A lo largo de sus 16 años como canciller de Alemania, Angela Merkel se ha ganado la reputación de propiciar el consenso en la comunidad internacional y de ser defensora incansable de la necesidad de pactar con adversarios políticos. El hombre con más posibilidades de ocupar su puesto en septiembre se presenta como alguien con la ambición de superarla.
Armin Laschet, líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y candidato conservador al cargo más importante en las elecciones federales del 26 de septiembre, asegura tener un fuerte compromiso con el proyecto europeo y con las relaciones transatlánticas, y ser un fiel aliado de Israel.
En una extensa entrevista con The Guardian, este conservador liberal de 60 años ha subrayado que su Gobierno trataría de ampliar las alianzas [de Alemania y de la UE], instando a sus socios europeos a retomar el diálogo con Vladimir Putin y advierte del peligro de romper las negociaciones comerciales con China. Pide más diplomacia en las relaciones de la UE con Hungría y Polonia, y aconseja que no se intensifiquen las tensiones con Reino Unido.
“Hasta en los momentos más gélidos de las guerras frías ha habido siempre intercambio comercial y diálogo entre las sociedades civiles”, dice Laschet. “Ese tiene que ser nuestro principio, y al mismo tiempo debemos abogar por el respeto de los derechos humanos”.
El risueño renano, actual primer ministro del estado de Renania del Norte-Westfalia, ya ha demostrado su capacidad de resistencia en la campaña para convertirse en el candidato favorito de la CDU, imponiéndose al conservador de línea dura Friedrich Merz y primer ministro de Baviera, Markus Söder.
Los sondeos muestran que la CDU ganará posiciones en la era pos-Merkel, con una ventaja de diez puntos sobre los Verdes, que ocupan el segundo lugar. Es poco probable una mayoría clara para cualquier coalición en la que la CDU no sea el partido más importante.
“Década de modernización”
Laschet ha prometido una “década de modernización” para Alemania si gana las elecciones. Durante esta conversación, cita a predecesores reformistas como Konrad Adenauer, Willy Brandt, Helmut Kohl y Gerhard Schröder, pero no a Merkel. “Lo que se necesita ahora es una modernización tecnológica y de procedimientos. Es una necesidad que ya había antes de la pandemia, pero ahora se ha hecho más urgente”.
El descontento ciudadano por una campaña de vacunación que ha sufrido demoras debido a una burocracia engorrosa y por un sistema educativo que ha tenido dificultades para adaptarse a la enseñanza a distancia durante el confinamiento hizo que los índices de aprobación de la CDU cayeran en picado a principios de año.
“Hay demasiadas decisiones que no se toman con la rapidez necesaria. La digitalización del aparato administrativo no funciona lo suficientemente bien. Todos estos procesos se han vuelto demasiado lentos y carecen del dinamismo necesario para propiciar la transformación de una sociedad industrial”, dice.
Sin embargo, Laschet cree que, en muchas cuestiones en la agenda, el rumbo ya está fijado y que, a diferencia de Brandt, Kohl o Schröder, su misión será menos de persuasión que de aplicación. El tratado franco-alemán de Aquisgrán, firmado en su ciudad natal en 2019, ofrecía un gran “potencial aún no aprovechado” para la cooperación militar y los proyectos económicos conjuntos sobre la investigación de la inteligencia artificial y la producción de baterías.
En su opinión, con el plan de recuperación de la pandemia impulsado por la UE, ya se han dado pasos suficientes para estabilizar el mercado único. “Por primera vez, estamos contrayendo una deuda conjunta, lo que va en contra de la estrategia básica de Alemania. Ha sido un gran paso para Alemania, pero necesario para nuestra cohesión”.
El fondo de recuperación de 750.000 millones de euros se extenderá hasta 2026, cubriendo así el posible primer mandato de Laschet. Coincide con la postura de su partido de que el reparto de la deuda seguiría siendo algo puntual. “No es una carta blanca permanente para que la UE se endeude conjuntamente en el futuro”.
En cuanto a las medidas para hacer frente a la crisis climática, la promesa de Laschet a los votantes es que las decisiones clave ya están tomadas, y su aplicación no supondrá una amenaza para la industria alemana ni una molestia para los ciudadanos.
“Hemos dejado de negociar”
Laschet entró en el Parlamento Europeo en 1999, poco antes de que Vladimir Putin fuera elegido presidente de Rusia por primera vez, y algunos compañeros que coincidieron con él en esa etapa dicen que su perspectiva sobre las relaciones geopolíticas sigue alimentada por el optimismo de aquella época. En las dos décadas transcurridas desde entonces, las relaciones entre Rusia y Europa se han deteriorado drásticamente, a pesar del intento de Merkel de mantener el diálogo con el Kremlin.
“La diplomacia tiene que encontrar siempre las palabras adecuadas”, dice Laschet, e insiste en que el frente diplomático franco-alemán que tenía el objetivo de mantener las vías de diálogo con Putin abiertas evitó una escalada del conflicto en el este de Ucrania.
