Una persona promedio consume al menos 50.000 partículas de plástico al año y respira una cantidad similar, según el primer estudio que ha calculado la ingestión de polución plástica de las personas.
Es posible que la cifra real sea mucho mayor porque apenas se ha analizado una cantidad pequeña de alimentos y bebidas para determinar la contaminación plástica. Beber mucha agua embotellada aumenta dramáticamente la cantidad de partículas que se consumen, según los científicos.
Todavía se desconoce el impacto que tiene en la salud la ingesta de microplásticos, que podrían liberar sustancias tóxicas. Algunas partículas son tan pequeñas que pueden penetrar los tejidos, pudiendo desatar reacciones inmunológicas.
La polución de microplásticos se genera principalmente por la desintegración de basura plástica y parece ser onmipresente en todo el planeta. La investigación ha encontrado microplásticos en prácticamente todos los ecosistemas: en el aire, la tierra, los ríos y en lo más profundo de los océanos de todo el planeta.
También se han detectado microplásticos en agua del grifo y embotellada, en mariscos y en cerveza. En octubre, por primera vez se han encontrado en una muestra de heces humanas, lo que confirma que las personas ingerimos estas partículas.
El estudio, publicado en la revista académica 'Environmental Science and Technology', ha empleado datos de 26 investigaciones previas que han medido la cantidad de microplásticos en pescado, mariscos, azúcar, sal, cerveza y agua, así como en el aire de las ciudades.
Los científicos han utilizado después las directrices nutricionales del Gobierno estadounidense para calcular cuántas partículas ingiere una persona promedio cada año. En el caso de los adultos, la cifra de unas 50.000 partículas de microplástico y en los niños serían unas 40.000.
Sin embargo, el estudio solo ha analizado el 15% del consumo calórico promedio, lo que deja fuera a la mayoría de alimentos y bebidas. “Hay mucho que desconocemos. Faltan muchos datos que tendríamos que conseguir”, ha reconocido el director de la investigación, Kieran Cox, de la Universidad de Victoria en Canadá.
Es probable que otros alimentos, como el pan, los productos procesados, la carnes, los lácteos y los vegetales, tengan tanto plástico como los analizados, ha asegurado Cox. “Es altamente probable que esos alimentos contengan una gran cantidad de partículas de plástico. Podríamos estar hablando de cientos de miles”, ha reconocido.
Algunos de los datos disponibles analizan el agua. En promedio, el agua embotellada contiene 22 veces más microplásticos que el agua del grifo. Una persona que sólo consume agua embotellada ingeriría 130.000 partículas solo de esa fuente, afirmaron los investigadores, en comparación con unas 4.000 si solo bebiera agua del grifo.
Los científicos no saben qué sucede cuando los microplásticos son inhalados, pero el estudio especula que “la mayoría de las partículas inhaladas serán ingeridas” en lugar de ser expulsadas mediante la tos o los estornudos. También se ha calculado que las partículas de microplástico que se depositan en una sola comida diaria podrían aumentar la cantidad total anual en decenas de miles.
Cox ha insistido en que aún no se conocen los efectos que estas sustancias provocan en la salud, pero ha admitido que las partículas ingeridas suponen “un alto riesgo en lo que respecta a su cantidad. Podrían representar una potencial señal de alarma”.
Stephanie Wright, del King’s College de Londres, no ha participado en la investigación, pero ha afirmado que “estas estimaciones sugieren que la exposición al microplástico es relativamente baja en comparación con otros tipos de partículas”. “Por ejemplo, se ha calculado que la dieta occidental promedio expone cada día a los consumidores a miles de millones de micropartículas de dióxido de titanio, un aditivo común. Sin embargo, todavía no se sabe qué efecto puede tener esa cantidad relativamente baja de exposición a los microplásticos”, ha añadido.
Los principales asesores de la Comisión Europea afirmaron en un informe de abril que “la evidencia [sobre los riesgos medioambientales y sanitarios de los microplásticos] ofrece motivos genuinos de preocupación y debemos ser precavidos”.
Y han concluído que “cada vez más, la evidencia científica sobre los peligros de la descontrolada contaminación con microplásticos, combinada con su permanencia e irreversibilidad a largo plazo, sugiere que se deberían tomar medidas razonables y proporcionales para prevenir la liberación de microplásticos”.
Cox ha afirmado que su estudio ha cambiado su propio comportamiento. “Ahora intento no comprar alimentos que vengan en envases de plástico y evito el agua embotellada lo más que puedo”, ha señalado.
“Eliminar el plástico descartable y apoyar a empresas que no utilicen envases de plástico puede tener un impacto importante”, ha afirmado Cox. “Los datos son muy simples. Estamos produciendo mucho plástico y este acaba en los ecosistemas de los que formamos parte”, ha sentenciado.
Traducido por Lucía Balducci