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The Guardian en español

Suiza se enfrenta al pasado colonialista de sus banqueros

Fuente frente a la estación principal de Zurich dedicada a Alfred Escher.

Noele Illien

Zurich —
6 de diciembre de 2020 21:37 h

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Alfred Escher llegó a tener tanto poder e influencia en su vida que fue apodado Rey Alfred I. Una enorme estatua de bronce del padre fundador de la Suiza moderna se encuentra convenientemente emplazada frente a la principal estación de trenes de Zurich. Escher fue político, pero también fue un emprendedor que fundó la red ferroviaria del país, su universidad más importante y el gigante bancario Credit Suisse.

La estatua en Zurich ha homenajeado a Escher durante más de 100 años, pero puede que no dure mucho más. Un estudio recientemente publicado sobre la participación de Zurich en el comercio de esclavos detalla conexiones problemáticas con Escher. La dinastía Escher tenía una plantación de café en Cuba con más de 80 esclavos y el propio Escher participó de su venta.

La investigación fue encargada por la ciudad de Zurich y supone un esfuerzo, acelerado por la muerte de George Floyd en Estados Unidos y las protestas del movimiento Black Lives Matter en julio, por revisar el pasado y reconocer el papel que tuvieron la esclavitud y el colonialismo a la hora de convertir a Suiza en uno de los países más ricos del mundo.

El rol de Suiza en el comercio de esclavos

Suiza – o las ciudades estado que fueron su antecedente - nunca tuvo colonias, pero sí tiene un pasado colonialista.

Suiza participó del comercio de esclavos, a través de su inversión en barcos que llevaron más de 170.000 africanos al continente americano. En un momento, la ciudad de Berna era la mayor accionista de la empresa británica de comercio de esclavos South Sea Company. Según este estudio, Zurich también tenía acciones en South Sea Company y participó económicamente de la deportación de más de 35.000 personas.

A través del sector textil, que fue esencial para la industrialización del país, Suiza estuvo muy vinculada a la trata de esclavos triangular. “Mediante la producción de telas de algodón pintadas, conocidas como ”indiennes“, Suiza fue proveedor del comercio de esclavos transatlántico”, dice Marcel Brengard, uno de los historiadores que participó de la investigación. “Las telas indiennes se vendían en África Occidental, y el dinero que salía de su venta se utilizaba para comprar esclavos”.

Contar el pasado

Hans Fässler, quien ha tenido un papel fundamental en los esfuerzos del país por contar su pasado, dice: “Incluso los historiadores dirían ‘¿Qué? ¿Suiza? ¿Esclavitud? ¡No!’'” El historiador y activista dijo que en la última década ha habido una comprensión cada mayor del pasado colonialista de este país neutral.

“Este proceso está relacionado con una nueva generación de historiadores y una serie de publicaciones que han puesto el tema en la agenda de las universidades”, dice. Pero Fässler también apunta al impacto que han tenido las protestas por la muerte de George Floyd en generar conciencia sobre el pasado colonial de Suiza: “Black Lives Matter le dio mayor impulso a todo”.

Para Brengard, es especialmente sorprendente la forma en que los ciudadanos suizos participaron del comercio transatlántico. “Los suizos estuvieron en contacto con la esclavitud de muchas formas diferentes”, explica. “Encontramos soldados que trabajaron activamente en los barcos de la trata de esclavos, hubo ciudadanos que tenían plantaciones, funcionarios públicos, sacerdotes e incluso un capitán en la guerra civil estadounidense”.

También existen casos documentados de esclavos que fueron llevados a vivir a Suiza, según Brengard. “Algunos hombres que se hicieron ricos con el comercio atlántico se llevaron a sus esclavos consigo cuando regresaron a Suiza”, dice. Es difícil determinar cuán generalizada fue esta práctica. “Solo conocemos los casos que fueron documentados porque el esclavo pasó por algún proceso administrativo, como por ejemplo un tema legal o un bautizo”.

Este verano, miles de personas salieron a las calles de toda Suiza en solidaridad con el movimiento Black Lives Matter de Estados Unidos, y para protestar contra el racismo actual que existe en Suiza. Yuvviki Dioh dio un discurso en la manifestación de Zurich, a la que asistieron más de 10.000 personas. “En Suiza existe mucho racismo institucional encubierto”, señaló esta estudiante de doctorado. Y añadió que las personas de color se enfrentan a distintas formas de discriminación en la sociedad suiza, desde estereotipos negativos en sus vidas cotidianas hasta ser víctimas de los perfilados raciales.

El uso del espacio público

Dioh es miembro de BIPOC.WOC, un grupo que lucha contra el racismo en Suiza, y a través de este grupo ha participado de conversaciones con el ayuntamiento de Zurich sobre formas en que la ciudad podría gestionar lo que queda de su pasado colonial. Todavía hay edificios cuyos nombres incluyen términos peyorativos para las personas negras, y también hay un mural con una imagen racista de una persona de color. Dioh dice que es importante que estas imágenes sean eliminadas. “La vida pública tiene que ser un espacio inclusivo, pero a muchas personas de color se nos recuerda constantemente cuál es el valor que tenemos dentro de la sociedad”, dice.

Poco a poco, las cosas han comenzado a cambiar. La alcaldesa de Zurich, Corine Mauch, dijo que es importante que se aborden de forma abierta los vínculos de Zurich con la esclavitud. “Ahora la ciudad quiere analizar cómo puede visibilizarse el tema en espacios públicos, de una forma apropiada”, afirmó. Mauch añadió que está contenta de que ahora haya más conocimiento sobre este capítulo de la historia suiza. “El colonialismo forma parte de nuestro pasado, aunque no hayamos tenido colonias. No debemos cerrar los ojos ante este hecho”.

Fässler también ha luchado por ver cambios. En 2019, el historiador y activista fundó Scores, el Comité Suizo sobre Reparaciones por Esclavitud, y ha trabajado para que Suiza sea incluida en la lista de países que deberían pagar compensaciones por esclavitud de la Comisión de Reparaciones de Caricom. “Suiza formó parte del sistema de esclavitud transatlántica y les debemos reparaciones a los descendientes de esas víctimas”, dice.

También ha intentado que los bancos suizos se atengan a la legislación estadounidense de revelación de vínculos con la esclavitud, pero aclara que la participación de bancos suizos no es comparable con la de los bancos estadounidenses, en los que los esclavos eran considerados bienes y eran aceptados como garantía de préstamos. La participación de Suiza en la esclavitud fue sobre todo a través de individuos, comerciantes o banqueros, ya que el sistema bancario moderno todavía se estaba formando.

Respecto a Escher, un grupo está analizando el futuro de su estatua, junto con otros 25 monumentos de la ciudad de Zurich. La cuestión es hasta qué punto la riqueza de Escher y su capacidad para contribuir a la fundación de tantas instituciones provienen del comercio transatlántico. Todavía se desconoce por cuánto dinero fue vendida su plantación en Cuba.

Para Dioh, está claro que se debería quitar la estatua. “Yo no creo que una persona que fue cómplice de la esclavitud deba formar parte de nuestros espacios urbanos”, dijo. Ella recomienda que el monumento, junto con otros objetos que atestiguan el pasado colonial de Suiza, sea colocado en un museo donde pueda ser correctamente contextualizado. “No se trata de olvidarnos de la figura histórica, sino de ser absolutamente transparentes en que el desarrollo de Zurich y Suiza se logró pagando un precio altísimo”.

Traducido por Lucía Balducci

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