“Pero hemos dejado de negociar. Sólo ahora estamos empezando a darnos cuenta de que Europa ya no está dialogando con Putin. El presidente de Estados Unidos ha iniciado el diálogo, porque el Consejo Europeo no se pone de acuerdo para hablar con Putin. Esta situación debilita a Europa”.
Sobre el Nord Stream 2, el gasoducto que conecta Vyborg en Rusia con Greifswald en Alemania y que los Estados bálticos y del este de Europa temen que aumente la influencia de Putin, Laschet afirma que su partido ya ha trazado unas líneas rojas claras: “No debe haber una decisión geopolítica que perjudique a Ucrania”.
En relación al reciente llamamiento de Putin a Ucrania para que muestre “buena voluntad” a cambio de la continuidad de los flujos de gas ruso, The Guardian pregunta si esta petición vulnera las bases para la finalización del Nord Stream II. “Si convierte sus palabras en acciones concretas, entonces sí estaremos ante una vulneración”, responde.
Al referirse a otros conflictos diplomáticos, el político muestra el mismo talante conciliador. “Con China la situación es más complicada. Romper las relaciones diplomáticas y prohibir toda forma de comercio, ¿sería una respuesta inteligente? No lo creo”.
“Tenemos que seguir dialogando con Polonia y Hungría”
La represión de los derechos del colectivo LGBTQ y de la pluralidad de los medios de comunicación en Polonia y Hungría ha hecho que los políticos de Europa Occidental pidan sanciones financieras, pero Laschet es partidario de actuar con moderación. “Tenemos que seguir dialogando con Polonia y Hungría también, a pesar de todos los retos relacionados con el Estado de Derecho, que me preocupan”.
Durante el tiempo que Laschet estuvo en Estrasburgo, Reino Unido se mostró a menudo como un contrapunto a los planes franco-alemanes para una mayor integración europea. En este sentido, considera que el Brexit ha dejado un vacío. “Gran Bretaña como una pequeña isla frente a las costas de Estados Unidos, así es como la veía De Gaulle, pero no comparto esa visión”.
“Tengo una afinidad personal con Reino Unido y lamento que los británicos hayan decidido salir de la UE [...] Pero esa decisión está tomada, y tenemos que pensar en cómo queremos articular nuestra futura relación con un vecino europeo y aliado de la OTAN. Tenemos que asegurarnos de que los jóvenes de Alemania y Gran Bretaña sigan conociéndose incluso sin un mercado común y sin un programa Erasmus”, dice.
Aconseja a la Comisión Europea que no intensifique el reciente enfrentamiento con Reino Unido sobre el protocolo de Irlanda del Norte, la parte del acuerdo de retirada del Brexit que pretende evitar los controles en la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. “La Comisión Europea tiene una posición clara y coherente, pero parece que Reino Unido quiere apartarse de los acuerdos alcanzados conjuntamente. Y no es una opción. Pero al mismo tiempo está claro: ante los conflictos que se nos plantean en el mundo, tenemos que hacer un frente común y encontrar una solución. China y Rusia plantean retos completamente nuevos que requieren que nos mantengamos unidos. Debemos buscar soluciones sostenibles, no escalar”.
Líneas rojas en Alemania
En Alemania, la firmeza de Laschet a la hora de mantener a sus potenciales oponentes dentro de la estructura ha provocado críticas a su gestión sobre Hans-Georg Maaßen, un exresponsable de la agencia de inteligencia nacional que se ha dedicado a compartir teorías conspiratorias populistas de derechas en las redes sociales y se presenta como candidato a un escaño parlamentario por la CDU. En una reciente entrevista, Maaßen afirmó que en la radiotelevisión nacional alemana se habían infiltrado periodistas vinculados a círculos de extrema izquierda.
Laschet no ha querido posicionarse en contra del polémico candidato. “Las líneas rojas están muy claras. Con los partidos populistas de derechas como la AfD [Alternative für Deutschland], no habrá conversaciones, ni cooperación, ni coalición, ni nada. Esa es una línea rotunda que nadie puede cruzar”.
Preguntado sobre si recomendaría a los alemanes que votaran por el exjefe del espionaje, Laschet contesta: “Los votantes de su distrito electoral [...] decidirán si es el candidato adecuado”.
Merkel se ganó la fama de ser una política capaz de generar consenso en la esfera internacional al demostrar que podía tomar decisiones difíciles que iban más allá de su interés nacional más inmediato, impulsando sanciones contra Rusia por la anexión de Ucrania en 2014 o comprometiéndose con disidentes como Alexei Navalny o Liu Xia. Su sucesor aún no se ha ganado esa confianza.
Preguntado sobre si podía dar un ejemplo en el que haya tenido que poner en su sitio a un oponente político durante su carrera, Laschet se mostró evasivo. “Siempre me ha servido no hablar públicamente de a quién he puesto en su sitio. Siempre tienes que saber con qué recursos cuentas”.
Traducido por Emma Reverter.