Lo confieso, me aterra Donald Trump
- El candidato republicano ha atacado a diversos colectivos: mujeres, musulmanes, afroamericanos y estadounidenses de origen mexicano. Les hemos preguntado qué les da miedo. Escriben Linda Sarsour, Jessica Valenti, Syreeta McFadden, Trevor Timm y John Paul Brammer
Soy una estadounidense musulmana
Soy una estadounidense musulmanaDonald Trump es un demagogo que ha fomentado un clima de intolerancia en torno a los musulmanes estadounidenses sin que los medios de comunicación o su propio partido le hayan pedido explicaciones.
Sus falsedades, como la idea absurda de que miles de musulmanes de Nueva Jersey celebraron los atentados del 11S son extremadamente peligrosas. La historia nos ha enseñado que debemos actuar unidos y sin demora contra los mensajes de odio. Las medidas que ha propuesto son extravagantes, ilegales e inmorales, como por ejemplo prohibir la entrada de los musulmanes a Estados Unidos y construir un muro para impedirles el paso. Además, fomenta entre sus seguidores la noción de que deben protegerse frente a las minorías, incluidos los musulmanes.
Esto es especialmente preocupante en un momento en que han aumentado los crímenes de odio contra los musulmanes estadounidenses y contra aquellos que son percibidos como musulmanes, así como los actos vandálicos contra mezquitas y ataques contra mujeres que llevan hiyab.
¿Sabes qué es lo que realmente me aterra de Donald Trump? Es el silencio de la mayoría de ciudadanos.
Ha fomentado el comportamiento intolerante y basado en el odio, un comportamiento que en algunos casos se ha vuelto violento, y esto es lo más peligroso de todo.
Linda Sarsour
Soy una mujer
Soy una mujerLa victoria de cualquiera de los candidatos republicanos en las elecciones presidenciales sería nefasta para los derechos de las mujeres pero Donald Trump es el que obtiene más placer cuando nos desprecia y nos llama guarras, gordas, cerdas o perras.
Trump no tiene un pasado político que nos sirva de referencia así que no sabemos qué tipo de medidas impulsaría. Solo podemos basarnos en sus palabras y lo cierto es que reflejan un odio profundo hacia las mujeres.
Trump no dudó en calificar de “asquerosa” a una mujer que daba el pecho a su bebé, dijo que le gustaría tener una cita con su hija si no fueran familia, atacó a un rival (el candidato republicano Ted Cruz) llamándole “coño” y no dudó en declarar a New York Magazine que a las mujeres hay que tratarlas “como mierda”. También insinuó que la moderadora de uno de los debates había sido especialmente dura con él porque “tenía la menstruación”.
Más tarde afirmó que esa moderadora no era más que una “muñeca”. Estamos hablando de un hombre que acosó a una mujer en directo y que ha afirmado que las violaciones cometidas por los soldados se deben al hecho de que hay mujeres en el ejército. Está en contra del aborto, dos mujeres lo han demandado por abusos sexuales y durante mucho tiempo financió los concursos de Miss Universo y Miss USA, que se encuentran entre los concursos más retrógradas que uno pueda imaginar.
No necesitamos que Trump tenga un pasado político para saber que su victoria sería un peligro para las mujeres. Nos lo ha demostrado en infinidad de ocasiones.
Jessica Valenti
Soy afroamericana
Soy afroamericanaDonald Trump es el portavoz de los prejuicios desagradables, racistas y xenófobos de la turba que lo apoya. Ha evitado renegar del Ku Klux Klan. Ha permitido que los asistentes a sus mítines expresen abiertamente su odio racial. Es aterrador.
Las cadenas de televisión por cable intentan informar de forma objetiva y equilibrada, y al final el nativismo extremo de Donald Trump parece normal y son muchos los que lo imitan. La semana pasada, un hombre blanco de Milwaukee disparó contra tres vecinos después de averiguar que al menos uno de ellos era de Puerto Rico. Un policía de Illinois presuntamente participó en el apuñalamiento de un adolescente estadounidense árabe en California. Llegados a este punto, lo cierto es que ya no importa si Trump gana o pierde; el daño ya está hecho.
