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Amnistía Internacional denuncia la violencia contra la mujer que suponen las leyes contra el aborto en América Latina

Uki Goñi

Buenos Aires —

Las rigurosas políticas contrarias al aborto de América Latina se han traducido en muertes innecesarias de miles de mujeres, asegura el secretario general de Amnistía Internacional, Salil Shetty. Por eso, Amnistía reclama un impulso decisivo para la legalización del aborto en toda la región.

“La criminalización del aborto es una forma de violencia contra las mujeres. No reduce el número de abortos, simplemente hace que el proceso sea más peligroso”, dice Shetty a the Guardian en Buenas Aires, después de un encuentro con el presidente argentino, Mauricio Macri.

Durante una amplia entrevista, Shetty también ha advertido de que la polarización política, la crisis económica y un creciente desencanto con la democracia han llevado a una crisis de los derechos humanos en toda la región. “América Latina siempre fue vista como un área más avanzada en cuanto a derechos en comparación con Asia o África, pero acabamos de vivir un rápido retroceso”, explica el especialista.

El tema principal de su encuentro con Macri fue el aborto, que sigue siendo un delito o está restringido en todos los países de América Latina, excepto Cuba y Uruguay. Seis países lo prohíben en todas las circunstancias, mientras que en otros nueve se permite solo cuando la vida de la mujer corre peligro.

Argentina es uno de los países de la región que, en estos momentos, está revisando las estrictas normas sobre el aborto. La semana pasada, el Congreso del país acogió el primer debate sobre el tema por primera vez en la historia, abriendo el camino a lo que probablemente será un largo proceso hacia la despenalización.

El director de Amnistía sostuvo que la restricción del aborto solo obliga a las mujeres a abortar de manera clandestina, lo que supone la principal causa de mortalidad materna en el país.

“En los últimos 25 años, han muerto más de 3.000 mujeres en Argentina como resultado solo de abortos clandestinos. Mientras el debate se produce en el Parlamento, siguen muriendo mujeres por esta causa”, protesta Shetty.

Macri ha dicho que él personalmente se opone a la legalización del aborto, pero que permitirá a los parlamentarios de su partido conservador a votar en conciencia el proyecto de ley presentado recientemente que permitiría la interrupción voluntaria del embarazo en las primeras 14 semanas.

Sin embargo, con medio millón de abortos clandestinos cada año en el país, Shetty considera que esta neutralidad no es suficiente. Por eso ha pedido a Macri que apoye abiertamente la despenalización.

Una “posición neutral” no es suficiente

“Tiene la obligación legal de proteger la salud y los derechos de las mujeres, no puede adoptar una posición neutral”, es lo que Shetty cuenta que dijo al presidente. Shetty hizo un análisis desalentador de la situación de los derechos humanos en América Latina, señalando el empeoramiento de la crisis humanitaria en Venezuela y la violencia fuera de control en Brasil.

“En Venezuela se está produciendo un sufrimiento extremo”, asegura. “Un país que tenía un buen nivel de vida se derrumbó en dos o tres años. Es inimaginable la velocidad a la que pueden salir mal las cosas”.

Shetty también ha comentado la preocupación que siente por la creciente polarización política en Brasil, donde las elecciones presidenciales de este año tendrán lugar en un contexto que se ha descrito como el mayor escándalo de corrupción de la historia.

Shetty cree que el asesinato el mes pasado de Marielle Franco –una incansable defensora de los derechos de los afrobrasileños, personas LGTBI, mujeres y grupos de bajos ingresos– fue un recordatorio del riesgo al que se exponen los activistas en toda la región.

Según explica, son los ciudadanos brasileños los que más sufren la violencia entre los narcos y las fuerzas de seguridad. Hace poco, el presidente Temer mandó al Ejército a hacerse cargo de la seguridad en Río de Janeiro, después de una escalada de crímenes violentos callejeros y enfrentamientos entre bandas de narcotraficantes.

Los activistas han alertado de que la “intervención” puede conllevar todavía más muertes, sobre todo teniendo en cuenta que las fuerzas de seguridad brasileñas han estado implicadas en muertes extrajudiciales. “Un gran número de personas normales y corrientes están perdiendo la vida o están siendo acosadas a diario a causa de la guerra interna”, dice Shetty.

Este año habrá elecciones presidenciales en seis países de la región y Shetty advierte de que, al igual que sucede en todo el mundo, la tentación del populismo avanza posiciones por culpa de un sistema democrático que ha fracasado a la hora de proporcionar seguridad económica de una manera continua.

“El modelo político no ha conducido a gobiernos inclusivos o responsables y el modelo económico ha dejado a partes significativas de la población atrás”, cuenta. El director de Amnistía también cuenta que le preocupa el vulnerable proceso de paz en Colombia con los rebeldes de las FARC, que puso fin a 52 años de guerra civil, pero que sigue siendo profundamente impopular.

Muchos colombianos se opusieron con vehemencia al acuerdo, que en un primer momento fue rechazado en referéndum. A su vez los antiguos guerrilleros se sienten muy frustrados por la lenta implementación del acuerdo y temen por su propia seguridad. Desde que se firmó el pacto, han matado a 50 excombatientes o familiares de estos, mientras que se cree que 1.200 antiguos rebeldes han vuelto a las armas con grupos criminales.

“La única traza de esperanza real en medio de toda esta locura era Colombia, pero ahora la situación en este país también es muy frágil”, concluye el experto.

Traducido por Cristina Armunia Berges