La capitana del equipo paralímpico afgano de baloncesto, acogida en Bilbao: “Lo hemos perdido todo”

Ashifa Kassam

0

Cuando los talibanes entraron en Kabul, Nilofar Bayat supo que tenía que salir de allí. “Había muchos vídeos en los que yo salía jugando al baloncesto, y había participado activamente en la reivindicación de los derechos de las mujeres, y de las mujeres con discapacidad”, dice Bayat, con 28 años y capitana de la selección de baloncesto en silla de ruedas femenino de Afganistán. “Si los talibanes se enteraban de todo esto, yo sabía que me matarían”.

Bayat confesó sus temores a Antonio Pampliega, un periodista español, con el que unos años antes había entablado amistad y él publicó su historia en las redes sociales, desencadenando una avalancha de apoyos y la promesa, por parte de las autoridades españolas, de evacuarla.

Bayat y su marido Ramesh aterrizaron el viernes en España junto a más de 250 evacuados afganos que llevaban años colaborando con las operaciones civiles y militares de España en su país.

España está sirviendo además como punto de entrada para los afganos que han trabajado con las instituciones de la Unión Europea. El gobierno español ha anunciado el domingo que también había acordado utilizar sus bases militares de Morón y Rota para recibir temporalmente a los afganos que hubieran trabajado para Washington, a la espera de su viaje posterior hacia EEUU.

La llegada de Bayat a España se ha producido tras días de terror. “Había miles de personas en el aeropuerto que querían salir, escapar de los talibanes”, ha explicado al periódico británico The Guardian. “Nunca había pasado por algo así en mi vida”. Para acceder al aeropuerto tuvieron que esperar nueve angustiantes horas rodeados por talibanes que a veces lanzaban tiros al aire. “El aeropuerto era un caos”, añade.

Pero la pareja entendía que no tenía otra opción. “Los talibanes habían empezado a ir puerta por puerta identificando a la gente”, dice Bayat, que también trabajaba en el Comité Internacional de la Cruz Roja. “Es una catástrofe, un retroceso de 20 años”.

Bayat era una niña cuando un cohete alcanzó su hogar familiar en Kabul durante el régimen talibán. Su hermano murió y Bayat pasó un año en el hospital por los trozos de metralla que le lesionaron la médula espinal y le quemaron la espalda.

Años después jugó su primer partido de baloncesto en silla de ruedas y se enganchó rápidamente al deporte. En el año 2017 el equipo empezó a participar en competiciones internacionales, convirtiéndose muy pronto en un potente símbolo de la transformación que había experimentado la vida de las mujeres en Afganistán.

Como capitana del equipo, Bayat se convirtió en una destacada defensora de las mujeres con discapacidad. “Ser mujer en Afganistán y vivir con una discapacidad es casi una doble maldición”, dijo en una entrevista de 2019 a The Guardian.

La vuelta al poder de los talibanes terminó con todo eso de forma abrupta. “Yo era la capitana del equipo de baloncesto en silla de ruedas, tenía un buen trabajo ayudando a personas con discapacidad, había estudiado derecho y trabajado duro para conseguir todo eso”, explica. “Y entonces llegaron los talibanes y se lo llevaron todo en un momento”.

Los vertiginosos acontecimientos de los últimos días han estado caracterizados por la constante preocupación por las familias que quedaron atrás. “Hemos salvado nuestras vidas, pero ¿qué pasa con nuestras familias que quedaron allí? Estamos muy nerviosas y muy preocupadas por todos ellos”.

Bayat y su marido llegaron el sábado a la ciudad de Bilbao, donde fue seleccionada para formar parte del equipo femenino del Bilbao BSR. A su marido, que jugaba en la selección de baloncesto en silla de ruedas de Afganistán, también le han ofrecido una plaza en el masculino.

Se trata de un primer paso de bienvenida para una pareja que comienza a reconstruir su vida lentamente. “En el aeropuerto de Kabul, los talibanes no nos dejaron coger nuestro equipaje”, cuenta Bayat. “¿Puedes creer que llevamos cinco días con la misma ropa? Lo hemos perdido todo, no tenemos nada”.

Traducido por Francisco de Zárate.