El Banco Mundial promete acusar públicamente a los países que no combatan la malnutrición infantil
El presidente del Banco Mundial ha avisado de que señalará a los países que fracasen a la hora de abordar la malnutrición y el crecimiento deficiente de sus niños como parte de una misión para erradicar el retraso en el crecimiento en todo el mundo. Jim Yong Kim, antiguo doctor que dirige el Banco, ha contado a the Guardian que subirá al estrado del Foro Económico Mundial de Davos cada año para señalar a los gobiernos que fracasan a la hora de cumplir las promesas de abordar una lacra que afecta a decenas de millones de niños.
Kim explica que el retraso en el crecimiento –esto se refiere a niños con un peso considerablemente por debajo de la media para su edad– es un desastre humanitario pero también un problema económico que frena a las naciones. La malnutrición, la falta de incentivos y los ambientes nocivos producen estragos en el desarrollo cerebral de los niños, según muestra la neurociencia moderna.
Por el bien de sus niños, pero también por la prosperidad futura de sus países en un mundo que necesita cada vez más una fuerza laboral formada con conocimientos tecnológicos, los gobiernos tienen que tomar medidas, explica Kim. Añade también que la igualdad de oportunidades es irrelevante cuando los niños comienzan con tal desventaja. El problema es enorme. En India el 38%,7% de los niños presenta retraso en el crecimiento, en Pakistán el 45% y en la República Democrática del Congo el 70%.
La igualdad comienza con la nutrición
“Todo el mundo se lo juega todo a la carta de la igualdad”, cuenta Kim. “Pero nos estamos engañando cuando el 25% de los niños del mundo presenta problemas en el crecimiento. Hay desigualdad en los cerebros del 25% de los niños antes de haber cumplido cinco años. Por lo que la única manera de que podamos decir de forma realista que hay igualdad de oportunidades es si reducimos ese problema a cero”.
Efectivamente hay otros problemas, añade, como la competencia de las escuelas. Pero tiene poco sentido quejarse de que los niños en la República Democrática del Congo no pueden leer ni una sola letra después de tres o cuatro años escolarizados. “Quizá no es porque la educación sea mala”, añade.
“Esto es una mancha en nuestra conciencia colectiva. Creo que podemos comenzar un movimiento global. Mi objetivo es erradicar el retraso en el crecimiento a la mitad. Tenemos 14 años hasta 2030. Podemos recortar los problemas de crecimiento a la mitad en siete años y después terminar con este problema en todo el mundo para 2030. Solo de esta forma podremos mirarnos al espejo y decir que hay igualdad de oportunidades en el mundo”, asegura.
Kim señaló a un programa respaldado por el Banco Mundial en Perú como un ejemplo de lo que es posible. A través del programa se daba transferencias monetarias condicionadas a las madres de niños con problemas de crecimiento, propiciando y concienciándoles para que dieran a sus hijos alimentos nutritivos y estímulos a través de juegos. También se dieron incentivos similares a las clínicas sanitarias para apoyarles. Si los niños obtenían buenos resultados, los pagos mensuales continuaban. “Fue la primera vez que intentamos esta forma de intervención agresiva, lo que nosotros denominados una intervención en el lado de la demanda. Los problemas de crecimiento descendieron del 28% a mediados de los 2000 hasta el 14% en siete años”.
“Podemos proporcionar ayudas”
“Vamos a decirle a cada país en el mundo que tenga un problema con el crecimiento de los niños que estamos preparados para proporcionarle la misma fórmula que se utilizó en Perú. Estamos dispuestos a ofrecer financiación para ese sistema de transferencias monetarias condicionadas. Las transferencias monetarias condicionadas son buenas de cualquier manera. Ayudan a la gente pobre. Estimulan la economía, es una de las grandes cosas que se puede hacer”.
