El conflicto en Oriente Medio se está complicando, enfrentando a los reinos de los jeques más ricos e influyentes uno contra el otro y provocando semanas de esfuerzos diplomáticos. Sin embargo, detrás del bloqueo del espacio aéreo, terrestre y marítimo de Qatar promovido por Arabia Saudita, se esconde una antigua rivalidad familiar.
Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Egipto han interrumpido sus relaciones diplomáticas con Qatar, el rico Estado del Golfo que comparte la reserva de gas más grande del mundo con Irán, el mayor rival de Riad. El bloque acusa a Qatar de apoyar al terrorismo, lo cual Qatar niega rotundamente.
El bloqueo pretende aislar a Qatar del resto del mundo: se ha cerrado la frontera terrestre y la circulación marítima, así como el espacio aéreo sobre el país. La coalición liderada por Arabia Saudí presentó un listado de 13 condiciones para levantar el bloqueo, entre las que se incluye el cierre de Al Jazeera, la voz televisiva de la Primavera Árabe, y retirar el apoyo a los Hermanos Musulmanes. A pesar de la intervención de Estados Unidos, poco se ha solucionado.
Los diplomáticos en la región aseguran que no se puede resolver el conflicto en parte porque no es sólo político, sino también personal.
“Los gobernantes tienen relaciones familiares que unen a los saudíes, los emiratíes y los cataríes. Son muy, muy cercanos entre sí”, afirma una destacada fuente en la región. “Esto significa que los conflictos políticos son también conflictos personales. Por eso son tan difíciles de solucionar, especialmente cuando los saudíes y los emiratíes quieren que cambie el régimen”, añade.
En el díscolo mundo de la política de Oriente Medio, donde monarquías absolutas negocian con su descendencia y su devoción, la rebeldía familiar se suele aplacar otorgando privilegios y dinero. Sin embargo, estos son tiempos turbulentos en el mundo árabe, lo cual hace que esta disputa al estilo Juego de Tronos sea mucho más peligrosa.
Tanto Emiratos Árabes Unidos como Arabia Saudí están atrapados en una costosa guerra en Yemen que no tiene final a la vista. La caída en picado de los precios del petróleo ha sido un duro golpe para sus economías. Qatar, que depende mucho más del gas, también se está ajustando el cinturón, pero tiene menos población y es más rica en términos per capita que sus dos grandes vecinos.
En los papeles, el actual gobernante de Qatar es Emir Tamim bin Hamad al Thani, el hijo de 37 años del jeque Hamad, que formalmente abdicó en favor de Tamim en 2013. Sin embargo, Simon Henderson, un influyente analista del Washington Institute, escribió hace poco que Hamad, ahora conocido como “emir padre”, todavía maneja los hilos, una idea compartida ampliamente en Oriente Medio.
Hamad, fundador del Qatar moderno
En muchos sentidos, Hamad es el fundador de la nueva identidad de Qatar. Comenzó enfrentándose a los saudíes en el campo de batalla cuando hace casi 30 años comandó una brigada de cataríes contra Sadam Husein en la guerra del Golfo Pérsico.
Los soldados de la brigada de Hamad fueron la primera tropa de la coalición que se enfrentó a las fuerzas iraquíes en la batalla de Khafji en febrero de 1991. Sin embargo, cuando los saudíes se unieron a la batalla, los marines estadounidenses acabaron protegiendo a los saudíes porque sus aliados árabes de Qatar estaban accidentalmente atacándolos con fuego amigo.
Las cosas se calmaron después de la guerra, pero la preocupación perduró, especialmente porque Hamad se convirtió en el máximo comandante militar y en un condecorado héroe de guerra. Hamad continuó irritando a Riad, asegurando a los saudíes en 1992 que tendrían que responder “al cañón de las pistolas” por una disputa fronteriza.
Estos temores se materializaron cuando el joven jeque Hamad reemplazó a su padre, Khalifa, que tuvo que viajar a Ginebra a someterse a un tratamiento médico, lo que Hamad aprovechó para enviar tanques a la corte real y hacerse con el poder.
Desde entonces, Hamad ha sido una fuerza perturbadora en la región. Fundó Al Jazeera que, junto a las redes sociales, en los últimos años ha agitado la opinión pública de una forma que no les gusta nada a los gobiernos árabes, especialmente a los saudíes.
Muchos creen que el conflicto actual puede estar enraizado en esas antiguas rivalidades. “Los saudíes y los emiratíes le dijeron al actual emir ‘haz que tu padre se someta a nosotros’. Tomaron medidas muy agresivas contra el padre. ¿Cómo iba el hijo a hacer eso?”, ha asegurado a the Guardian la misma fuente.
Criado en una familia vinculada a Arabia Saudí
Desde hace mucho tiempo, la influencia de los Saud en Qatar la encarnan las familias prominentes, siendo la más notoria la de los Attiyah, que son familiares de sangre. Hamad no fue criado por los al Thani, sino en la casa de su tío materno, un Attiyah. Sin embargo, en vez de casarse con una Attiyah y así continuar ligado a los Saud, Hamad consolidó su poder con los Thani casándose con las hijas de dos tíos suyos muy poderosos.
