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Atrapados en los campamentos rusos de Crimea: familias ucranianas denuncian que Rusia impide a sus hijos volver

Isobel Koshiw

29 de diciembre de 2022 22:02 h

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El Ejército ucraniano recuperó el control sobre la ciudad de Jersón en noviembre. Sin embargo, para algunos de sus habitantes, los horrores de la ocupación rusa aún no han terminado. En octubre, Nadia (nombre ficticio) mandó a su hijo de 14 años a un campamento de verano gestionado por Rusia en Crimea, ocupada por Moscú desde 2014. Se suponía que regresaría al cabo de dos semanas. Ya han pasado más de dos meses.

A finales de noviembre, el chico le envió una serie de mensajes de voz estremecedores, procedentes del responsable del campamento, en los que informaba al adolescente de que no le permitirían regresar a Jersón por sus opiniones pro-Ucrania.

“¡Estás en Rusia! No deberías estar haciendo gilipolleces absurdas”, decía el líder del campamento de Yevpatoria (Crimea) en los mensajes de voz, a los que ha tenido acceso The Guardian . “No sé quién se va a hacer cargo de ti ahora, pero no vas a volver a Jersón, eso 100% [seguro]... Puedes agradecérselo a tu madre, dijo”.

Como muchos padres y madres, Nadia no pensó que mandar a su hijo a un campamento de este tipo –conocidos como campamentos de verano, incluso en otras épocas del año– implicara estar alineada con Rusia. Muchas veces, los padres decidían mandar a sus hijos a campamentos de este tipo porque van sus compañeros de clase y ofrecen unas vacaciones gratis junto al mar.

La madre, que habla desde el centro de la ciudad de Jersón tras la marcha de las fuerzas rusas, explica que el chico partió el 4 de octubre y que las autoridades le han prorrogado en repetidas ocasiones su estancia en el campamento. Al principio, los responsables del campamento le dijeron que era por motivos de seguridad y luego, tras la entrada de las fuerzas ucranianas en la ciudad de Jersón, le aseguraron que no podía regresar porque la ciudad estaba ahora “ocupada” por Ucrania.

En los mensajes, el líder del campamento expone los problemas que tiene con el menor. En primer lugar, en la foto de perfil de Telegram del chico aparece un tridente ucraniano, símbolo nacional de Ucrania, en una pared. En segundo lugar, su madre había dicho que quería que su hijo regresara a Ucrania, lo que significaba que veía la ciudad de Jersón como parte de Ucrania, no de Rusia, yendo así contra la línea de la propaganda rusa que sigue insistiendo en que la ciudad forma parte de Rusia.

El caso de Nadia es solo uno de muchos. Cientos de menores de edad ucranianos de entre seis y 16 años de las regiones de Jersón y Járkov llevan semanas, y en algunos casos meses, atrapados en campamentos de verano rusos.

Durante el verano, Rusia ofreció a los padres de las zonas ocupadas de Ucrania la posibilidad de enviar de forma gratuita a sus hijos a campamentos en Crimea y el sur de Rusia. Sin embargo, se ha negado a devolver a los menores a sus familias, alegando los combates y la “ocupación” por parte de Ucrania de zonas que Rusia dijo haberse anexionado y de las que ahora se ha retirado.

A los padres se les dice que pueden recoger a los niños si acuden en persona, lo que les obliga a cruzar el peligroso puesto de control no oficial a través de la línea del frente o salir de Ucrania y viajar a través de Polonia y el Báltico, pero muchos de los padres proceden de entornos de muy bajos ingresos y no han podido hacer el viaje.

Aunque las familias inscribieron a sus hijos en los campamentos de forma voluntaria, lo hicieron pensando que se trataba de una estancia corta. La Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño prohíbe “el traslado ilícito de niños al extranjero y su no devolución”, por lo que Rusia está obligada a devolverlos.

“Quieren usarlos como moneda de cambio”

The Guardian ha hablado con ocho padres que mandaron a sus hijos a los campamentos de verano. Algunos dicen que creen que Rusia quiere utilizar a los niños para intercambiarlos por prisioneros de guerra rusos. Otros creen que Moscú quiere integrar a los niños y planea que se queden en Rusia.

Los campamentos de verano se anunciaban en las escuelas como un lugar de descanso y una oportunidad de practicar deporte, asistir a actividades artísticas, jugar, nadar en el lago y estar al aire libre.

Sin embargo, a los niños también se les ha enseñado la narrativa rusa sobre la invasión de Ucrania, la historia rusa y soviética, así como la cultura rusa, según varias entrevistas y vídeos publicados en Internet. En un vídeo se ve a cientos de niños en el patio de una escuela de Crimea cantando el himno nacional ruso. La mayoría parece no saberse la letra.

Los cientos de niños que permanecen en los campamentos de verano gestionados por Rusia se suman a los miles de niños que viven en orfanatos en las zonas ocupadas y que se llevaron ilegalmente a Rusia durante la ocupación.

El Defensor del Pueblo ucraniano para los derechos humanos, Dmytro Lubinets, ha declarado que esto forma parte del “genocidio de Rusia contra Ucrania”, borrando la identidad ucraniana mediante la “reeducación de las generaciones futuras”. Lubinets afirma que los rusos no tienen ninguna intención de devolver a los menores de edad, y aunque Ucrania lo está intentando, “el retorno de cada niño es como una operación especial”. Ucrania ha pedido a los padres que no den a conocer públicamente el nombre de sus hijos, ya que así resulta más difícil intercambiarlos.

