“¡Bernie, Bernie, Bernie!”, coreó el auditorio. Cuando el 'hijo de Brooklyn' cruzó el arco del Washington Square Park (un famoso parque al sur de Manhattan) fue recibido por el público más numeroso de toda su campaña. Bernie Sanders –socialista, demócrata, 72 años, senador por Vermont–, cuya agitada campaña ha complicado inesperadamente la carrera de Clinton por hacerse con la candidatura demócrata, subió al podium y observó atento.
“¡Hay mucha gente esta noche!”, gritó con la voz quebrada. Su organización calcula que unas 27.000 personas asistieron al mitin en el Washington Square Park. Bajo el cielo sin estrellas de Nueva York, Sanders dio, básicamente, el mismo discurso que ha venido dando a sus seguidores a lo largo del país: los ciudadanos americanos han perdido la voz en su propia democracia.
“Esto no es solo sobre la elección de presidente”, dijo Sanders. “Es sobre la creación de una revolución política. Sobre la creación de un gobierno que trabaje para todos nosotros, no solo para los contribuyentes ricos de la campaña”. La multitud estalló en aplausos.
Desde su estrado en el Greenwich Village de Manhattan, un barrio liberal lleno de estudiantes universitarios, Sanders destripó a los grandes bancos de Wall Street y a la “clase multimillonaria”, que desde sus balcones mira con desdén Central Park, el inmenso parque neoyorquino.
Pero el discurso de Sanders estuvo impregnado de una sensación de urgencia de cara a la próxima semana, crucial en las primarias. Las encuestas muestran sistemáticamente a Clinton muy por encima suyo por más de dos dígitos en su Estado adoptivo. Un pinchazo aquí podría acabar con sus posibilidades de alcanzar los más de 200 delegados con los que toma la delantera. Incluso una victoria podría no ser suficiente.
“Esta es una contienda dura para nosotros”, reconoció Sanders al final de su discurso. “Pero, ¿sabéis lo que pienso? Cuando miro a las miles de personas que están aquí esta noche, las miles de personas que vimos en Buffalo, en Siracusa y en Rochester... creo que tenemos una sorpresa para la élite”.
Antes de que Sanders hablase, una lista de oradores y de artistas calentó a sus seguidores. Vampire Weekend, una banda de rock que se unió a Sanders la noche anterior en el caucus de Iowa, cantó a cappella una versión de su conocida canción 'Cape Cod Kwassa Kawassa'.
Más tarde subió al escenario el actor Tim Robbins, neoyorquino de nacimiento. “Yo solía jugar en este parque. Yo protesté contra la guerra de Vietnam en este parque cuando era solo un niño, y estoy entusiasmado de veros aquí a todos. ¡A esto debe parecerse la democracia!”
Sin embargo, varios de los participantes encargados de hablar antes que Sanders también expresaron su frustración contra el proceso de primarias. La actriz Rosario Dawson provocó abucheos entre el público cuando mencionó que las primarias de Nueva York estaban cerradas, lo que significa que solo los demócratas que estuvieran registrados podrían votar a Sanders.
El director nacido en Brooklyn Spike Lee fue el que habló justo antes que Sanders. “¿Estáis cansados de que os empujen por todas partes?”, preguntó. “¿Estáis cansados de que os engañen? ¿De que hagan salvajadas con vosotros? ¿De juerguistas? ¿De golfos? ¿De sucias novatadas? Lee rió antes de dar la bienvenida al escenario a Sanders y su mujer Jane.
El mitin tuvo el espíritu de las protestas contra la guerra de los años 60 en las que Sanders participó en su juventud. Un grupo de gente joven con pegatinas de 'Bernie' en sus pómulos bailaba alrededor de un músico que rasgaba su guitarra. Los seguidores ondearon letreros hechos en casa y se unieron a los llamamientos para una revolución política. Los bolsillos de la gente olían indudablemente a marihuana.
El mensaje de su campaña ha calado hondo entre los jóvenes activistas, especialmente entre aquellos que alcanzaron la mayoría de edad durante el Occupy Wall Street. Entre ellos estaba Oscar Salazar, un chico de 20 años de Westchester, Nueva York, que llevaba una camiseta decorada con el rostro de Sanders y un cartel ofreciendo “abrazos de Bernie gratis”. Salazar contó que sus amigos le llaman “Bernie Boy” por su profunda admiración hacia el senador de Vermont.
“Nunca había entrado en política antes”, confesó Salazar. “Bernie me hizo entrar. Ahora estoy inscrito para votar y toda mi familia está registrada como demócrata. Todos votaremos en estas elecciones”.
Traducido por Cristina Armunia Berges