Los estadounidenses blancos que apoyan a Trump están muy crecidos. Ha propiciado un clima de extremismo y violencia entre los estadounidenses blancos y esta es la gran amenaza. Tanto el candidato como aquellos que lo apoyan defienden su noción de superioridad de los blancos en un contexto de un cambio demográfico radical en el país. No sé qué me da más miedo: la posibilidad de que Trump sea elegido presidente o la violencia febril de la multitud que lo sigue.
Syreeta McFadden
Soy un periodista
Soy un periodistaSolo podemos hacernos una idea de qué pasaría con la libertad de prensa si Trump gana las elecciones. Por ejemplo, en las dos últimas semanas, Trump ha indicado que los periodistas que cubren sus mítines son “unos reporteros mentirosos y ladrones”, un miembro de su equipo ha amenazado a un columnista con detenerle si no seguía el mitin desde el “corral” donde normalmente encierran a los medios de comunicación y un fotógrafo ha sido atacado por un miembro del equipo de seguridad.
El menosprecio de Trump hacia la Primera Enmienda no es ninguna novedad, de hecho, ha mostrado que desprecia todas las libertades constitucionales, como la libertad de prensa, la libertad de asociación y la libertad religiosa. Sin embargo, cada día que pasa se inventa nuevas fórmulas para crear estupefacción y malestar. El lunes afirmó que todos sus detractores deberían ser detenidos ya que ello “arruinaría sus vidas para siempre”.
Si llega a la Casa Blanca, nuestra única esperanza es que sus ataques a la Primera Enmienda se deban a una profunda ignorancia. Llegó a quejarse de que su libertad de expresión estaba siendo violada por parte de ciudadanos que lo único que hacían era expresar su opinión, y en una ocasión afirmó que la cadena privada hispana Univisión había violado la primera enmienda al cancelar la emisión del concurso de Miss Universo.
Ha amenazado a tantos periódicos que han publicado artículos que no le han gustado que es imposible contarlos. Debido a que los medios de comunicación no suelen cumplir con sus exigencias de censura, ha afirmado que si llega a la Casa Blanca modificará las leyes que prohíben demandar a los medios de comunicación por difamación por el simple hecho de publicar un reportaje.
Trump ignora que no existe en Estados Unidos una ley federal de estas características salvo que se esté refiriendo a la Primera Enmienda. Sin embargo, de sus últimas declaraciones se desprende que no va a permitir que la molesta Carta de Derechos de los Estados Unidos se interponga en su camino.
Trevor Timm
Soy un estadounidense de origen mexicano
Soy un estadounidense de origen mexicanoLos estadounidenses de origen mexicano nos hemos convertido desde el primer momento en las víctimas involuntarias de la campaña de Donald Trump. En un inicio, la gente prefería reírse. Sin embargo, a nosotros sus comentarios nunca nos parecieron graciosos.
Su estrategia es siempre la misma: aprovechar el racismo existente y alimentarlo con sus discursos y con promesas relativas a deportaciones masivas y un muro enorme, para más tarde, utilizar toda esta energía en su campaña. Y lo cierto es que le funciona muy bien.
En estos momentos, la cifra de personas a las que les parecía gracioso que Trump fuera candidato se ha reducido. Sin embargo, sigo teniendo la misma opinión. Pienso en mis amigos que todavía no han legalizado su situación en el país. Me imagino la vida sin ellos. Estoy preocupado por ellos. Pienso en mis familiares de piel morena, en mi madre y en mis abuelos, y me imagino todo lo que les podría pasar si Donald Trump gana las elecciones.
Estados Unidos ya tiene un amplio historial de deportaciones masivas. Llevamos a cabo violentas redadas para detener a refugiados centroamericanos. No es la primera vez que aprobamos leyes del tipo “enséñame tus papeles”. ¿Qué le evitaría impulsar las medidas que ha prometido?
Las tensiones van en aumento. Lo que pasó en Chicago demuestra que nos encontramos en un punto de inflexión. Creo que en las próximas semanas se producirán nuevos altercados. Para los que somos estadounidenses de origen mexicano, para los que somos latinos, está tensión ha sido una constante. Estamos enfadados. Estamos asustados.
John Paul Brammer
Traducción de Emma Reverter