertido en los barrios más pobres. “Tendrá que pasar algún tiempo antes la situación cambie pero nos gustaría ver algunas pequeñas victorias. Queremos que la cifra de tiroteos disminuya”.

“No esperamos que desaparezcan”, concluye el pastor Acree. “Pero sí esperamos que se disipen”.

Traducido por Emma Reverter