Paso a paso, los soldados ucranianos avanzan y se posicionan en el bosque, cargando armas que resultan demasiado visibles. Si había alguna duda sobre si las armas occidentales estaban llegando a las manos de los soldados ucranianos, las imágenes publicadas en las redes sociales el jueves las disiparon. En ellas, se muestra a los soldados de la infantería ligera ucraniana, algunos con los distintivos brazaletes amarillos del país, cargando sobre sus hombros varios tipos de armas antitanque, incluidas las NLAW británicas, y granadas propulsadas por cohetes, como parte de lo que se dice que es un contraataque contra las fuerzas rusas cerca de Kiev. Sin embargo, aunque pueda ser considerado heroico, no es ni de lejos un combate en igualdad de condiciones.
La estrategia, las tácticas y el despliegue de Rusia han sido analizados en profundidad desde el comienzo de la guerra en Ucrania, pero se ha hablado relativamente poco de la estrategia de Ucrania. Las imágenes ofrecen una inusual visión del margen de maniobra de Ucrania en el terreno: fuerzas ligeras que luchan para evitar que los blindados rusos rodeen Kiev. “La seguridad operativa ucraniana es muy férrea y confidencial. Sabemos muy poco sobre lo que están haciendo o cómo”, señala Nick Reynolds, un especialista en guerra terrestre del thinktank Rusi. Según él, la estrategia parece tener dos vertientes: resistir en Kiev y otras ciudades clave, e intentar tácticas de ataque en otros lugares. “Están apostando fuerte por defender las ciudades, sobre todo Kiev, pero en las zonas rurales hemos visto cómo los soldados ucranianos utilizan tácticas de emboscada contra los convoyes rusos en las carreteras, lo que pretende dificultar que las fuerzas rusas operen lejos de la red de carreteras sin ser detectadas o atacadas por las fuerzas irregulares”.
Desde que comenzó la guerra, ha llegado a Ucrania lo que España, el Reino Unido y otros países occidentales denominan “armamento defensivo”; al menos 17.000 armas antitanque y unos 900 misiles antiaéreos Stinger. Las armas se envían en avión a Rzeszów, en el sureste de Polonia, ahora defendida por una batería Patriot de Estados Unidos, y se distribuyen por tierra a partir de ese momento. Las rutas de suministro a Kiev al menos permanecen abiertas. Como muestran las imágenes de soldados ucranianos cargando armas, algunas unidades no tienen escasez de ese tipo de armamento. Sin embargo, esas mismas imágenes también muestran las carencias. Las fuerzas ucranianas no tienen capacidad para enfrentarse a la artillería rusa, que ha estado atacando sin piedad Járkov y Mariúpol en el este, con consecuencias terribles para la población civil. Y aunque la potencia aérea rusa ha estado más ausente durante el día –porque, según la inteligencia del Reino Unido, la fuerza aérea está preocupada por la amenaza de los misiles antiaéreos–, es capaz de llevar a cabo misiones de bombardeo por la noche. Durante la noche se produjeron, por ejemplo, ataques aéreos sobre Dnipró y sobre los aeródromos de Lutsk e Ivano-Frankivsk, en el oeste, que hasta ahora habían estado relativamente tranquilos.
Ucrania parece no contar con ningún medio para combatir la artillería rusa una vez que se ha asentado y ha rodeado, o al menos en parte, una ciudad. “Responder ofensivamente a la artillería rusa requiere una potencia de combate que las fuerzas ucranianas no consiguen desplegar. Ucrania probablemente estará en el lado perdedor de cualquier duelo de artillería tradicional en el que se vea envuelta”, señala Reynolds.
Es una realidad que no se les escapa a los líderes ucranianos. En un discurso pronunciado ante los parlamentarios británicos esta semana, Volodímir Zelenski, consciente de que la OTAN ha dicho repetidamente que no a una zona de exclusión aérea, optó por una petición diferente, y más genérica: “Por favor, asegúrense de que el espacio aéreo ucraniano sea seguro”, dijo el presidente, con cautela, refiriéndose tanto a los aviones como a la artillería. Sin embargo, esa ayuda no llega.