Pero su esposa favorita y madre del actual emir es Sheikha Mozah , la única con la que se le ve en público y que proviene de una tradición radical. Su padre, un plebeyo, había sido encarcelado por el padre de Hamad por pedir públicamente una distribución justa de la riqueza del país.
El consejero más influyente de Hamad no es un Attiyah —otra ruptura con la tradición— sino un Thani, Hamad bin Jassim, que apostó por comprar influencia en la emergente fuerza del islam político para así lograr estabilidad a largo plazo en el pequeño Estado. Esta decisión supone una divergencia del resto de los Estados del Golfo.
La política exterior de Qatar tiene sus detractores. Fawaz al Attiyah, exdiplomático catarí, afirma que para él “y para otros que tuvieron que dar un paso al costado o fueron marginados, era obvio que los objetivos políticos y las temerarias estrategias de Doha iban a fracasar”.
Este era el telón de fondo de la rivalidad entre los Saud y los Thani, asegura un catarí que conoce a ambas familias, que están conectadas por la religión y los matrimonios. Tanto los Thani como los Saud provienen de Nejd, una región interior de la península donde se originó el austero wahabismo. Ambas familias alegan que su versión de wahabismo es el camino correcto.
En Qatar, al contrario que en Arabia Saudí, las mujeres tienen permitido conducir. No hay policía religiosa que obligue a cerrar las tiendas durante las horas de la oración. Hamad ha llegado a afirmar que los Thani están emparentados con al Wahab, una afrenta para los Saudíes, que se proclaman dueños de la austera versión del islam.
Allen Fromherz, académico y autor del libro Qatar: Ascenso al Poder e Influencia, señala: “Qatar sostiene un wahabismo del mar. Es una noción más abierta y flexible de wahabismo que la versión procedente del desierto. El hecho de que el jeque Hamad asegura pertenecer al linaje de al Wahhab puede ser un intento de legitimar esta visión alternativa de wahabismo y una forma de desacreditar a aquellos que dicen que los cataríes no son wahabíes de verdad. El jeque Hamad está intentando ser éticamente superior y moverse más rápido que los Saudíes”.
La intromisión de EAU
Otro punto conflictivo es el hecho de que Hamad apoya públicamente la democracia. “Cualquier pueblo que quiera que su país se desarrolle, debe practicar la democracia. Eso creo yo”, afirmó en 2003 a una cadena estadounidense. Aunque no cumplió con su promesa de que Qatar tuviera un parlamento electo en 2013, su respaldo al proceso electoral molestó a las familias gobernantes de los países vecinos.
Uno de los que se enfadó por esas palabras fue el príncipe de Emiratos Árabes Unidos y su gobernante de facto, el jeque Mohammed bin Zayed al Nahyan, que hace mucho que alberga recelos contra Qatar. Cables revelados por WikiLeaks lo muestran enfurecido en 2009, alegando que Qatar “es parte de los Hermanos Musulmanes”.
De hecho, Emiratos Árabes Unidos ha intervenido a menudo en la política real apoyando a distintas facciones del clan Thani. Esto comenzó en cuanto Reino Unido anunció que abandonaría el Golfo en 1968 y empezaron a plantearse planes de que Qatar pasara a ser parte de Emiratos.
Esta idea se enterró en 1972 cuando el entonces emir catarí, el jeque Ahmad, que había propuesto crear una federación mayor de emiratos árabes y gobernaba lánguidamente desde su casa en Suiza, fue destituido por su primo el jeque Khalifa mientras este estaba en un viaje de caza en Irán. El jeque Ahmad acabó en Dubai y se casó con la hija del increíblemente rico emir de la ciudad estado.
Desde entonces, Emiratos Árabes Unidos ha tomado partido en todas las peleas familiares de los Thani, siendo lo más notorio que le permitiera al padre de Hamad vivir en su territorio, desde donde armó varios contragolpes que fracasaron.
Éste era el panorama cuando un periódico prosaudí publicó el 1 de junio la noticia sensacionalista de que los descendientes del jeque Ahmad se habían “disculpado” por los gobernantes actuales de Qatar, de quienes ahora supuestamente “renegaban”.
Sin embargo, un catarí relacionado con la corte real asegura a the Guardian que esas fueron “noticias falsas provenientes de la Inteligencia emiratí”. Emiratos Árabes Unidos ha negado haber orquestado el hackeo a medios de comunicación para publicar noticias falsas incendiarias. También ha negado estar desestabilizando el actual régimen.
La fuente catarí afirma que son pocos los jeques o miembros de la familia que quieren quedar en el lado equivocado del juego de poder de Doha, señalando que los Thani disidentes que habían apoyado intentos de golpe de Estado se han enfrentado a graves consecuencias en el pasado. En 2001, varios Thani fueron condenados a pena de muerte por conspirar para destituir a Hamad. “La familia del jeque Ahmad está manteniendo el perfil bajo. Nadie dice nada”, añade.
Traducido por Lucía Balducci