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En cinco años ha cerrado el 25% de las clínicas que realizan abortos en los Estados Unidos

The Guardian

Molly Redden —

Según ha revelado un informe de Bloomberg Business, en los últimos cinco años, ha cerrado el 25% de las clínicas donde se practican abortos legales de los Estados Unidos.

En el informe de la periodista Esmé Deprez se calcula que, desde 2011, al menos 162 clínicas de aborto legales cerraron o dejaron de realizar el procedimiento, lo que dificulta el acceso al aborto legal de más de 30 millones de mujeres. El mayor y único factor responsable de los cierres fueron las nuevas leyes más restrictivas.

Durante el mismo período, según informa el Instituto Guttmacher (un centro de estudios que apoya el derecho al aborto), los políticos conservadores que llegaron al poder en las elecciones de 2010 han ayudado a aprobar más de 1.000 restricciones nuevas al aborto.

Solo se han abierto 21 clínicas nuevas. En 2011, el Instituto registraba 553 proveedores de servicios de aborto en los Estados Unidos. Una pérdida neta de 141 clínicas significaría que la cantidad de establecimientos que realizan abortos se redujo en un 25% en los últimos cinco años.

“En ningún otro momento desde antes de 1973, cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos legalizó el aborto, la posibilidad de las mujeres de interrumpir un embarazo ha dependido tanto como ahora de su código postal o de sus recursos económicos para viajar”, ha escrito Deprez.

El Estado de Texas, debido en gran parte a la aprobación en 2013 de una ley antiaborto de gran alcance, fue el que perdió la mayor cantidad de clínicas (por lo menos 30). Le sigue Iowa, donde 14 centros de la empresa Planned Parenthood dejaron de ofrecer la intervención, y Michigan, que perdió 13 clínicas.

Los cierres ocurrieron en 35 Estados y no se limitaron a aquellos en los que los republicanos tienen el control de la legislatura. Varios grupos de clínicas cerraron o dejaron de realizar abortos en Chicago, Nueva York, San Francisco y Washington DC. Una docena de clínicas cerró en California, y por lo menos otra docena en New England. Esos cierres son un indicio de lo difícil que es llevar adelante una clínica, aún en lo que parece territorio amigo.

En noviembre, The Guardian informó que las clínicas autorizadas para practicar interrupciones del embarazo estaban teniendo tantos problemas para mantenerse en los Estados demócratas como en los republicanos. Entre otros factores, porque están tan concentradas en sobrevivir en los republicanos que no se han podido concentrar en los detalles de los estados demócratas.

Pero el problema es también económico. Debido al estigma asociado al procedimiento, la mayoría de los abortos se lleva a cabo en clínicas independientes, y puede resultar difícil económicamente administrar todo un consultorio solo ofreciendo abortos. En los Estados donde se permite a las mujeres pagar la intervención con la tarjeta de asistencia social Medicaid –en su mayoría liberales– las clínicas pueden hasta perder dinero con cada procedimiento.

Deprez calculó que casi 40 de los proveedores de servicios de interrupción del embarazo que dejaron de operar, lo hicieron como resultado de una decisión de negocios. Otras clínicas no lograron encontrar un proveedor de este servicio, o el que encontraron era inadecuado, o cerraron por encontrarse en un territorio hostil.

Traducción de Francisco de Zárate