El Reino Unido ha dicho que está dispuesto a suministrar misiles antiaéreos y otros países están dispuestos a enviar suministros. Pero Occidente no está dispuesto a suministrar armas pesadas y tanques, o aviones de combate que podrían ayudar a defenderse de las fuerzas masivas rusas, después de que Estados Unidos dijera que no estaba preparado para actuar como intermediario y pasar 28 MiG-29 polacos. Se teme que tales suministros puedan provocar a Rusia innecesariamente y desencadenar un conflicto mayor.
El predominio de la versión de Ucrania en las redes sociales también contribuye a que se ignoren los éxitos rusos. En las últimas horas, el Ministerio de Defensa ruso ha publicado imágenes de vehículos blindados rusos avanzando cerca de Kiev. Otras imágenes en las redes sociales muestran un bazuka antitanque Javelin capturado e imágenes de prisioneros ucranianos capturados y humillados que vulneran la Convención de Ginebra.
No se sabe cuánto tiempo podrá resistir Járkov, donde, según las autoridades locales, se han bombardeado 48 escuelas y un hospital psiquiátrico. La situación es peor en Mariúpol. Las autoridades locales afirman que ya han muerto 1.200 civiles y los repetidos intentos de evacuación han fracasado en medio de los continuos bombardeos. “No hay suministro de electricidad, agua y gas. Lo que significa que no hay calefacción”, explicó el jueves un cooperante de la Cruz Roja al describir la desesperada situación de la ciudad.
Esta semana, Estados Unidos calculó que habían muerto entre 5.000 y 6.000 soldados rusos y entre 2.000 y 4.000 ucranianos, además de un gran número de civiles. Otra estimación de Estados Unidos señalaba que ambos bandos habían perdido entre el 8% y el 10% de los activos militares que habían destinado a los combates.
Con este telón de fondo se vislumbra la posibilidad de un sangriento asedio a Kiev. Las tropas rusas han tratado de rodear la ciudad, lo que puede explicar por qué las fuerzas ucranianas han estado tan dispuestas a contraatacar, para evitar el tipo de bombardeo que se ha visto en el este. Sin embargo, según el Instituto para el Estudio de la Guerra, un centro de estudios estadounidense que supervisa los combates, las fuerzas ucranianas consiguieron frenar un intento del ejército ruso de construir una fortaleza alrededor de Brovary, al este de Kiev, a principios de la última semana.
El jueves por la mañana salió a la luz un vídeo en el que se ve cómo un contingente ruso, que parece haber subestimado el peligro, es atacado en la carretera principal E95 a las afueras de Brovary. Fue una victoria clave, que deja a las fuerzas rusas sólo el control alrededor del noroeste y el oeste de la capital, aunque cuenta con misiles Iskander y Kalibr de mayor alcance que podrían apuntar a Kiev de forma masiva si lo decidiera.
No obstante, parecen posibles los contraataques ucranianos, al menos por ahora, allí donde las tropas rusas se han extendido más allá de sus posibilidades. La probabilidad de una respuesta ofensiva ucraniana cuando una ciudad está prácticamente rodeada parece mucho menos segura. Esta semana Zelenski prometió “luchar en los bosques, en los campos, en las costas, en las calles”, pero en realidad el plan militar ucraniano parece consistir en una pura y sangrienta supervivencia.
“Es bastante difícil ver cuál es su estrategia, más allá de mantener a los rusos alejados de las principales ciudades”, afirma Ben Barry, especialista en guerra terrestre del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. En otras palabras, el desequilibrio militar es tal que la mayor esperanza de Ucrania es que, cuanto más aguante, aparezca algún elemento que cambie el rumbo de la situación.
Traducción de Emma Reverter.
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