Para el público nacional, las autoridades rusas presentan la situación de estos niños como un intento de salvarlos de la guerra, obviando el papel de Rusia en el inicio del conflicto.

Desde octubre, los niños han empezado a asistir a colegios rusos mientras viven en las instalaciones de los campamentos. No está claro qué planes tiene Rusia para estos niños más allá de este curso escolar.

Uno de ellos es la hija de 12 años de Natalia (nombre ficticio), que se fue de Balakliya a finales de agosto y sigue en el sur de Rusia, y va en autobús a una escuela de la ciudad de Krasnodar. Natalia ha conseguido mantener el contacto diario con ella, pero no puede permitirse hacer el viaje para recogerla. “Creo que es una especie de chantaje”, lamenta Natalia. “En mi opinión, quieren utilizarlos como moneda de cambio”, asegura.

Al menos en algunos casos, los responsables de los campamentos rusos han declarado que no tienen previsto devolver a los niños. En otros, los niños han sido trasladados de un campamento a otro sin que se informara a los padres. Ivana (nombre ficticio), una madre de la región de Jersón, hizo un largo viaje para recoger a su hija de un campamento de Crimea, para que luego le dijeran que la niña ya no estaba allí y que la habían trasladado a un campamento de la República de Adigueya. Entonces hizo un segundo y largo viaje, en el que finalmente la encontró.

Miedo a ser vistos como colaboradores

Es muy difícil saber exactamente cuántos menores ucranianos siguen en manos rusas. A mediados de octubre, la agencia de noticias estatal rusa Tass dijo que había unos 4.500 niños de Jersón y Zaporiyia en campamentos de verano de Crimea.

Natalia afirma que al menos 100 de los que viajaron con su hija siguen allí. Vídeos recientes grabados en algunos de los cinco campamentos de Crimea que albergan a niños de Jersón muestran que al menos varios cientos de niños siguen allí.

Parte del problema es que muchos de los padres se niegan a acudir a las autoridades ucranianas. Dmitro (nombre ficticio), que consiguió recuperar a su hijo amenazando a un profesor para que lo subiera a un autobús a principios de octubre, explica que los padres que conoce temen ser tachados de colaboradores o partidarios de Rusia. Intentan resolver las cosas por su cuenta, dice, sin ayuda oficial.

Un asesor de las nuevas autoridades regionales de Jersón sobre personas desaparecidas, Volodimir Zhdanov, cuestiona que los padres “pudieran entregar a sus hijos a los ocupantes”, aunque admite que se trata de una zona gris y que no está del todo claro lo ocurrido.

“Estamos escuchando muchos relatos [de niños atrapados en Crimea]”, dice Zhdanov, quien señala que la recopilación de información sobre lo que había sucedido en la Jersón ocupada no había hecho más que empezar. “La policía informa de que los padres no se han presentado”, apunta.

Andrii Kovanyi, portavoz de la Policía de Jersón, asegura que no puede pronunciarse sobre esta situación, ya que está siendo valorada por varias instancias.

Banderas e himno rusos

La mayoría de los padres y madres, así como de los menores que fueron a los campamentos, dicen que las condiciones eran buenas. A los niños se les daba el equivalente a habitaciones de hotel para compartir, los llevaron a ver delfines, a museos y a la playa. Las autoridades rusas de Crimea afirman haber gastado 1.200 millones de rublos (18,6 millones de euros) en 2022 en los campamentos, a los que también asistieron niños rusos.

El objetivo de los campamentos parece ser mostrar lo mejor de Rusia e integrar a los niños en su nuevo Estado. En las entrevistas, los adultos a cargo de los campamentos se presentan a sí mismos y a otros como salvadores de niños víctimas de la guerra y del Estado ucraniano.

En los vídeos de los campamentos infantiles publicados en las redes sociales de las autoridades colocadas por Rusia en Jersón, se puede ver a los niños con la bandera rusa, cantando el himno nacional ruso, así como canciones soviéticas clásicas.

Charlas “sobre la guerra”

Una niña de nueve años de la ciudad de Jersón, cuya madre la recogió en octubre, explica que además de juegos y deportes tenían charlas “sobre la guerra”.

Un profesor de historia de Jersón, Maksym Ivchenko, que como muchos otros acompañó a los niños a Crimea, fue entrevistado por la cadena rusa Crimea24 TV para que explicase en qué se diferenciaba el plan de estudios de historia en Rusia del de Ucrania.

“Lo más atroz fue la inversión de la historia moderna. Hablamos en primer lugar de la gran guerra patriótica [la Segunda Guerra Mundial], de lo que ocurrió en el periodo soviético, de su colapso y de todo hasta nuestros días”, señaló Ivchenko.

Tatiana Makarova, responsable del programa para Jersón y Zaporiyia en uno de los mayores campamentos de Crimea, Artek, declaró al mismo canal de televisión: “Nuestra tarea es eliminar la presión psicológica que sufren los niños que vienen de las zonas donde se desarrolla la guerra”.

Nadia dice que ella y su hijo discutieron al principio porque ella no quería que fuera al campamento, pero finalmente cedió: “Pensé: Vale, son dos semanas, en la playa, descansará y volverá”.

Traducción de Emma Reverter.