“Pero hay que empezar a hacer un esfuerzo para reducir las tasas de retraso en el crecimiento. De lo contrario cada año me plantaré enfrente de todos los inversores potenciales de tu país y les diré que no se está haciendo ningún progreso con respecto a este problema. Esto tiene importantes y numerosas implicaciones para la igualdad de tu fuerza de trabajo en el futuro”, asegura.
Los científicos han hallado que todos los niños, independientemente de su raza, deben crecer 25 centímetros en su primer año de vida y 12 en el segundo. El impacto cerebral de este problema se ha empezado a explorar recientemente. Los escáneres muestran menos conexiones neuronales en los cerebros de los niños con problemas en el crecimiento que en los de los niños que han crecido bien. Esto no significa necesariamente que estén dañados para toda la vida, pero su habilidad para aprender puede estar mermada.
“Probablemente esta sea la raíz de la pobreza intergeneracional”, asegura Kim. “Solo porque una mujer haya tenido problemas de crecimiento y esté desnutrida no significa que sus hijos también tengan que estarlo, pero probablemente no cuente con la nutrición suficiente durante el embarazo y sus bebés tengan también deficiencias en el crecimiento, haciendo que el problema se perpetúe”.
El desarrollo tecnológico significa que los países tendrán cada vez menos puestos de trabajo poco cualificados dentro de los sectores de la agricultura y la manufactura. “En este caso, la infraestructura más importante en la que podemos invertir es en la de la materia gris”, señala.
Mucha gente, incluido el científico galardonado con el premio Nobel de economía Amartya Sen, ha estado defendiendo durante años que invertir en las personas es la vía hacia el crecimiento. “Creo que con los últimos avances científicos sobre el retraso en el crecimiento, ahora queda claro que hay vínculos directos. Si no tienes manufactura ligera y no tienes trabajos poco cualificados en agricultura, te quedas principalmente con servicios. Si vas a competir en la economía de servicios, casi con total seguridad vas a tener que ser digitalmente competente. Y casi seguro vas a tener que ser capaz de seguir aprendiendo durante toda tu vida”.
“Lo que estoy diciendo es que, antes que nada, lo primero que tienes que hacer es una inversión en tu gente y especialmente tienes que hacer una inversión en la materia gris de tus niños”. Kim cree que los gobiernos responderán. En 2002, cuando fue el director del departamento de VIH de la Organización Mundial de la Salud, lanzó una campaña para conseguir que tres millones de personas recibieran tratamientos antirretrovirales en 2005 y dejar claro qué países se estaban quedando rezagados. La iniciativa conocida como '3 by 5' fue polémica, pero consiguió un incremento rápido en el acceso a los medicamentos. Ahora hay 17 millones de personas que los toman.
¿Qué es el retraso en el crecimiento?
El retraso en el crecimiento durante la infancia es un grave problema a nivel mundial que afecta a unos 162 millones de niños de menos de cinco años según los datos de 2012. Se trata de niños cuyo peso está considerablemente por debajo de la media para su edad y que están por debajo del percentil 5 en las tablas de crecimiento infantil de la Organización Mundial de la Salud, lo que significa que menos del 5% de los niños sanos deberían tener esa estatura.
La desnutrición es la primera causa de retraso en el crecimiento. Los niños pueden nacer de una madre desnutrida, por lo que no han crecido de manera adecuada en el útero, o pueden tener una muy escasa nutrición en sus primeros años de vida. El retraso en el crecimiento puede ser resultado de infecciones recurrentes como la diarrea en lugares con servicios sanitarios pobres. Si los niños tienen problemas en el crecimiento a la edad de dos años, es poco probable que su crecimiento alcance la norma. Estos niños tienden a ser pequeños y a estar por debajo del peso adecuado.
Los niños con problemas en el crecimiento tienden a tener un pobre desarrollo cognitivo, con cerebros poco desarrollados. Los niños malnutridos también tienen poca energía, lo que acarrea apatía y falta de curiosidad. Todo esto provoca que no tengan capacidades para aprender y es poco probable que puedan escapar de la pobreza.
Traducido por Cristina Armunia Berges